A deal is a deal

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"Esta es la quinta noche seguida", pensó Diluc, "que ese bardo inútil consigue irse borracho y sin pagar la cuenta". Con gran esfuerzo logró no romper el tarro que tenía entre sus manos mientras el enojo acumulado le torcía la expresión.

Para ser honestos, Diluc nunca habría esperado que ese borracho con cara de niño fuera tan hábil. Sabía de cierto que solía engatusar a alguno que otro cliente para que le pagaran una copa, entre canciones y risas y el eventual intercambio de miradas y toqueteos ya más entrada la noche, el encanto del bardo era difícil de negar.

A Diluc podía no gustarle ver el espectáculo convertirse en algo cada vez más lascivo, pero por un lado, eran cosas que siempre sucedían en una taberna y por otro lado, no tenía que ver esas cosas con demasiada frecuencia dado que las noches en las cuales tomaba el puesto detrás de la barra no eran muchas ni muy seguido e incluso había noches donde el bardo no se aparecía, por extraño que sonara. A decir verdad, esto le causaba cierta inquietud a Diluc, que negaría siempre preocuparse por él, pero por dentro sabía que no se sentía tranquilo hasta ver la sonrisa idiota del bardo y escuchar su ridícula voz coqueteando con sus clientes.

"Seguro tiene algo que ver con el viajero y sus aventuras", Diluc pensó para sí. Él mismo había salido de aventura varias veces con el muchacho rubio, había peleado a su lado y reconocido su valor después de varias batallas y enemigos vencidos a su lado. De la misma forma que el viajero, el bardo que ocupaba sus pensamientos se veía débil y podría decirse que hasta frágil, pero Diluc sabía reconocer la fuerza y el poder en aquellos que observaba. No importaba que tan débil se viera físicamente, estaba seguro de que había un misterio que rodeaba al escurridizo joven, y aunque no supiera exactamente de qué se trataba su secreto, sin duda era mucho más de lo que dejaba ver.

Fuera lo que fuera, ese descarado cara de niño había logrado hacerle enojar mucho más que de costumbre ahora que Charles había tenido un accidente y había tenido que ausentarse del trabajo por dos semanas. Diluc había estado tras la barra ya una semana completa y con ello se habían hecho aparentes muchas fallas a la hora del servicio, principalmente en lo que concernía a Venti. El tabernero era un buen empleado y Diluc siempre había confiado en él pero después de esta semana se había dado cuenta de las mañas del bardo para evitar pagar una sola mora y beber sin fin hasta la mañana. Había que reconocer su habilidad, pues entre el sutil encanto del tipo, su rapidez y la buena estrategia de pedir las bebidas en los momentos exactos de distracción o prisa por atender a grandes grupos, seguro había sido fácil para él escabullirse y pretender que la bebida que tenía en la mano había sido un regalo de un embelesado cliente.

No es como que Diluc no hubiera observado antes las artimañas de Venti, pero al no estar al pendiente todo el tiempo de lo que sucedía dentro de la taberna, jamás había notado la enorme cantidad de bebidas que se perdían en cada una de sus visitas. Hasta sonaba peligroso para su salud..."Pero no, no es que me preocupe en realidad su salud", pensó para sus adentros "Ese bardo inútil no me representa nada más allá de un dolor de cabeza y un problema financiero. Esto no puede seguir pasando". Su malhumor solo crecía mientras más pensaba en ello, así que tomó la decisión de encarar al bardo en cuanto apareciera aquella noche, si es que buscaba continuar con su racha de días borracho de a gratis. Ya vería cómo hacer que pagara sus deudas...

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Después de un día completo de corretear tras Aether, Venti estaba que no podía más. No es que no le divirtiera pasar el rato con él, jugar a ser aventurero era de sus actividades favoritas, pero siempre terminaba demasiado cansado y sediento, con ganas de perderse en una botella de vino (o 20) y no saber nada del mundo. Jugar a las aventuras con alguien siempre le traía buenos recuerdos, aunque había días en los que esos mismos recuerdos sabían agridulces y entonces Venti sabía que tenía que desahogar sus penas con lo que fuera. Puede que hoy fuera uno de esos días...pero no si Venti podía evitarlo. Hoy no estaba de humor para enfrentar sus recuerdos, y la primera vía de escape era ir directo a la taberna.

DiluVenWhere stories live. Discover now