Capitulo 2 - Conociendo

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Habían pasado un día y medio, los foráneos trabajaban en la construcción de sus casas o ayudando a los que próximamente serían sus vecinos en sus tareas diarias. Estaban sorprendidos de lo rápido y eficientes que eran todos.
Cada vez aprendían más de los nuevos integrantes de la comunidad y lo que podían hacer cada uno, incluyendo los Madrigal. No eran tan impresionantes como ellos según las propias palabras de los más chicos al ver todo lo que podían lograr aquella extensa familia, tampoco eran tan hábiles, pero facilitaban muchos trabajos de gran manera. Incluso cuando el Encanto podía expandir el pueblo ellos no lo aceptaron, ya era demasiado lo que estaban obteniendo de sus nuevos vecinos y estaban acostumbrados a ganarse las cosas sudando.

Pero no todo era tan fácil, ellos que incluso sonreían para aquellas personas que les estaban echando una mano seguían afectados, y no era para menos; muchos perdieron a familiares y amigos, dos mujeres quienes iban a ser futuras madres habían perdido a los niños que llevaban en sus vientres, muchos críos tenían problemas con alejarse de sus padres incluso para jugar y todos reaccionaban mal a ruidos muy fuertes. Los adultos no sabían que hacer con ellos, no podían trabajar si ellos estaban cerca, y no confiaban en cualquiera para estar a cargo de sus preciados tesoros. Si bien no eran demasiados, 16 era una cantidad considerable.

Los padres de los niños Madrigal llegaron con sus hijos menores, al parecer Dolores les había contado lo que activamente estaba pasando para cumplir con el deber Madrigal.

-¿Necesitan ayuda?- Preguntó Agustín quien traía a Luisa tomada de una mano y a Mirabel cargada en el otro brazo. Esta última no se veía muy feliz.

-Oh, no, no, no. ¿Cómo cree usted que vamos a molestarlo?-Respondió una señora que intentaba ayudar en todo lo posible para la construcción de su nuevo hogar.

Agustín empezó a conversar con la señora para convencerla de que más eran mejor teniendo en cuenta de que muchos de ellos estaban ocupados buscando empleos. Luisa por otra parte se soltó de su padre para empezar a cargar sacos de cemento y ponerlos en la carretilla, cosa que motivó a los niños grandes a ayudar incluso cuando sus padres les pidieron estar calmados y a salvo. Muchos de ellos habían corrido, uno que otro escapado, a buscar trabajo para ayudar pasivamente con la excusa de que querían ver el lugar.

Félix ladeó la cabeza viendo a los niños que antes no eran de aquel lugar, pensando en una manera de alegrarlos. Traía a su hijo en un brazo así como Agustín traía a su hija menor, él tampoco se veía contento hasta que vio a los otros niños pequeños estresados y ansiosos. Los dos niños cargados pidieron ser bajados para interactuar con ellos, cosa parecía calmar a unos y alarmar más a otros.

-Estamos a una cuadra de la plaza.-Dijo el caleño hacia los otros adultos, quienes voltearon a verlo.- Puedo cuidarlos y ustedes siempre que quieran pueden acercarse.

Cómo padre, Félix comprendía la preocupación que puede causar el dejar a tu hijo con un extraño, pero era un sitio abierto y como dijo podían supervisarlos. Algunos de los nuevos miembros tardaron en contestar pero tras verse los unos a los otros aceptaron.

Mirabel se dirigió hacía su tío pero cuando vio a su primo volvió a ponerse de mal humor. Ambos empezaron a molestarse el uno al otro, sacándose la lengua y haciendo muecas.

-¡Es mía!-Gritó Mirabel.

-¡Pero a mí me gusta!- Le respondió Camilo obstinado.

-A ver niños, quédense quietos.-Félix intentaba calmar a su hijo y a su sobrina que peleaban sin motivo aparente.- Si ella sacó esa piedra puede sacar otra, sólo hay que pedirlo calma.- Tomó la mano de su hijo y se acercó a la mujer que acompañaba a aquella niña de pies descalzos oculta tras su falda.-Disculpe ¿señorita...?

COLOR CHANGING [Camilo Madrigal x tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora