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Toqué impaciente la madera en mi silla, miré el parque sin poder encontrar la cabellera larga y rubia.

La última semana y media nos habíamos visto a la misma hora en la mañana, nos saludabamos siempre y para mi eso es suficiente, con solo verte y saludarte estoy bien.

Miré mi reloj y mordí mis labios con nerviosismo, 20 minutos y nada, el día era lindo, hacia frío, mucho frío, pero era soportable con suéteres encima y chocolate caliente.

Suspiré, soy alguien demasiado puntual, levanté mi taza dispuesto a irme, pero un ladrido me hizo volver.

El estaba ahí, junto a sus dos caninos, esta vez no traía ropa deportiva, tenía el cabello bien peinado y un saco color marrón junto a zapatos y un pantalón de vestir, la camisa beige me gusto y si ya me había dado un flechazo con su ropa deportiva, este faceta mas formal me remató.

Me saludaste sonriendo y te respondí con timidez, señalaste mi cafeteria y casi me desmayo.

Al verte ingresar, me quite las pantuflas y las cambié por zapatos de vestir, acomodé mi cabello y mi ropa mientras bajaba casi cayendome en el proceso.

—Hey, ten cuidado lindo —traté de alejarme de Minho pero este sostenía mi cintura.

—Ya, estoy bien Minho —casi lo había empujado, pero nunca me gusto que me tocaran mucho—. Dame eso, yo voy a atender.

—Tú nunca atiendes —alzó su mano sin dejarme tomar la carta.

—Pues ahora si lo haré, dame eso —traté de tomar la carta, dando saltos, pero en eso vi al chico rubio mirarme con una sonrisa burlona—. Ya, dame eso! —le arrebaté la carta a Minho de un salto y acomodé mi cabello para acercarme al rubio.

—Ese salto fue muy bueno, no pensaste en practicar basquetball? —bufé ante su risa y deje la carta a un lado—. Ya ya no te enojes, me dijeron que esta es una de las mejores cafeterías, por no decir la mejor, y quise comprobar eso por mi cuenta —me sonrió y casi me derrito.

—No es la mejor... —murmuré bajo y algo colorado entregándole la carta.

—Eso ya lo veremos, aunque si tu preparas los postres no dudo que sean deliciosos —me guiñó el ojo y sin darme cuenta me tapé la mitad del rostro con la otra carta, el solo rió y me indico lo que quería.

Caminé hacia la cocina y comencé a preparar un café tradicional—. Minho tráeme un cheesecake —no recibí respuesta así que volví con el seño fruncido—. Minho te dije que-

—¿Quien es el? —al ver que no me haría caso, camine a la nevera, pero me tomó el brazo— ¡¿Quien es él?!

El brazo comenzó a dolerme, trate de ignorar la creciente angustia en mi pecho e intente soltarme—. E-eso no te importa!.

—¡Yo soy-!

—¡Eres mi amigo, pero antes de ser amigos soy tu jefe y debes hacerme caso!

Me soltó arrepentido cuando vio que empecé a llorar.

—L-lixie...

Lo empujé aun lado mientras limpiaba mis lagrimas y saqué el postre.

—No vengas mañana, voy a salir.

Lo dejé ahí y me lave el rostro, prepare mi mejor sonrisa y salí con el pedido.

coffee scentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora