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ASKELLA
Papá no me ha dado otras tareas, lo cual es extraño porque suele atiborrarme de medicamentos y trasfusiones hasta que no logro pararme de la cama. Una vez que le pregunté por qué era tan necesario que yo fuese parte de sus experimentos y lo que obtuve como respuesta fue a mi primera muñeca, Lily.
Es un hombre ocupado, lo sé porque pasa mucho tiempo fuera de la mansión y cuando está se la pasa encerrado en los laboratorios subterráneos. A veces cenamos juntos, cuando su humor es excepcional, y en otras me lleva con él a su oficina para que le lea sobre sus libros favoritos. Cada estante que tiene está repleto de enciclopedias de anatomía; algunas muy generales y otras demasiado específicas, también tiene textos sobre procedimientos quirúrgicos y artículos de fármacos que leo en voz alta sin entender, porque me aburren con facilidad.
Según me dijo una vez Julia, papá es un científico de renombre. Eso fue lo único que me contó y me ahuyentó escaleras arribas al invitarme a observar a una rata contagiada de nervosis.
Siempre he pensado que sé muy poco sobre papá, no tengo idea del por qué nos parecemos tan poco y mucho menos conozco la razón por la cual no decidió vivir conmigo y con mamá. Él sólo arribó en el momento exacto, pues yo tenía cuatro años cuando el pueblo en el que vivía se llenó de infectados; sin papá habría muerto, él me rescató y me trajo aquí.
Todo lo que hace es muy extraño y guarda demasiados secretos que, al parecer, es mejor no saber. Pero yo quiero descubrirlos, ya no soy una niña pequeña y sé que no puedo permanecer toda la vida encerrada aquí. Necesito conocer el mundo.
Lo único que tengo de consuelo es la fotografía que tomé. No sé si él sea un aliado o un enemigo, de cualquier forma, ha sido lindo acostarme con su imagen bien grabada a mi memoria.
No quiero que le hagan daño.
¿Eres tonta? Él ni te conoce.
Pero fue amor a primera vista y si algún día coincido con ese pelirrojo, entonces le hablaré bien de mí para que él también se enamore. Sé que en una relación todo debe de ser recíproco, así que tengo que esforzarme para que me quiera tanto como yo a él.
Depravada. Acabarás muerta como se enteren que husmeaste en los archivos.
Ya lo sé. Se suponía que iría a devolver la foto tan pronto como fuese posible, pero es que nunca había visto una cicatriz que se viera más atractiva que la del pelirrojo y, cuando me di cuenta, de nuevo estaba atrapada entre sus facciones armoniosas.
—A lo mejor papá ni siquiera ha notado que le hace falta la fotografía —le digo a Huni mientras coloco un listón amarillo en su coleta—, tiene tantos documentos que...
En cuanto recuerdo algo, mi atención se dirige hacia el calendario que colgué de la pared y contengo un suspiro al ver el día que se encuentra encerrado en un círculo rojo.