𝕰𝖕𝖎𝖑𝖔𝖌𝖔 𝖑𝖑

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Mayo 1998

En aquella casa llena de polvo, con el cuerpo de una mujer en el suelo, cubierto de sangre ante las puñaladas en su abdomen, Muerte observaba fijo al hombre sentando tranquilamente en una mesa, viendo de reojo al cadáver mientras hablaba por teléfono el como deshacerse de este. Toni ya se había encargando de liberar el alma de esta, pero había algo en especifico que no la hizo sentir ninguna paz, ninguna tranquilidad que usualmente sentía luego de hacer su trabajo.

Cuando la Parca recogió el alma de la mujer, esta última, ya muerta, llevaba su mirada cargada con pánico hacia su asesino, luego con tristeza hacia un rincón de la habitación y, por último, de súplica hacia Toni. Finalmente el alma ascendió, y Toni se dirigió lentamente hacia el rincón de la habitación.

Ya había aprendido hace mucho tiempo el como volverse invisible, por lo cual no habría ningún inconveniente con el mundano en la silla.

Sus ojos cafés con una pequeña mancha de oscuridad se abrieron de más al ver dentro de la cuna, la cual se notaba que estaba muy mal armada, dos bebés de cinco y tres meses en ella, desnudos. Toni aún podía sentir la temperatura corporal y no dejaría de sentirla hasta un par de años. Hacía frío en aquel cuarto, estaba segura que aquellas criaturas podrían enfermar gravemente si no se apresuraba.

¿Era por ello que la mujer la había visto fijo? ¿Acaso esperaba que Toni salve a esos bebés de una pésima y corta vida? ¿Acaso esperaba... que los mate de una manera más rápida?

Bueno, podría hacerlo. La muerte ya no era algo anormal y trágico desde su forma de pensar, así que no sería nada nuevo. Se posicióno mejor frente a la cuna, alzó la mano derecha y la dirigió hacia ambos bebés, entreabriendo sus labios para hablar en una lengua indescifrable.

Sin embargo, se detuvo.

Uno de los bebés, el que lucia un poquito mas grande, lo veia fijamente. Sus ojos eran oscuros. Tan sólo la veía, y ladeaba la cabeza. Inconscientemente Tonj también lo hizo, frunciendo levemente su ceño, con su mano al aire, la cual comenzaba a temblar.

El bebé comenzó a hacer soniditos con su boca, provocando pequeñas burbujas con su saliva, cerrando sus ojitos. ¿Acaso iba a dormirse? Pronto, Toni comprendió: Su presencia le daba paz, a ambos.

Se inclino más sobre la cuna al notar que el otro bebé apenas se movía, y le tocó un poco el cuerpecito, asegurándose de que estuviese bien. Noto la fría temperatura, y su pecho ardió. Este bebé necesitaba alimento, cobijas y mucho amor de su madre, la cual había dejado su cuerpo hace tan sólo unos segundos.

Ambos la necesitaban.

Por su mente comenzaron a surgir muchas ideas las cuales podría emplear, pero estaba completamente segura de que no podría matarlos.

Y no entendía porque. Cher... ven por favor. No puedo decidir esto sola.

Se apartó rápidamente de la cuna, dando pasos hacia atrás mientras mantenía su cabeza ocupada, realmente sin saber que elegir. Ante la lejanía, uno de los bebés comenzó a sollozar. El hombre golpeó la mesa con su puño, apartando el teléfono del lado derecho de su rostro.

—¡Cállate, mierda! O voy a dejarte como a tu madre.

El bebé aumento el llanto debido a la brusca contestación, y Toni observó al asesino colgar el teléfono para levantarse bruscamente del asiento. La presencia de la diabla surgió de manera inesperada, la cual en tan sólo un parpadeó se encontraba de pie frente al cadáver de la mujer, bloqueando el camino al mundano.

𝐷𝐴𝑁𝐶𝐼𝑁𝐺 𝑊𝐼𝑇𝐻 𝑇𝐻𝐸 𝐷𝐸𝑉𝐼𝐿 || ChoniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora