decisión del albino

221 17 1
                                    

En la vida hay muchas cosas que pueden llegar a dar un colapso emocional, o hasta desmayarnos. Sea ser padres por primera vez, entrar a la U, tu primer viaje o que tengas miedo a las alturas, etc.

Bueno, así se sentía Lincoln ahora. Las noticias sobre el concurso eran algo imposible de evadir, y los chismes aún más. Tras cerrar la computadora, decidió hacer ejercicios de respiración para relajarse.

- Vamos, Lincoln, no tengas miedo. Sé que voy a ganar, o al menos........ quiero quedar en los mejores puestos. NO, sí o sí quiero ser el número uno. Solo me queda esperar.

El pensamiento era difícil de evitar, pero aun así quería despejar su mente, por lo cual decidió salir a ver una película, o pasar por el centro comercial. Ya con el permiso de sus padres, estaba por salir cuando alguien toma su manita. Se trataba de la pequeña Lily.

- Oh, hola Lily ¿necesitas algo? -dijo en lo que la cargaba-

- ¿Pedo ir contigo? –dijo toda inocente, y la verdad no quería decirle que no, pero debía ser fuerte-

- Perdona, Lily, pero la verdad estaré ocupado. Aunque, te traeré algún dulce, porque eres mi hermanita favorita -dijo eso último en susurro para no alertar a las demás hermanas. A veces son como murciélagos cuando se trata de chismes-

Tras hacerle cosquillas a Lily, y dejarla correr por toda la casa, abrió para finalmente salir, pero para su sorpresa Lucy estaba frente a él. Algo difícil de creer ya que estaba en su habitación cuando bajó las escaleras.

- Hola, hermano. Veo que tienes pensado salir a despejar tu mente

- La verdad, sí. Vaya que lees la mente de las personas –dijo por lo irónico de la situación. No era la primera vez que Lucy adivina algo con todo detalle-

- Me preguntaba si quisieras ir conmigo al café uno de estos días. Yo invito

La verdad era una oferta muy tentadora, sobre todo que no se estaba tornando en un ambiente tétrico.

- Suena bien, yo te aviso ¿ok? Por cierto ..........

Para sorpresa de Lucy, Lincoln le dio un abrazo, y lo que le susurró derritió su frio y gótico corazón.

- Lamento mucho haberte preocupado por ya sabes, de hecho, disfruté mucho nuestras charlas privadas. Eres una gran hermana, y estoy totalmente seguro que todo sueño que tengas lo vas a cumplir

Le movió el flequillo para ver sus bellos ojos. Era tal como los recordaba. Uno tenía un tono azul que era casi tan claro como el propio océano, y el otro ......... Era de un tono rosa, pero dicho ojo parecía que estuviera sangrando. Al menos no tenía problemas de vista, después de todo.

- Me alegro de poder ver tan maravillosos ojos. Tus ojos son un deleite que incluso ángeles y demonios pelearían por ti.

Lincoln se fue tras decir eso, dejando a Lucy agarrando su pecho ante tas bellas palabras de quien fue su inspiración para ser escritora.

Caminar por todo el centro comercial debería darte algún sentimiento, o deseo de ir a alguno de los locales que había a su alrededor. Más, sin embargo, nada podía calmarlo, y el pasar por el salón de juegos no lo alegró mucho debido a que las atracciones le daban terribles recuerdos.

Decidió ir a comer algo, pero la verdad tampoco sabía qué elegir, hasta que una mujer le ofreció un palito que llevaba fresas con chocolate.

- Hola. Estas fresas las invita una admiradora secreta -sonríe-

Lincoln tomó el postre, pero la verdad quedó confundido. Decidió mirar a su alrededor sin parecer sospechoso, cosa que notó una silueta alejarse al notar que lo habían visto. Lincoln decidió perseguirlo ya que nada tenía que perder. Por desgracia lo perdió de vista en el salón de juegos. Armándose de valor, decidió entrar, pero sin éxito alguno.

- Maldición, creo que perdí su rastro ¿por qué me invitó las fresas?

- Quizás simplemente quería ayudarte a sentir mejor

Lincoln volteó para ver en la banca que estaba detrás de él, y para sorpresa la persona misteriosa era Luna, solo que, llevando una chaqueta oscura, y unos jeans oscuros.

- ¿Luna? Vaya, sí querías sorprenderme, sin duda lo lograste –dijo aguantando las ganas de reír sin parar-

- No es solo eso. Ven conmigo ¿sí?

Lincoln siguió a Luna hasta que se alejaron de la vista de todo el mundo. Decidieron ir por los pasillos que solo los empleados usan, pero no les fue problema entrar. Lincoln comenzaba a inquietarse, pero sentía que Luna no le iba a hacer una broma o algo malo.

- ¿Todo bien, Luna?

Pero ella no respondió. De hecho, se detuvo en lo que podría ser un punto muerto, ya que seguramente nadie los encontraría. Luna volteó, caminó lentamente hacia él, y entonces.............

Lo besó, justo en los labios. Lincoln al principio se sorprendió, de la sorpresa a la negación y querer alejarla, pero entre más fuerza ejercía, la verdad era imposible, y finalmente perdió las fuerzas para luchar contra ella.

- Por favor no digas nada apresurado ¿sí? Deja que tu mente se calme, y solo así podrás decir con todo tu corazón lo que sientes

Su expresión alegre era difícil de mantener ya que corría el riesgo de un posible rechazo. Lincoln, por otro lado, estaba sin palabras. Su mente le decía que corra, pero otra parte de sí mismo.........decía que le regresara el beso. El tiempo se congeló para él, y una de las dos voces en su cabeza tomó la decisión.

El dulce sueño de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora