El gimnasio de baloncesto.

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El gimnasio de baloncesto. El sitio preferido de Patricia Walker para grabar el noticiero matutino por su perfecta resonancia. Jessica odiaba acompañarla en la grabación pero siempre terminaba siendo arrastrada por el equipo que cargaba su cámara e iluminación. Solo parte del staff. —No no, está mal, se necesitan los rollos con la línea azul, éstos son amarillos, no son compatibles con la cámara Jess.— Jones blanqueó los ojos por quinta vez de la temprana mañana.

—Es lo mismo, solo hay que meterlos a presión.—

—No, vas a arruinarla, ve a buscar los azules.—
Patsy se empeñó en devolverle los rollos a Jessica, ella los rechazó al instante con el entrecejo fruncido.

—No Patsy, no pienso volver a subir al almacén por unos estúpidos rollos.— la relación entre las dos había sido una amalgama muy peculiar, Walker prefería las compras, suéteres lindos y siempre lucir impecable gracias a su fama como conductora dentro y fuera de las instalaciones escolares. Jones solo busca a Luke Cage y Malcom para salir a beber a Josie's. 

—Bueno, no tendrías que hacerlo si me hubieras escuchado, claramente yo te pedí...—
En algún momento la atención de Jessica dejó de estar sobre Patsy y su estúpido regaño de rollos y se pasó sobre Francis Castiglione -o Frank Castle como todos preferían llamarle-, el sujeto había intercambiado solo miradas con ella, de él Jones solo conocía su novio, iban a la misma clase de física y matemáticas, era un pelirrojo invidente que le sonreía a todos como si la vida fuera una bendición. Jessica era muy pesimista para sobrellevar el optimismo que Mattew Murdock siempre llevaba encima, aunque aún la morocha se preguntaba cómo ellos dos terminaron juntos.

—¿Vas a estar libre ésta tarde?— Mattew debía haber estado acomodando los balones como castigo sin esperar a nadie porque Frank lo sorprendió cuando se dirigió directamente a él como si supiera exactamente dónde encontrarlo. Jessica se giró para prestar un poco de atención, solo investigación por diversión.

Murdock frunció los labios con pesar en las mejillas y el mayor se percató de ésto, un pequeño ápice de culpa se le escapó en los gestos.

Frank lo acarició de los hombros hacía abajo, un gesto dócil que pretendía ser calmante y no detonante. Las mejillas de Matt se colorearon de coral. —Depende de para qué me necesites, no quiero discutir hoy Frank.—

Castle dirigió los brazos a su cintura y Murdock dejó su labor para prestarle absoluta atención a Frank. Ambos se sonrieron con ternura, Frank los apretó en un abrazo contra su pecho y bajó su nariz hasta su cuello para susurrar. Mattew solo se dejó acicalar.
—Sunshine prometo no ser desagradable hoy. Vamos, será un café y ya.—

Un beso delicado se estampó contra la punta de su nariz. Matt se rió como niño. —... Bueno, puedo hacerme un espacio...—. Los besos ahora viajaron por sus mejillas hasta su frente. Frank le susurró con la voz ronca, amortiguada por la propia piel sobre sus labios: —Ya que estás por esos caminos, ¿Qué tal si me libras la noche también?—

Un beso en la boca de Frank, Mattew levantó la cabeza para besarlo de vuelta después de una sonrisa traviesa. —¿La noche? Dígame señor Castiglione, ¿Para qué me necesitaría por la noche?—. Otro beso y ahora los brazos de Murdock subieron hasta los hombros de Francis. El abrazo estaba completo, ambos se pegaron con una sonrisa de cariño y algo más para comenzar un beso húmedo y profundo, la mano de Frank bajó de la cintura a la espalda baja, lo apretó más contra él.

Demasiada dulzura, demasiado cariño que Jones casi escupe en forma de malvaviscos, estuvo a punto de apartar la atención de vuelta a Patsy.

—Te has portado muy mal Rojo, me temo que debo castigarte.— Mattew gimió suavecito contra sus labios una vez más.

Quiero volver con RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora