REINO DE IBRATON. Año: 1820.
5 años antes.
"¡Amo a quien me mata! Pero ¿cómo puedo perdonar a quien te mata a ti?" Ellis Bell.
Serendipia.
Sonreí abiertamente al ver una silueta conocida entrar por la puerta, me levanté casi tropezando con mi vestido blanco de dormir.
Camine apresurada a la puerta en donde él estaba firme, esperándome con los brazos muy abiertos. Cuando llegué envolví mis brazos en su cuello y me impulsé con un brinquito para arriba de la emoción. Él me sujeto de la espalda y me levanto del suelo, dándome vueltas.
En la alcoba solo se escuchaban mis chillidos de emoción y las carcajadas de mi padre. Me sentí como una niña pequeña en ese glorioso momento.
Mi padre había salido a otro reino, por razones que no me comentaron. Pero regresaron mucho antes de tiempo.
Cuando me solté y dejé de gritar, nos fuimos a sentar en mi pequeño sillón rosa chillón.
— ¿Cómo te fue? ¿Podemos agregar un nuevo reino al mapa de Ibraton? — pregunte, muy emocionada y atenta a su respuesta.
— No, Jenny esta vez no. Esta vez fui a firmar cosas, Ya sabes cosas aburridas de ser rey. — Hizo señas con la mano restándole importancia.
— Está bien, tomaremos reinos después. — dije restándole importancia.
— Tu madre nos está esperando en el jardín. — me tendió la mano, pero se la negué con un movimiento de cabeza.
Baje mi vista a mi vestido de dormir No creo que le dé gusto verme vestida así.
Me sonrió e hizo una reverencia burlona.
Cuando salió de mi alcoba vi entrar a dos de mis damas.
— Buenos días, señoritas — les hablé a las dos damas que tenía a mi lado.
— Buenos días, Jenny — Dijeron, Leonor y Antoinette.
Las dos se acercaron a mí con cepillos y dos vestidos distintos.
Leonor me cepillo apresuradamente el cabello y Antoinette me mostró un vestido. Era ancho con demasiadas capas, la parte de arriba estaba formado por un corsé blanco con mucho encaje con forma de flores (igual blanco) la última capa era azul claro con un estampado floral de distintos colores. Al vestido le salían unas mangas a los codos con encaje blanco al final. Me puse unos zapatos cerrados y bajos azules. Me dejaron el cabello medio recogido con trenzas y todo lo demás suelto, pero peinado.
Me miré en mi espejo y me levanté para dirigirme a la puerta.
— Gracias. — Les sonreí. Hicieron una reverencia y se plantaron detrás de mí.
Las tres juntas conmigo en medio, caminamos al jardín para tomar el desayuno con mis padres. Se veían muy ansiosas, cosa que me extraño demasiado.
— Hablen. — Exigí curiosa, sin dejar de caminar.
— Hay un joven muy apuesto en el jardín con los reyes — soltó, Antoinette.
— ¡Anne! — chillo Leonor.
— ¿Qué?, ella preguntó. — se limitó a encogerse de hombros.
Deje de caminar sorprendida.
— ¿Qué? — pregunte extrañada.
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kalopsia. (borrador)
Historische RomaneLas relaciones siempre son difíciles en cualquier contexto, pero ¿que pasaría si fueras una joven princesa que se casa con quien le promete que será el amor de su vida? Y peor aún, ¿Qué harías si esta persona no fuera para nada como se te prometió? ...