Noche sin estrella

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Maegalcarwen

Como una flecha se lanzó sobre el guarda más a la izquierda el que tenía aspecto de Duegar, el enano se retorció , intentando no ser agarrado pero ella se negó a dejarlo ir, ágil y flexible giró la muñeca de este y la forzó hacia su espalda. Estuvo a punto de darle un rodillazo en el interior de la rodilla para desestabilizarlo, pero escuchó una voz conocida debajo de uno de los cascos, la voz que la acunó con historias nocturnas en estos últimos días.

-¿Lau?...- soltó al Duegar? y entonces fue consciente que el resto de las chicas se habían abanlanzado sobre el resto de los guardias, incluso Nadiel, estaba defendiendo su libertad, lo cuál la sorprendió- ¡Esperen!!!!.

En el momento el guardia en el medio descubrió su rostro. Su rostro de color ceniza y sus ojos dorados brillaron combinando con los adornos del pasillo detrás de ellos. Los rasgos duros de Lau parecía relajarse un poco y ella sintió entonces que podía relajarse también. -Pudo escapar por si solo- pensó y vió como lo demás se quitaban los cascos para revelar a dos elfos un medio demonio y lo que más la sorprendió fue el Duegar que al parecer estaba de su bando. Este mismo silbó y miro a Lau con picardía.

- Que fiera~ - soltó el duegar y los otros tres se mofaron en silencio seguido de un chasquido de lengua por Lau, haciendo que se le subieron los colores, hasta las chicas parecían divertidas.

- Veníamos a salvarlas pero al parecer tenían eso ya cubierto- dijo Nix.

- Lo mismo podemos decir nosotras- cacareó Elaine.

- Las charlas de presentación para luego- acotó rápido Lau- ahora sólo podemos movernos, y necesitamos encontrar una ruta, Hind.

El duegar asintió y volvió a colocarse el casco. Los demás lo imitaron, Wen miró a Lau haciendo lo mismo y pensó que extrañaría ver su rostro y su sonrisa sarcástica marcada por sus afiladas facciones. Acababa de volverlo a ver, de una pieza pero aún no era suficiente, este pensaminto la hizo enojar consigo misma- Maegalcarwen, está a salvo, que más puedes pedir- un par de cosas más pasaron por su mente, pero su orgullo y vergüenza no le permitían aceptarlas. Y menos con él estando frente a ella tan seguro y cómodo- Maldición si estuviera al menos herido podría intentar confortarlo, curarlo...abrazarlo.

- ¿Wen? - dijo este sacándola de sus pensamientos- ¿estás escuchando?.

Llevaban unos segundos hablando de algún tipo de plan al parecer Elaine y el Duegar, que llamaban Hind, discutían sobre como salir, Lau por su parte se había acercado a ella para comprobar que estaba bien. Esta sólo miraba sus labios moverse era la única parte que no estaba cubierta por el casco y solo alcanzó asintirle sobriamente, esto al parecer lo alivio pero notó como se dibujaba en sus labios su típica sonrisa.

- Ni siquiera me dejas rescatarte, la otra vez fue igual, tuviste que hacer un hueco en el piso para opacar mi noble intento de...

- De morir acuchillado por tu propia gente- alzó una ceja comenzaba a seguirle el juego.

- Naitïe* (Ciertamente*)- mencionó este en élfico, sonriendo y aceptando su derrota y antes de volver con los demás, ambos sonreían con las mejillas algo ardientes apartando las miradas al compartir en su propio lenguaje secreto algo que solo ellos comprendían, quizás era lo más sensato, al verlo sentía que actuaba de forma diferente quién sabe que haría si le seguía el juego por mucho más tiempo.

El plan era simple, atravesar la casa de subastas, fingiendo ir a participar en esta. Era por mucho el plan más seguro, y el que más probabilidades de triunfo tenían. El escenario de subastas era la vía más directa a la entrada principal de el Palacio y aún así tendrían que salir de la montaña usando uno de los elevadores de la ciudad enana, ya que el lugar estaba debajo del subsuelo, esto significaba robar una de las llaves que accionaban estos artefactos, por suerte los guardias del salón donde se realizaba la subasta contaban con estos artículos para así poder escoltar a los invitados fuera del Palacio siempre que fuera necesario. Por otro lado, la venta de personas no empezaba hasta después de la media noche, y antes de comezarla se hacía un acuerdo de confidencialidad, el cual tomaba unos 10 minutos, los que no estaban interesados se retiraban en ese tiempo se levantaba el hechizo que mantenía cerradas las puertas del Palacio de Terciopelo y así salían los compradores, esa era la única oportunidad que tenían para escapar.

Sacred LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora