Capitulo 2

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Catell había escuchado a su madre hablando por horas sobre la familia Dunord. Le había dado un libro enorme sobre su árbol genealógico y varios mapas del norte.

Y le avergüenza decir que jamás la escuchó.
Es decir, se iba a casar, no a tomar un examen. Solo miró un par de páginas y se aburrió.

Pero recuerda dos datos: El norte es el mayor exportador de cristales de plata del país. A pesar de sus tierras infértiles y heladas, es la segunda mayor economía después de la capital.

La segunda: El poder militar de los Dunord es indiscutible. Por eso todos quieren una alianza con el norte, quizá por respeto, quizá por miedo.

Pero según su memoria, su madre JAMÁS mencionó que había TRES hijos de Alfa Dunord.

Recuerda que mamá le dijo: “Nunca mires a Willem Dunord a los ojos. Sé amable. Sonríe. Habla solo si te hablan primero” y “No te muestres débil o los del norte te aplastarán, tampoco altanero porque te devorarán”

—¿Catell? —Axel le tocó el hombro al Omega pelirrojo —¿Estás bien? Te ves pálido.

—S-Si... Solo tengo un poco de... Frío... —Se negó a mirar de nuevo los ojos helados de Zephyr. No quería sentir como le taladraban el alma hasta dejar sus piernas congeladas y débiles.

—Diosa, es verdad. Discúlpame, olvidé que no estás acostumbrado al frío. Regresemos al comedor ¿Vienes con nosotros Zephyr?

Por favor que no venga. por favor que no venga. Por favor que no venga. Rogó Catell en su interior.

Se imaginó todo lo que esa alfa podría decir.
Le diría a Axel que era un mal Omega, un tipo impulsivo, que quizá le deberían cortar la lengua para que sea buen esposo.

Pero nada de eso. Zephyr ignoró tanto el tema, como si nunca hubiera pasado, y de hecho, no lo miraba, como si no estuviera.

—Los alcanzaré después. Iré a dejar a Nalin a su habitación —Las palabras de Zephyr eran tranquilas y profundas. Catell las sintió como el río que fluye debajo de una fuerte capa de hielo, como agua que se desliza silenciosa y amenazante. Ella en general parecía un muro helado e impenetrable.

—Oh, no es necesario, mi ama. Puedo irme yo solo —El sirviente que aparentemente se llamaba “Nalin” la miró con una mano en el pecho, ansioso. Catell no sabía porqué se hacía la mosquita muerta, era evidente su felicidad ante las palabras de la alfa.

—Basta. —Ordenó Zephyr al moreno. Catell pensó que lo decía para que  el chico se callara —He dicho que te acompaño.

Nalin abrió la boca y después la cerró. Solo sonrió a la alfa y no dijo nada más.

Que molesto. Alguien debería enseñarle a ocultar su mojigatería. Pensó el Omega pelirrojo.

—Bien..., aunque padre no estará feliz al no verte enseguida... —Murmuró Axel, con preocupación.

—A Willem Dunord nada lo hace feliz, hermanito —Dijo Zephyr como palabras finales mientras colocaba delicadamente una gruesa piel de oso en los  hombros delgados de aquel sirviente.
Al mismo tiempo que Axel tomaba a Catell del brazo y lo guiaba afuera del establo.

—¿Qué te pareció? —Le preguntó Axel, cubriéndolo y protegiéndolo de los duros golpes de las ventiscas —Mi hermana es un poco seria ¿No?

—Es intimidante... —Murmuró Catell. Confundido ante la sensación de su estómago. Sus piernas temblaban cada vez que recordaba la sensación de su cuerpo cuando recibió la mirada de Zephyr.

El calor del gran comedor arropó a Catell y los aromas a carnes asadas golpearon su nariz con intensidad

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El calor del gran comedor arropó a Catell y los aromas a carnes asadas golpearon su nariz con intensidad. Axel le dió un beso en la mano y se dirigió a la mesa de su padre.

El pelirrojo buscó entre la gente, miró a su familia conversando con algunas personas y después encontró con la mirada a quien estaba buscando.

—Mariel ¿Podrías venir conmigo un momento?  —No esperó respuesta cuando arrastró lejos de la mesa a la joven beta, quien era su dama de compañía, su prima, amiga de infancia y confidente.

—¡Oye, salvaje! —Mariel se soltó cuando llegaron al rincón más apartado de las voces y las luces de las velas—¿Qué quieres?

—¿¡Por qué no me dijiste que Alfa Dunord tiene dos hijas!? —Le reclamó sin levantar la voz.

—¿No lo sabías? —Mariel lo miró, incrédula —Creí que tu madre te había dado el libro del árbol genealógico. Ahí venía todo. La última rama era Axel, Zephyr y Granate.

—¿Crees que iba a leer un libro que pasaba más que yo? Además, para eso estás tú. Para recordarme los nombres y no dejar que haga el ridículo.

—¿Ridículo?—La beta pareció confundida, después su expresión cambio —¿Ahora que hiciste? —Mariel se cruzó de brazos, mirándolo fijamente.

—¿Que hice? Conocí a Zephyr Dunord, eso fue lo que hice.

—¿En serio? ¿Y cómo fue? —Su prima pareció de repente interesada.

—No... Muy... Bien... —Dijo despacio, recordando la discusión y volviéndose a avergonzar.

—¿Qué le dijiste? ¿Qué te dijo? —Insistió Mariel.

—Quizá no empezamos con el pie derecho...

—Ay, Catell... —Suspiró la pelirroja —Bien, no te preocupes. Alfa Zephyr no es alguien cruel, quizá ella lo pase por alto.

—¿Eso crees? —En realidad, Catell también lo pensaba. Alguien que trataba tan bien a un sirviente Omega no podía ser alguien malo —Me alegra escuchar eso ya que por accidente la confundí con una sirvienta y quizá no le hablé de la mejor-

—¿¡Qué!? —Gritó Mariel, llamando la atención de algunos norteños que estaban por ahí.

—¿Qué? ¿Qué pasa?  —Murmuró Catell, avergonzado. Les sonrió a aquellas personas pero solo recibió una mala mirada.

—¡Creí que habías tropezado con ella o algo así, no que le habías hablado como una sirvienta! —Murmuró Mariel, alarmada.

—Dijiste que ella no era una mala persona —Catell habló con la voz más baja que pudo.

—Ella no pero... —Mariel miró alrededor, buscando personas que pudieran escucharla pero los norteños ya se habían alejado de ahí —Mira... Tu madre no te lo dijo para no asustarte pero Lord Dunord no es la persona más cuerda del norte...

El corazón de Catell se aceleró ante aquellas palabras.

—¿Qué quieres decir?

—¿No has escuchado lo que pasó con el primer esposo de Willem Dunord? ¿El papá de Axel y Zephyr?

—No... —Catell estaba cada vez más sorprendido, más intrigado y, sobretodo: asustado —¿Qué pasó con él?

El ruido del comedor se acrecentó. Las voces se elevaron y Catell observó a lo lejos como Willem Dunord se levantaba de la mesa para recibir a Zephyr, quien había entrado y ocasionado el alboroto.

Traiciones de invierno Donde viven las historias. Descúbrelo ahora