Capitulo 14

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*Este capítulo puede tener contenido vagamente perturbador y desencadenante para algunos. Si no se siente cómodo con las palabras y el trato abusivos, le sugiero que se salte esto. Aunque claro después no entenderá mucho de lo que pasara mas adelante*

"Oye."

Levanté los ojos, tratando de respirar.

Izek me miraba con la cabeza inclinada hacia un lado. Sus ojos rojos brillaron. "Tienes una mirada rara en tu cara".

Te dije que dejaras de llorar.

"Bueno, olvídalo. Ven aquí por ahora.

'Ven aquí, perra descarada'.

Lo seguí sin comprender. Los ojos de los caballos parados del lado derecho en el oscuro establo brillaron al ver a su amo.

Ojos risueños. Animales que reían mientras yo lloraba.

"¿Puedes pasarme uno de esos?"

Tráemelo.

Tragué saliva nerviosamente y miré hacia atrás. De la pared colgaba una bolsa de zanahorias y manzanas y unos látigos.

"Esa es la única manera de manejar a estos estúpidos snobs".

'Solo hay un castigo que puedo dar a una mujer estúpida como tú que no conoce su lugar'.

Hice una pausa por un momento e hice contacto visual con el semental frente a mí. El caballo pisoteó un pie y dejó escapar un resoplido de desaprobación.

Se sentía como si me estuviera quemando lentamente por dentro.

Todo está bien. Está bien . Yo fui el que dijo que estaba bien. Estoy bien. Puedo superar esto.

"Éste solo parece tener el temperamento más desagradable de todos, pero sorprendentemente..." Izek, acariciando la nariz del semental, se detuvo. "... ¿Qué estás haciendo?"

¿Por qué todo era igual en todas partes? Por favor, déjame vivir.

Me acerqué a él con sudor frío y arrepentimiento en mi rostro. "Lo-lo siento. He-he cometido un... grave s-pecado..."

"Qué...?"

"Todo es mi c-culpa... No sabía qué hacer y... y actué p-presuntuosamente... No tengo remedio".

Se quedó quieto y miró. Sus ojos de color rubí se veían un poco entumecidos de alguna manera.

"Ustedes-"

Lentamente se deslizaron desde mi cara hasta mis manos temblorosas. Su mirada se volvió muy aguda. "Supongo que los caballos comen látigos como bocadillos en Romaña".

"Q-Qué..."

El hipo seguía subiendo por mi garganta. Me arrebató el látigo de las manos y lo arrojó por encima del hombro a algún lugar que yo no podía ver.

El sonido ensordecedor del golpe contra el suelo me hizo estremecerme violentamente y el semental al que casi había golpeado, relinchó molesto.

Los fuertes relinchos resonaban en mis oídos y el hipo seguía brotando.

Estaba tratando de taparme la boca con ambas manos, pero él las agarró rápidamente y las obligó a bajar. La mirada fría como la piedra en su rostro era brutal.

"¿Por qué trajiste eso?"

"E-Eso... No había, hic , nada más... Si me dices dónde está el resto... Los traeré..."

Como poner a mi esposo de mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora