Tras la cortina de Terciopelo

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Maegalcarwen

Todo le daba vueltas en la cabeza a Wen, cuando abrió los ojos se encontró en un salón amplio con pisos de dorado pálido, columnas de Marfil y paredes de mármol. El techo era alto y en forma de cúpula con diseños detallados y simétricos que parecían estar hechos con extremo cuidado.

Se tocó la cabeza que aún le daba vueltas- Dónde estoy?- pensó mientras recordaba a Lau mirándola mientras esta perdía su conciencia, pensó que iba a morir pero al parecer ese no fue el caso, aún así no entendía como era posible Laurelinad no podía haberla sacado de ahí....al menos no en las condiciones que él estaba.

- Estás bien?...

Una voz femenina y dulce la sacó de sus pensamientos está se volvió para ver tres chicas de aspecto juvenil pero una tan diferente de la otra como un diseño de contrastes. La que le hablaba tenía los cabellos blancos y los ojos sin pupilas, -una Serafín- pensó estos seres celestiales a diferencia de los angeles caídos decidían bajar por su propia voluntad y podían volver cuando quisieran a su hogar celeste, una chica con cuernos y piel rojo vino probablemente una demonio, la cual la miraba tan asustada como la otra y por último una medio elfa, la reconoció de inmediato, su cabellera brillante y cobriza y sus rasgos elficos, pero aún así no del todo faericos, su robustez y vivacidad resaltaban claramente su mitad humana.

- No, no estoy bien- continuó sintiendo ansiedad y desesperación ante los rostros desconocidos- dónde está mi acompañante, dónde estoy?- se alejó de ellas a la defensiva.

- Tranquila- dijo la Serafín y le señaló un bol con frutas serenamente- te han hecho beber una pócima de revitalización pero aún así estabas algo desnutrida, te vendría bien...

En un ataque de desesperación miró el bol y lo volteo, apartandolo con rabia. Las otras dos chicas se miraron y alejaron pero la Serafín parecía no tener cejar en su empeño y se acercó tratando de calmarla.

-Esta bien aquí no te vamos a lastimar estas en la casa de subasta El castillo de Terciopelo, aquí se...- la voz pareció cortarsele así que solo puso sus manos en los hombros de Wen, esta supo donde estaban y la voz de Lau le resonó en la cabeza- Esclavistas...

- Me llamo Nadiel, se que no es mucho pero estoy aquí para, lo que te haga fal..

- Que harán con nosotras?- preguntó Wen desesperada irrumpiendola.

- Nos...ve..venderán, lo más seguro en la subasta, pero nadie sabe nada más- La chica de cuernos y piel vino tinto se animó a hablar pero aún sin acercarse

- Mi estado de ánimo las alteró, bien, no tengo por que tratar de aparentar delante de nadie, nunca más, que vean que tan desesperada estoy- pensó Wen mientras dirigía su atención a esta.

- Y de tener que vender a un hombre?

- Estaría en la celda de hombres- Respondió Nadiel

- Genial- Wen maldijo para sus adentros y caminó de un lado para otro inspeccionando el lugar la Serafín fue la única que al cabo de un rato se le volvió a acercar y la interpelo.

- Em..no nos has....dicho tú nombre

- Para qué?- dijo Wen su personalidad huraña de pueblerina aislada le salía por los poros en ese tipo de situaciones, caminó hasta la puerta esperando que no le hablarán más, aún asi Nadiel parecía imperturbable ante los tratos bruscos

- Qué estás haciendo?- dijo la Serafín al verla tratar de forzar la puerta

- Intento salir y rescatar a mi acompañante

- Eso es imposible

- Si no intentas volar nunca lo harás- Dijo haciendo referencia a las alas que llevaba la Serafín, con ellas tenía más probabilidades que nadie de intentar escapar y aún asi parecía pasiva y aceptando su realidad. Aunque ella no tenía derecho a juzgar cuando la desesperación la abatió en el asentamiento Drow había aceptado su muerte, arrepentida pero aún enojona cerró los ojos y suspiró

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