III

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Yūji creyó haber escuchado mal. Y de seguro que debió haber sido de esa manera, porque no hallaba otra explicación ante lo que había acabado de oír. Sin embargo, la mirada angustiada y enojada de Fushiguro le decían que no se trataba de una broma o de alguna clase de mala jugada por parte de su cerebro. Aunque no podía confiar demasiado en cuanto a Satoru se trataba, él seguía con una expresión calmada; aquella sonrisa no era una gran ayuda a sus nervios. ¿Quién era ese tal Sukuna, aparte de ser el líder del grupo de rebeldes? Comenzando por ese preciso hecho; ¿un grupo de rebeldes? ¿Y tenían un ejército?

Frunció el ceño y relamió sus labios, su cabeza daba mil vueltas en base a los recuerdos que tuvo sobre conversaciones con su padre y Kento, incluso trató de volver a estar presente en su memoria dentro de las reuniones que se hacían mensualmente entre la familia real y el consejo de la plebe para saber como estaban siendo las situaciones civiles en cuanto a temas sociales y económicos. Que él se acordara, en sus veintiún años de vida, no se había escuchado a alguien decir la palabra "rebeldes" en el castillo.

Aún si fuera un hecho anterior a su nacimiento, Nanamin como consejero real y su propio profesor debió haberle comentado de tal acontecimiento. No, ni siquiera él, sino su padre o su madre, los reyes, los monarcas de todo el territorio.

Esto estaba espantosamente mal.

Era una tragedia sentirse ignorante respecto a un tema que era importante no sólo para la realeza, sino para el pueblo entero. Un movimiento rebelde significaba la palabra total de la ilegalidad y del caos entre la confianza que debía poseer el pueblo a sus líderes, una ideología mal planteada o demasiado subjetiva era la que llevaba a las grandes naciones a la derrota.

Cerró los ojos con fuerza y soltó un suspiro cansado. No sabía de esto, ¿y se supone que era el heredero al trono? Tratando de repasar adecuadamente lo que el albino había confesado como una idea bastante ilustre para él, se le adelantaron a la hora de hablar.

—¿Alteza?—la voz de Nobara rompió el silencio— ¡No queríamos faltarle el respeto o algo así, es sólo que Gojō es un inútil que no piensa bien! 

Itadori se sobresaltó un poco sobre su asiento, le dirigió una mirada a la femenina, quien lucía bastante nerviosa al contrario de los otros que estaban en la habitación.
—¡No, no! Tranquila, nada de eso ha ocurrido, es sólo que...

Megumi y Kugisaki lo miraron expectante, Satoru parecía hacer lo mismo. Mordió su labio inferior, necesitaba información, y pese a que lo estaba carcomiendo la vergüenza, él haría lo necesario para salvar a su gente. Y jamás se atrevería a mentirle a las personas que lo ayudaron.

—No tengo ningún conocimiento respecto al grupo rebelde del que hablan —confesó, sus cejas inclinadas hacía abajo—. Jamás oí de ellos, es la primera vez que escucho el nombre de Sukuna Ryōmen.

La sonrisa en el rostro del mayor desapareció, Itadori pudo ver como incluso sobre la venda se marcaban las cejas del contrario formadas en un ceño confuso. Los otros presentes también tenían la misma expresión.

—¿Jamás? —Megumi lo miró fijamente. Aquellos ojos rasgados mostraban inquietud— Lo lamento, pero... se me es imposible creerle.

—¡Oye, Fushiguro! —Nobara regañó. Sin embargo, en su rostro también estaba sembrada la duda.

—Está bien —Yūji murmuró—. Pero no tengo motivos para mentir, especialmente si Satoru dice que hay una posibilidad de hablar con él y que me ayude. No sé de la existencia de un grupo rebelde dentro de Blodau'r Ceirios.

—Bien, eso es extraño —Gojō dejó salir su voz—. No lo estamos contradiciendo, pero Megumi tiene argumentos para no creerle. Su padre, el ahora antiguo rey, había mandado soldados por toda la frontera y comunicados a los grandes pueblos donde señalaba explícitamente que quien tuviera actividades con los rebeldes sería condenado a muerte.

Sangre por Sangre ·SukuIta·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora