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Esta era la segunda noche en la que el sueño lo abandonó.

Trató de dejarse llevar por el flujo de las estrellas esparcidas por el firmamento oscuro y hallar posibles formas a los puntos de luz que lo incitaban a jugar con su imaginación. La brisa era cautelosa con su piel, simulando una caricia consoladora ante su abdomen apretado, sintiendo casi la misma sensación de cuando usaba un corsé.

Suspiró y cerró los ojos, contó hasta veinte, y cuando el manejo de su respiración se convirtió en desesperación, decidió sentarse sobre su manta y pasar las manos por su rostro que estaba algo sudoroso.

Relamió sus labios y miró a su alrededor con ayuda de la lejana luz que brindaba el firmamento. Según lo que podía ver, todos estaban en sus mantas dormidos plácidamente. Bien, Itadori decidió que todo lo que ellos estaban durmiendo era por él, tal vez por eso no había podido pegar el ojo.

Quitó la tela de sus piernas y se incorporó con cuidado de no hacer mayor ruido. De puntillas, caminó lo suficiente para salir del radio del campamento improvisado y recogió del suelo una vasija para luego dirigirse hacia la orilla del río, tenía la esperanza de que beber un poco de agua apagara el incendio que llevaba en sus adentros.

Una vez cerca de la corriente de agua, se puso de cuclillas entre los arbustos para llenar el vaso y tomar su contenido lentamente para sentir el refresco bajar por su garganta.

Un chapuzón resonó asustándolo, se dispuso a mirar en la dirección de donde había creído provenir el sonido.

—¡Ssh! Vas a despertarlos —escuchó un murmullo.

Yūji  enarcó una ceja y se asomó aún estando agachado. Vio la silueta de Nobara dentro del agua hasta la cadera. La castaña fue empujada por quien reconoció como Maki, que luego se lanzó sobre ella. Las risas juguetonas resonaron mientras ellas trataban de disminuir el ruido tapándose las bocas con ayuda de sus manos. El bicolor sonrió y estando a punto de levantarse para ir donde ellas, más para decirles que tuvieran cuidado que para unirse a la aventura nocturna, no supo cómo reaccionar después de ver cómo la más alta abrazaba a Kugisaki aún bajo el agua y buscaba sus labios para besarla, su mano derecha subió a la mejilla de Nobara buscando acercarla más mientras que esta pasaba sus brazos por los hombros contrarios.

Itadori sintió calor en su rostro y dejó de mirar inmediatamente, su corazón comenzó a latir rápido y él buscó la manera de alejarse de la orilla con la suficiente cautela como para no ser escuchado por las mujeres.

Una vez hecho, recostó su espalda sobre el tronco de un árbol y soltó el aire que hasta ahora cayó en cuenta había retenido en sus pulmones.

Eso había sido inesperado.

Nunca había visto a dos mujeres besándose porque ellas querían hacerlo, mucho menos de esa manera tan cálida y delicada; era como si quisieran grabarse cada una en la piel de manera permanente, había deducido eso cuando ni siquiera se permitió ver por más tiempo la acción.

No iba a decir mentiras, por supuesto que no era ignorante de femeninas que se brindaban caricias entre ellas, pero eso era en las casas de compañía donde hacían espectáculos para los varones, no lo hacían en su intimidad. En ese punto, la doctrina se hacía ciega con respecto a la prohibición de los actos inmorales, al igual que lo hacía precisamente admitiendo la existencia de estos lugares donde el saciar el placer era su único propósito.

Aún así, su mente estaba tratando de procesar el acto del que había sido testigo, mordió su labio inferior y enredó los dedos de sus manos entre sí de manera nerviosa.

—Aquí estás —se sobresaltó ante la voz ajena, Megumi enarcó una ceja al verle la cara pálida—. Me despertó un mosquito y cuando me levanté a buscar eucalipto vi que no estabas. Pensé que te habían raptado o algo. Además no estabas bien cuando te fuiste.

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⏰ Última actualización: Jan 05 ⏰

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