Carta N° 1

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<< --La tarde de aquel año, al caer el sol dentro de una cortina oscura de la interminable agonía que mi ser escondía, las cartas que permanecen en la mesa de mi agradable biblioteca se quedan escondidas sin que nadie pueda leerlas, sin que nadie herede tal esplendor, ni que la agonía o la soledad pueda leerlas; son cartas que en agonía quedan permanentes, de escritos que su única fortuna es el amor, es aquella dedicada letra a manuscrito que se implementa en las páginas delicadas de cada libro. -->>

<< -- Mi amado, ese hombre que pensaba que se quedaría una vez más con esta tierna mujer, me describía así, que ser más inefable; mi amor hacía él queda descrito por mis palabras como algo inmarcesible en el tiempo. Por mi amor, por mi, por todo mis sentimientos que en mi corazón están guardados, que mi alma no puede expresar con elocuencia, pero que pueden ser escritos con pluma y en papel. -->>


 Enero, 1887

Para mi tierno amor.

Paso mis horas mirando a la ventana, donde el camino termina en el horizonte, haciendo que mi nostalgia reprima aquel amor que siento aún después de tu partida, dejándome con las manos vacías, llorando las noches con dulzura recordando el día que te conocí. Amor mío, mi corazón no soporta tanto dolor, quiero tenerte en mis brazos, besar tus tiernos labios, quiero que vuelvas a mi, sin importar lo que cueste, necesito tu amor conmigo; tiernas palabras que decías a mi oído, aquellas dulces palabras donde me dedicabas cada arrebol de nuestros atardeceres que veíamos desde el pórtico, sentados en las pequeñas escaleras. 

Recuerdo aquella tarde donde mirábamos al cielo y tú te recostabas en mi pecho diciendo que nuestro amor era infinito, que en la eternidad tú y yo íbamos a estar siempre juntos, pero, supongo que solo fue una eunoia, un pensamiento bello que quedó en nuestras mentes y que mi corazón lo creyó hasta el fin de los tiempos, dime mi amor ¿Qué es lo que necesitamos?

Mi pensamiento tiene tu nombre en cada minuto y segundo de mi vida, no se que podría hacer sin más tiempo con tu ausencia, las horas pasan en cada día, no sabría que hacer ya, dame una respuesta para no estar con este miedo en mi piel, en mi ser y en mi alma. 

Te pido que regreses del infierno, donde tus atardeceres los pasas en soledad, donde no estas conmigo y no sientes mi calor; abrazarte hasta que nuestros miedos desaparecen con un "te amo mi amor"; amor de mi vida, que no me deja pensar en paz, dame un aliento para poder soportar tu ida, dame esa razón por la cual no puedo amar otra vez, recuérdame tu ser sin llorar y sin lamentarme tu adiós por última vez.

Ayúdame a tener mi eudaimonía, tener esa sensación de nuevo, así, como cuando te conocí y juraba que tenía lo mejor en mi vida. Mi vida luce gris rodeada de maravillosos libros de colores, de páginas talladas, de pastas cosidas a mano, no puedo sentirme más vacía, no puedo sentirme más triste que hoy en día, mi terrible ignorancia de que tú volverás se marca cada vez más.

Recuerdo desde el día que vi llegar tus ojos a mi vida, tu amor a mi alma; quiero seguirte amando, más sin embargo, mi alma añora con olvidar tu calor, amado mío, dejo escritas estas palabras en ausencia de no verte jamás, repara este amor cuando tu olvido ya se haya marchado de mi ser...

Te amo

Tu querida, Anne.



Después de días de haber escrito esta carta, su desesperación por volverlo a ver se hacía aun más grande, su lamentable desesperación la llevaba a niveles inigualables, todo parecía no cambiar y su vida se ahogaba en su triste biblioteca, no sabía que hacer, manejaba las finanzas desde casa, pero, todo era lamentable en su vida. 

Los vecinos la visitaban cada semana, haciendo que recobrara la cordura, pero, ella sentía que no era lo mismo, porque cuando ellos venían y él estaba en casa, las risas y los bailes cortos se daban con mucha alegría, --  hoy, todo queda en la nada, donde las voces de los buenos días se quedan vacilantes en la puerta de gran mansión que ahora poseo, la muerte sentirá lástima de mi, cuando reclame mi alma para llevarla al infierno, mas no recuerdo que tenga el cielo ganado, triste vida la que conllevo, después de todo, soy Anne Chelsea. -- 

Escritos sin fortunaWhere stories live. Discover now