Part 5: 🥤

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— Hola, señora Min —dije con una breve sonrisa.

— Oh, pasa cariño, están arriba —me indicó apartándose a un lado para dejarme entrar.

Yo le contesté con una pequeña reverencia y me liberé de la funda de la guitarra que llevaba al hombro para cogerla del mango, pero me sudaban tanto las manos de los nervios que casi se me cae.

Sabía que si la cagaba otra vez con Yoongi, no habría otra oportunidad, así que me había jurado a mí mismo que iba a ser la persona más dócil del universo, ni broncas, ni pullas, ni mierdas. Accedería a todos los cambios que Yoongi quisiera y reescribiría todo lo que tuviera que reescribir sin decir ni mu. Por el grupo, pero sobre todo por ella.

Mientras subía las escaleras, una suave melodía a piano llegó a mis oídos y entonces, la voz áspera de Yoongi:

— ¿Qué pasó ayer? Park Ari va diciendo por ahí que la dejaste tirada.

— No pasó nada, se me olvidó que habíamos quedado, así que le escribí para disculparme y ya está.

— Pues parecía bastante cabreada...

— ¿Desde cuándo te importa tanto cómo esté Park Ari?

— No, si a mí me la suda, pero no es del tipo de personas que quieres cabrear.

Seguí avanzando por las escaleras, preguntándome si esa chica de la que hablaban sería la que estaba con Sunie cuando fui a su instituto a recogerla. Entonces, la melodía del piano se volvió algo más taciturna, casi melancólica.

— ¿Seguro que no pasó nada? Sabes que a mí me lo puedes contar. Me acojonaste un poco cuando no contestaste a mis mensajes. Dejé la ventana abierta y todo...

— Yoongi, ya te he dicho que no pasó nada. Lo siento si te preocupaste, pero no puedes pensar que me pasa algo cada vez que no te conteste un mensaje al instante.

La música se paró de golpe y me quedé congelado al inicio de las escaleras.

— Solo quería asegurarme de que estuvieras bien, nada más. Y no es que no contestases al momento, es que no contestaste.

— Ya te lo he dicho, no miré el móvil en toda la tarde y me fui a dormir pronto. ¿Podemos dejar el tema? Joonie va a llegar de un momento a otro y... joder, ni siquiera debería estar aquí.

— ¿Qué? ¿Qué quiere decir eso? —preguntó él, pero solo recibió un silencio aplastante como respuesta.

Apreté los labios, sin saber muy bien qué hacer: si recorrer el poco pasillo que quedaba hasta la habitación de Yoongi o esperar un rato, y entonces la voz del chico se oyó casi en un murmullo:

— Vale, tranquila, que no voy a molestarte más.

En ese momento me quedó claro cuál era la mejor opción: desanduve mis pasos y empecé a subir las escaleras de nuevo intentando pisar muy fuerte.

— ¡Gracias, señora Min, ya subo! —grité por si acaso al aire.

Cuando entré a la habitación, Yoongi estaba tocando el teclado otra vez y Sunie estaba sentada en la cama con las piernas cruzadas, vestida todavía con la falda y el jersey gris del uniforme. Alzó la cabeza para mirarme y forzó una sonrisa intentando aparentar tranquilidad, aunque sus ojos contaban otra historia.

— Hola, Joonie.

— Hola, Sunie —contesté dando dos pasos hacia ella y se me quedó mirando con esa carita que ponía a veces, esa por la que parecía que necesitaba un abrazo muy fuerte y muy largo, y en mi cabeza, imaginé que eliminaba la distancia que nos separaba y hacía precisamente eso, abrazarla hasta que me dolieran los brazos.

D I S B A N D M E N TDonde viven las historias. Descúbrelo ahora