CERO

33 6 2
                                    


Si no estás aquí, nada de esto tiene derecho de existir.


Sus ojos carentes de vida y su expresión neutra cambiaron al ver a toda esa gente sonriente.

Observaba desde las penumbras como lo venía haciendo desde hace un tiempo. La envidia se convirtió en odio cuando los recuerdos lo invadieron y bastó un chasquido para que lograra su cometido.

Esto solo es el prólogo de una tragedia.

El hecho de que la humanidad no se haya percatado no era una sorpresa ¿Cómo podrían haberse dado cuenta cuando sus intereses no estaban más allá de los propios?

No importaba.

La calamidad ya había brotado desde lo más profundo y estaba decidida a arrasar con todo.

No había razón alguna para que la tierra siguiera existiendo.

Metió las manos en los bolcillos de sus pantalones y le dio la espalda a aquella colorida ciudad.— Todos pueden tomarse de la mano e irse al infierno.— murmuró antes de desaparecer.

Y el estruendo no se hizo esperar, todo lo colorido y armonioso se convirtió en lo contrario.

—Llegamos tarde.—los ojos sin brillo de aquel muchacho miraron desde arriba la ciudad en ruinas.—Esto es...— Su cabello negro junto a sus ropas se movían debido al aire y sus pies no tocaban superficie alguna.

—Vaya, ya comenzó.— dijo sin sentimiento alguno, posicionándose a un lado de su compañero.— Apenas podemos seguirle el paso.

Abajo, el escombro de lo que alguna vez fue un edificio colapsó, provocando los gritos asustados de la gente que intentaba huir.

—Vamos.— prosiguió, pasando una mano entre su cabello anaranjado.— Tenemos trabajo que hacer.

Un suspiro cansado salió de los labios del pelinegro.— Odio su raza.

El pelinaranja bufó una risa.— Fuimos como ellos, no lo olvides.

—Solo aparentamos ser como ellos para "Encajar"— gruñó, simulando las comillas con sus dedos.— Y, eso no quita que los odie, destruyen todo lo que tocan, mira lo que han hecho.

—Eso no te lo niego. Pero hey, aquí lo importante es que no necesitamos su ayuda.

El pelinegro bufó.—Es algo mucho peor, debemos protegerlos.

El pelinaranja se cruzó de brazos. —Si no lo hacemos la tierra ya no será la tierra y no tendremos donde vivir.

La expresión del pelinegro se arrugó en una mueca de fastidio.— ¿Por qué debemos encargarnos nosotros?— preguntó al girarse, avanzando hacia el cielo nocturno, dejando atrás la ciudad en llamas.— Fueron los de su raza los que ocasionaron esto.— hizo una pausa y mordió el interior de sus mejillas.— Debieron dejarlo en paz cuando se les advirtió...

El muchacho de cabellos naranjas suspiró.—Bueno Yoongi, ya sabes, el humano es codicioso.

—Si Hoseok, los humanos son codiciosos... y estúpidos también.

Hoseok miró tras de él, sus ojos y rostro se iluminaron debido a las llamaradas que emergían de la ciudad.— Si, tan estúpidos que no se dieron cuenta que se estaban metiendo con el rey de la calamidad.

 
Yoongi asintió.—Le quitaron lo que él más amaba y ahora...


Abajo, hubo una explosión, suspiraron y ellos desaparecieron, ignorando los gritos de ayuda.








Jamás pensó llegar a tal extremo, pero ellos lo provocaron, no había vuelta atrás... a menos que tuvieran una máquina del tiempo para arreglar lo que habían hecho y Jungkook dudaba que la tuvieran.










Tkooie_💜

CONTIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora