01| "Lluvia Solitaria"

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Solitario.

Deriva de las palabras solo, sin compañía y quizá como sinónimo un lugar que se encuentra frío o desolado.
Poe conocía muy bien esa expresión, la mayor parte de su tiempo la pasaba así, y eso estaba bien. Siempre se mantuvo cómodo en su espacio, sin nadie más que especialmente su mapache en compañía.
A las afueras, la lluvia igual, por extrañas razones siempre estaba presente con él.

Y era curioso, meditaba Poe. Que la lluvia era todo un efecto que le daban a las historias como si de la cereza del pastel se tratara. Notaba que cuando la ambientación contenía este elemento todo era mucho más especial.

O doloroso, como le recordaba mayormente. Pues era infalible la lluvia en un rechazo amoroso, una pérdida o un evento trágico. Poe se preguntaba, el por qué sucedía eso a menudo en los clichés de romance. La escena era siempre, una declaración crucial, dónde el protagonista pone toda su alma y corazón en confesarse, mientras la otra persona le dice que simplemente no le corresponde.

Y empiezan a caer frías gotas de la lluvia.

Si, hacía todo mucho más extrañable y ambientado el que hubiera ese pronóstico específicamente. Y quizá aquella historia ficticia no estaba tan lejos de ser una realidad para él.

Poe también meditaba, en porqué siempre padecía de lo mismo que aquel protagonista, en una ocasión lo hubiera dejado pasar pero, casi siempre era un bucle del que parecía no poder salir.

No podría librarse nunca de los rechazos amorosos.

Siendo alguien tan codependiente como lo era el castaño, le era bastante fácil enamorarse y gustar de personas, las cuales posiblemente nunca le hicieran caso alguno. Era como una especie de maldición de la que no podía deshacerse, siempre aturdido con el corazón en la mano, demostrándoles todo lo que les podía brindar, todas sus emociones casi adolescentes pero a sabiendas de que sería en vano.

De sus citas, la mayoría fracasaba. Las velas aromáticas, la música tranquila y una cena costosa nisiquiera parecían ser suficientes para poder persuadir a la persona de que él era una buena opción o partido. No... Ni la luz de la suave luna o el violín lo ayudaron con eso.

Edgar llegó a pensar que quizá era porque eso estaba anticuado, que no le agradaban a sus citas porque era muy clásico o tedioso. Pero... Siendo el estilo de alguien como lo era el castaño, simplemente no podía mandarle un mensaje a la persona confesándose.
Lo veía tan escéptico.

Así que mientras los días pasaban, el reloj resonaba en su grande mansión, con el adjetivo del principio. Solitario. Se comenzaba a resignar pues su alma se afligía a la dolorosa idea de que nadie lo lograría comprender. Al igual que la Diosa Afrodita lo repudiaba en todos sus sentidos literalmente.

Oh, que gran dilema que era para Poe.

Y por una parte, trató de ignorarlo. Trato de no pensar en ello. Por todos los medios, lo intentó. Pero... Al ver siempre que ocurría lo mismo, al repetir una rutina que no tenía otro final, escuchando solo como la lluvia haciéndolo sentir peor se burlaba de él. Si... Por cualquier cosa realmente lo intentó.
Pero como cualquier otro ser humano, sus sentimientos de insuficiencia siempre tuvieron que salir a flote. Aquel castaño, solo soñaba en encontrar a alguien ideal para él, a no quedarse el resto de sus días pasando soledad como ahora. A querer a alguien cerca. A querer tocar su mano y hacer esas típicas cosas triviales que hacen las parejas románticas. Y suspiraba mil veces al día porque... parecían ser solo sueños.

Y ya no tenían sentido alguno. Borró aquellos malos recuerdos de su mente y Poe volvió su vista a la novela que trataba de terminar para su próximo proyecto. Con el día estando gris, nublado e inspirándose para terminar. Claro, al menos intentó concentrarse, hasta que un timbre con sonido de cuervo resonó en su habitación.

— ¿H-hola? Habla Edgar Allan Poe.

Murmuró con una voz nerviosa, pues mayormente no recibía llamadas ni mucho menos de desconocidos.

— ¡Hey Poe-kun! Habla Ranpo, quería invitarte hoy a una fiesta que hará la agencia. Tiene que ver con un nuevo integrante y esas cosas, ¿Vienes?

Edgar palideció un poco, por haber reconocido aquella voz juguetona de alguien a quien por supuesto, nunca le hubiera esperado una invitación de su parte.

Y dándose cuenta de que había hecho demasiado silencio y sin haberle dado una respuesta a su "rival" quien era como usualmente le llamaba a la otra persona en línea, el más alto simplemente accedió.

— C-claro, e-eh ¿Cómo conseguiste mi número?

Una cuestión que se estaba haciendo internamente y necesitaba una respuesta o no estaría en paz. Porque... ¿Pará que quisiera su rival, su número telefónico? Era bastante como, lo había derrotado y dado la humillación de su vida, ¿Acaso no le fue suficiente aquello?

Claro que... Estaba algo a la defensiva por lo extraño que le parecía la situación.
Pero se confundió aún más cuando solo Ranpo se rió al otro lado de la línea por su importante pregunta.

— Neeh, tengo mis contactos. Aparte hacia mucho tiempo que quería mantener comunicación contigo. Pero fuera de eso ¡apresúrate si quieres venir, están repartiendo pastel!

Y así como en casi muchas ocasiones, aquel pelinegro lo había dejado pasmado, de nuevo lo hizo terminando con la llamada.

Dicho castaño, no tardó tanto en arreglarse y llegar a las puertas de lo que era la agencia. Titubeante, alisó sus ropas un poco más de los nervios que le colmaban, casi nunca asistía a eventos sociales y.. aunque en el fondo de su ser no quisiera admitirlo, se arreglaba aún más porque tal vez quería verse bien para el más bajo.

Tocó la puerta dos veces, pacientemente esperó y volteó a ver al clima por unos segundos. Pareciendo que quería llover en un punto intermedio. Y la brisa se sentía gélida. Simplemente deseaba que no lloviera.
Hasta que la puerta de la agencia se abrió y con un Ranpo emocionado, saturado de dulces en la boca lo invitó a pasar. Tan resplandeciente que era aquel chico, que conmocionó un poco a Edgar. Que lo trató como si fuera alguien especial y le prestó toda la atención del mundo a lo que decía de sus novelas. A insistirle que le trajera sus proyectos, a hablarle con un cariño que le ponían los nervios de punta y las mejillas sonrosodas. Aunque en el transcurso lo haya olvidado solo un rato para conseguir más dulces- e invitarle-.

Y... Si de algo no se dió cuenta Poe, fue de que aquellas nubes grises del cielo se disiparon, trayendo consigo un sol tan cálido y brillante, acogiendo su corazón en aquella fiesta, en la compañía de su amigo, rival, Ranpo.

Tal vez después de todo, podría tener la oportunidad de volver a sentir esos sentimientos de ternura. Y tal vez, solo tal vez, Ranpo Edogawa sería el primero en corresponderlos.

 Y tal vez, solo tal vez, Ranpo Edogawa sería el primero en corresponderlos

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Lonely Rain | 𝐑𝐚𝐧𝐩𝐨𝐞 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora