Capítulo III

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Una vez que volví con mi familia,  todos subimos a una plataforma formados en línea recta. Tras un breve discurso por parte de la Reina Blancanieves comenzó el acto cívico. Ella fue colocándonos personalmente las medallas a cada uno, hasta que llegó a donde yo estaba. Me incliné ligeramente para que pusiera aquél listón rojo que traía colgando la brillante placa dorada grabada con el escudo del país. Entonces liberaron del techo una especie de compuerta que dejó caer montones de papelillos de colores brillantes. En el salón resonaron los aplausos de todos los presentes, sentía que mi corazón latía con mucha fuerza.

Bajamos por las escaleras laterales, ahí se encontraban tres hombres vestidos con elegantes trajes. No eran nada menos que los astronautas que había visto a través de la ventana de la Cápsula Conmutadora. A pesar de que solo pude verlos con claridad unos cuantos segundos y a varios metros de distancia, no me cabía duda que se trataba de ellos.

—Es muy gratificante conocerlos al fin. —habló el hombre rubio que destacaba sobre los otros dos debido a su prominente altura y a que estaba parado justo en el medio— Soy el Teniente Shuckworth, el capitán de la nave que rescataron. Ellos son Shanks y Showler, mis oficiales. —dijo refiriéndose a sus acompañantes quienes asintieron con una sonrisa al ser nombrados en ese orden— Ustedes fueron increíblemente valientes allá arriba, si no fuera por su heroico acto, ninguno de nosotros estaría aquí para contarlo.

Estábamos bastante sorprendidos, yo había perdido el aliento, pero me alegraba que todos estuvieran a salvo. Los astronautas comenzaron a estrecharnos las manos, el Teniente Shuckworth se inclinó recargando una de sus rodillas en el suelo para quedar a mi altura, sin importarle que se ensuciara su traje.

—¿Cuál es tu nombre, jovencito? —me preguntó con amabilidad haciendo un tono de voz más cálido, el cual fue muy notorio dado a lo grave que era esta.

Giré mi cabeza hacia atrás, vi a mi papá rodeando a mi mamá con su brazo, ambos me viéndome con una mirada resplandeciente. Él movió sus labios diciéndome: "Responde, hijo. No seas descortés"

—M-me llamo Charlie Bucket. —contesté apenas pude, estaba tan nervioso que sentí que mi voz se atoró en mi garganta. Me encogí de hombros, sentía que me sudaban las manos.

—Bueno, Charlie. —continuó riendo entre dientes— Fue muy impresionante lo que hiciste. Mis hombres y yo pudimos ver como ayudaste a maniobrar la nave de cristal con la que nos salvaron.

—No fue nada, Teniente... Sólo oprimía los botones bajo las indicaciones del Sr. Wonka. —confesé poniendo mis manos detrás de mi espalda. La verdad no consideré que haya hecho algo tan destacable— Él es el verdadero héroe si me lo preguntan.

—¡Tonterías, muchacho! —exclamó el Sr. Wonka quien puso su mano en mi hombro y me dio una leve sacudida— El Teniente Shuckworth tiene razón, además tu tuviste la idea de arrastrarlos de vuelta a la atmósfera. En lo que a mí respecta, fuiste el autor intelectual de la operación.

—¡El país necesita más chicos como tú! —exclamó animado revolviendo mi cabello, luego levantó su vista— Sr. y Sra. Bucket, los felicito mucho, tienen a un hijo extraordinario. Cuiden muy bien de él, sé que tendrá gran futuro.

Me sentí algo sobrecogido, entre tantas cosas que sucedieron, en verdad estaban siendo demasiado atentos conmigo, pero hasta el día de hoy no considero que haya sido para tanto. En verdad, sólo tuve la suerte de estar ahí, en retrospectiva todo sucedió porque encontré una moneda tirada en la calle y así pude comprarme la barra de chocolate que tenía el último boleto dorado. Todo producto de una serie de circunstancias aleatorias... ¿O no? ¿Realmente existe algo que determina el rumbo de nuestras vidas con fines específicos? ¿Fue el destino? No lo sé.

El Diario de Charlie Bucket [EAH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora