Capitulo 40: Si tu me quisieras

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Cinco

— ¿Bueno, y por qué no me habian dicho antes eso?

— Pensamos que tu relación con Carrie había... bueno, terminado —frunci el ceño

— Nunca fuimos nada pero... es mi amiga

Si fueras mi amigo irías a visitarme —pasó por mi mente su voz a reclamarme y solo lo ignoré

— Cinco, creo que deberias regresar a casa solo por hoy —Herb tomó mi hombro pero negué

— Algo que aprendí de Carrie es separar lo personal con lo profesional, debo terminar mi trabajo de hoy y entonces saldré a descansar —me miró preocupado— necesito pensar en otra cosa que no sea en Carrie —mordí mis labios y salí de su oficina a pasos rapidos para terminar mis deberes.

— Cinco —escuché tacones detrás mío, y yo caminé más rápido al deducir que es Diana

— No quiero interrupciones hoy Diana —presioné el botón del elevador esperando a que abra. Justo cuando las puertas se abrieron llegó Diana a verme.

— Lo siento pero necesito que me ayudes —suspiré

— Diana, llevo cinco años ayudándote, desde que te aceptaron en la comisión yo he sido tu maestro para usar bien las máquinas, maletines y ecuaciones. Y creo yo que lo has hecho muy bien, ¿pero que crees? Yo también tengo trabajo y necesito ayuda de alguien que ya no trabaja aquí ¿puedes creerlo? —reí irónico

— Solo necesitaba tu firma para un papeleo —murmuró. La miré apenado y firmé lo que necesitaba sin decir ni una sola palabra más.— Si necesitas ayuda, está el servicio psicologico de la comisión señor Hargreeves —comentó molesta y yo suspiré avergonzado

— Lo siento —dije y entré al elevador, golpee mi frente con la pared levemente solo para no desquitarme con otra persona más. Al abrir las puertas del elevador salí para mi oficina.

Mi única condición en la comisión era que no iba a matar a nadie, no me gustaba sentir que en mis manos habia sangre inocente en la mayoria de los casos. Así que solo estoy acomodando papeles para el señor Herb.

Pasaron horas cuando por fin terminé mi trabajo. Tomé una pequeña botella de licor que tenia guardada y salí a comprar algo para llevar a casa en el supermercado.

Después de un rato viendo el área de cereales, vi a Dolores de lejos, dejé lo que estaba haciendo y la empecé a seguir.

— Dolores —grité pero ella no volteaba— ¡Dolores! —se detuvo y giró sobre su propio eje.

— ¿Que haces aquí Cinco? —alcé una ceja

— Lo que cualquier persona hace en un supermercado —dije obvio— Solo te vi y quise saludarte

— Estoy bien —no quiso hablar mucho y yo suspiré solo para hacer un poco de ruido en el silencio incomodo

— Supe que Carrie está libre...

— Ah, ¿Ahora si piensas ir a visitarla después de no haber ido a verla en estos años?

— No, así no son las cosas, tu sabes por qué lo hice...

𝗧𝗵𝗲 𝗖𝗶𝘁𝘆 𝗼𝗳 𝗣𝗮𝗶𝗻 - 𝗡𝘂𝗺𝗲𝗿𝗼 𝗖𝗶𝗻𝗰𝗼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora