IV

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La oscuridad había protagonizado su entorno una vez salió de la tienda de quien había desprestigiado toda su persona. Sintió temor cuando sus ojos fueron vendados antes de poder descifrar si la figura de Fushiguro se encontraba cerca de él, tampoco estaba seguro sobre la situación de Kugisaki, lo cual le preocupaba mucho más debido a que algo le decía que a ellos los dejaron vivir dado que Sukuna conocía a Megumi, pero no estaba al tanto de si la situación con la femenina era igual, y las cosas empeoraron porque no era certero que los otros integrantes del grupo supieran que ella había venido con ellos.

El gran problema que tenía era que no había nada concreto en que pudiera depositar la confianza para no morir ni arriesgar la vida de quienes creían en él.

Y se había dado cuenta de ello demasiado tarde.

Corrió hacía Sukuna sin tener nada claro, ni lo que él buscaba con su ejército rebelde, ni con ideas atrayentes para poder mantener algo bajo su causa. Yūji se hubiera dado un gran golpe en la frente debido a su mediocridad de no ser porque sintió un dolor profundo en su espalda que luego procesó como un golpe sobre un muro de piedra, escuchó el quejido de Megumi a su lado. Para su fortuna, la incertidumbre no duró más de lo que consideraba habían sido veinte minutos, después de escupir hacia un lado y de escuchar como los pasos se alejaban, retiró la venda de sus ojos con brusquedad. Sus manos se posaron en su cabeza con rapidez para verificar que no había sido posible que alguien hubiera visto un poco de su cabello.

Dejó salir un suspiro y miró hacía arriba después de incorporarse, el cielo estrellado parecía estar cubierto con un azul mucho más profundo que las noches anteriores. Relamió sus labios y se giró para ver el estado del azabache, quien no se había levantado del suelo.

—Perdóneme —escuchó desde un rostro oculto—. Por mi culpa esto resultó así, debí haberle hablado sobre mi padre y por qué un hombre como Sukuna lo conoce. Si desconfía de mí y desea dejarme aquí lo entenderé, pero no piense que lo traicionaré.

Itadori frunció sus labios y se puso de cuclillas en frente del más alto.

—Mírame al dirigirte hacia mí —solicitó, Fushiguro después de unos segundos levantó su mirada, el de sangre real sonrió al ver los iris azul oscuro—. Yo soy el único responsable de no planear muy bien esto, aún si hubiera sabido que aquel hombre conoce algo de ti, el resultado hubiera sido el mismo.

Megumi frunció el ceño hacia abajo sin comprender muy bien porque no había molestia en las palabras de Itadori, quien se dio cuenta por la expresión confundida que le estaban dando. Quiso cerrar el asunto sin hacer preguntas, no estaba muy seguro de que le sirviera de algo en este momento ese tipo de información más que la posibilidad de saber sobre la vida de Fushiguro; cosa que no carecía de importancia, pero no podía hacer nada si el otro no quería compartirle su pasado.

Tampoco es que quisiera entrar demasiado con lo ocurrido hoy puesto que su corazón estaba cargando con la culpa de ser alguien sin capacidad que toma malas decisiones. Pudieron haber salido muertos de allí, y que estuviera con vida no lo hacía sentir mucho mejor debido a que tenía a una compañera perdida.

Itadori no permitió que la angustia pudiera reflejarse en un rostro.

—Gracias por acompañarme, aprecio mucho que a pesar de tu negativa inicial lo hicieras —se incorporó—. Debemos de buscar a Nobara, así que démonos prisa.

El azabache relamió sus labios y se levantó del suelo con la sensación de incomodidad instalada en su pecho. No comprender la personalidad de alguien era algo a lo que no estaba acostumbrado y no le gustaba. No comprender la actitud de este príncipe; quien creía que era alguien naturalmente caprichoso, lo hizo renovar el molde sobre el cual lo había puesto. 

Sangre por Sangre ·SukuIta·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora