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- ¡Pika! -un grito sacó de sus pensamientos a ambos adolescentes voltearon a ver, deteniendo su paso.
- Ouh, lo siento amigo. Prometo secarte apenas lleguemos a un lugar seguro, ¿sí? -prometió Satoshi, acunando al amarillo para protegerlo del helado viento que los ahuyentaba.
- ¡Chuu! -estornudó el pequeño, buscando calor en los brazos ajenos. Al escuchar esto el de gorra se sintió demasiado desesperado. Buscó sin descanso algún refugio donde terminar y descansar sin problema.
- ¡Satoshi, ahí! -señaló el Moreno hacia una pequeña cueva, llamando la atención del contrario. Los ojos del contrario brillaron.
- ¡Oh, claro! -El azabache sonrió. Adelantaron su paso y se refugiaron en aquél hueco rocoso.
Goh paró en seco al llegar, recuperando el aliento perdido en la carrera anterior. Dsspues de todo, no era alguien muy Atlético. Siempre se dedicó a la investigación, mas no a los deportes.
- Oye, toma. Sequense con esto. - le entregó una pequeña toalla para secarse al entrenador eléctrico, mientras este se sacaba el chaleco para darle calor a su compañero.
- Gracias.. ¿Qué hacías con esto en tu mochila? -Preguntó curioso. Pues él había visto el tiempo anteriormente y parecía bastante soleado, tanto como para tomar unos buenos smoothies en la playa, disfrutando del mar.
- Del clima nunca hay que fiarse. -Fue lo único que dijo el oji-azul, sin siquiera mirarlo. Se sento en una de las rocas que posaba en el suelo y descansó un momento.
- Ehh.. Ya veo.. -asintió. Devolvió su atención al pokemón a su lado, lo secó rápidamente haciendo reír al pequeño, sonrió con ternura.
Goh solo miraba al alto, simplemente observando sus acciones mientras sacudía sus prendas superiores junto con su cabello.
Al terminar solo se volvió a sentar tranquilo. Aunque por un momento una gran ráfaga de viento frío cruzó por el bosque, llegando hasta el pozo más profundo. Al pelinegro le causó una sensación tremendamente horrible, no llevaba consigo ningún abrigo y estaba completamente empapado.
Con temblor se apegó fuertemente a su mochila, sintiendo una corriente por todo su cuerpo cada segundo que pasaba.
- ¡Ya estás, Pikachu! ¿Cómo te sientes? - escuchó la voz del otro hundiéndose en sus sentidos..
Este se alejó unos centímetros de su Pikachu para guardar la tela que reposaba doblada sobre sus manos.
Se acercó hacia el oji-azul para devolverle dicha toalla, notando cierta rareza en su ¿aspecto? Tal vez en su rara actitud, o por la rara forma en que se sostiene de su mochila.
- Goh, te dejo esto aquí.. ¿Cómo te sientes tú? -preguntó con preocupación, apoyando su mano en el hombro ajeno. Hasta ahora no habían intercambiado más de 5 diálogos desde que la lluvia comenzó.
- Yo.. me siento bien, eso.. Ah-.. creo-. - sus palabras se cortaron por un bajo jadeo debido a su elevada temperatura, que supo inmediatamente que había subido cuando se quitó el agua restante de su cuello.
- No lo creo. -tocó con su palma la frente y cuello contrario. Sintió su mano arder ante el contacto y entendió que algo no andaba bien con él.
- Estás un poco caliente. -afirmó angustiado. Su ánimo cayó en picada sabiendo que su mejor amigo no se sentía bien. Trataría de cuidarlo en lo la tormenta paraba.
- ¿Eso crees? -cuestionó sarcástico, negando su estado. No necesitaba más problemas ni pensaba al añadirle uno más a Satoshi, era suficiente con que la lluvia hubiera interrumpido su investigación y la batalla del contrario.
- Lo creo.. Ahora, ven aquí. - suspiró. Enrolló en sus hombros una de las toallas, juntándose así en un pequeño "abrazo" unido por la tela, que los conectaba. Cruzó su brazo izquierdo a través del cuello de Goh, entregandole a éste una cálida sonrisa.
- .. Gracia- ¡Chu! -gruñó bajo por su acción. El moreno rió bajo ante la escena,e causaba gracia siempre la molestia del oji-azul.
- ¡No te-.. rías-! -codeó al contrario, enojado. Odiaba las burlas de su compañero, aun así si eran de chiste ─aunque tampoco las odiaba en serio─.
- ¡Está bien, Está bien! -calmó a Goh con sus manos, en símbolo de paz.. Aunque se siguió riendo de la escena que se formó.
- Pff, jajaja. Ya paro, lo siento. - Le sonrió, y esta vez sí paró. Tampoco quería que el otro lo botara de la cueva por un berrinche suyo que él empezó.
Quedaron viéndose a los ojos unos segundos, volvieron a reír, esta vez juntos.
El sol empezaba a asomarse por la nubes unos minutos después, dejando al bosque iluminado por los rayos del sol.
Quedaron en su misma posición una pequeña hora más, disfrutando del calor y la comodidad que sus cuerpos ofrecían a sí mismos.
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