CAPÍTULO 32

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Las cosas marchaban bien, grabábamos videos para las redes sociales una vez a la semana, salía con mi hermana de vez en cuando, iba a mis clases de música y pasaba tiempo con Leo

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Las cosas marchaban bien, grabábamos videos para las redes sociales una vez a la semana, salía con mi hermana de vez en cuando, iba a mis clases de música y pasaba tiempo con Leo. Cuando mi padre estaba en casa teníamos nuestros momentos en familia como en cualquier otra ocasión.

Era feliz.

Después del altercado con la madre de Leo no había pasado nada, aunque tampoco habíamos estado frente a ella como para comprobar ese hecho, realmente evitaba lo más posible no tener que cruzar palabra con esa mujer.

—Ay, ten cuidado —le dije.

Leo cepillaba mi cabello hacia atrás mientras hacía una cola, luego aseguró que iba a hacerme una trenza, en estos últimos dos meses me había dado cuenta que le gustaba jugar con mi pelo, siempre que tenía la oportunidad intentaba peinarme y no podría asegurar que se le daba muy bien. Geral se reía cada vez que veía lo que me había hecho en la cabeza.

—Esta vez sí queda. —Reí.

—Pudiste haber estudiado para ser estilista —me burlé.

—Eres mi mejor modelo, deberías estar orgullosa. —Soltó mi coleta y no estaba tan desproporcionada como la última vez.

—Lo estoy, siempre lo estoy de ti —dije dándole el frente.

—¿Segura? Porque creo que solo lo haces por los mimos —añadió mientras tomaba con sus manos mis cachetes y los estrujaba como le suelen hacer a los bebés.

—Uy, me atrapaste —reí—. Me quedo junto a ti porque amo con locura tus mimos.

Leonardo se echó hacia atrás y me llevó consigo, mi cuerpo reposaba sobre el suyo, mi rostro sobre su pecho caliente, sus brazos envolviendo mi cintura y sus dedos dibujando figuras invisibles en la franja de piel expuesta cuando se alzó mi camisa.

—Te quiero —susurré mientras dejé un beso en su cuello.

—Y yo a ti. —Sentí como dejó un beso en mi frente, podría durar horas de esa forma y no me iba a cansar de ella. Había algo sobre estar con esa persona especial para ti en silencio, llenando los vacíos sin palabras, era algo difícil de explicar.

Moví mis manos trazando la piel de sus brazos, su cuello, su cabello y tarareaba en el proceso, pinté caricias en su piel y él pintó en la mía. Sin darnos cuenta hacíamos de los mimos un te quiero, de nuestras manos un instrumento de placer y de nuestros labios un camino al cielo.

Leo me besó como nunca lo había hecho, me recorrió como si de un explorador se tratase y me hizo vibrar en el proceso.

—¿Puedes ver las estrellas?

Lo hacía, vi las estrellas cuando me entregué a él, cuando no solamente le estaba dando mi alma, sino cuando decidí entregarle mi cuerpo.

Ese día decidí que sí podía ver estrellas, Leo me hacía llegar a ellas, las tocaba, las saboreaba tan solo con el roce de su piel con la mía, con el vaivén de dos almas que bailaban sin música y que no tenían fronteras para amar.

—Sí, puedo ver las estrellas. 


Todos ustedes:
👁 👄 👁

Todos ustedes: 👁 👄 👁

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¿Puedes Ver Las Estrellas? ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora