Capítulo 02

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Ellos sonreían, Brincaban, no se miraban en un futuro sin el otro, los planes ya ivan en camino.

Pero jamás imaginaban lo que el destino les traería.

Adriana, tomó la mano de su novio. Raúl.

Raúl era un chico humilde, pero todo un Dios griego. El mismísimo Hades le quedaría corto.

Ese cabello azabache que alas mañanas apuntaban en diferentes direcciones. Una obra de arte. Pero no dejemos atrás sus bellos ojos negros, negros como la noche. Pero con un pequeño pero hermoso ingrediente. Pequeñas pero bellas motas azules en sus pozos negros. Sin duda lo primero que ganó la atención de su novia.
Y sus hombros anchos, sus abdominales eran una bella obra de arte.

Vivía alas afueras de la cuidad. No eran ricos, así como quien dice, millonarios y que derrochan el dinero. Pero lo poco que tenían lo valoraba y se sentía orgulloso de su familia. Pobre pero humilde. Y con un corazón lleno de bondad.

California era hermoso, el mejor lugar donde pudieron llegar a vivir pues ahí encontrarón el amor.

Mientras que su novia, Adriana, era la hija de los millonarios, Blosóm Heard.

Almas desagradables, repugnantes y que no aceptaban las amistades de su hija. Ser hija única era un tormento.

Notas excelentes. Postura elegante. Educación máxima. Y sin duda su físico tenía que ser el mejor. La palabra «estrictos», quedaba muy corta para ese par.

Adriana le sonrió al pelinegro.

— Realmente no me lo creo. Crei que tendría que rogarle a mi madre para irnos de California.

Ambos rieron y Raúl beso la punta de la nariz de su chica.

— Realmente crei que bailarias. No pedirme el ser tu novia.

Sonrió con arrogancia y su mano derecha fue a su cabello azabache y lo hecho para atrás en un acto de, chulería.

— Bueno, solo mentí un poquito. — junto sus dos dedos en una seña de "poquito".

— Amo la manera en la que toqueteas tu cabello.

Raúl poso sus manos en el rostro de su chica y le dio tal beso que le dejo sin aliento. — Te amo Adri.

Él rojo vivo subió ala mejillas de la chica.

— Y yo a ti.

— ¿Hagamos una locura?

Adriana entorno los ojos en dirección del atractivo pelinegro.

— ¿A sí? ¿Que sería?

— Tú, solo ven conmigo. Confía en mí.

— Confío en ti, pero ¿donde me llevaras?

— Hasta el fin del mundo.

Y sus labios se encontrarón en un beso lleno de amor, y ternura.

Sus  corazones danzaban al mismo ritmo, parecia que bailaban bachata o salsa de tan fuerte que golpeaban su pecho.

Esa era una química pura. E inigualable.

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— Vamos, quitatelos.

— No. — El chico hizo un puchero.

— ¿Por que no?

— Por qué me siento más cómodo así, no con lentillas.

Mónica sonrió llena de ternura. Aquella imagen era super y mega adorable. Su novio cruzado de brazos, con los ojos cerrados y haciendo un adorable puchero. Y su rostro ladeado ala derecha.

EL ERROR FUÉ ENAMORARNOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora