Capítulo 11: la casa de mi tía

110 4 3
                                    

Abrir los ojos a las 6 de la mañana en vacaciones al levantarte es la tortura más terrible e inhumana del mundo, aunque está claro que eso realmente no importa si se trata de viajar a un lugar que en verdad quieres ir. Como había dicho antes, mi tía me lleva todas las vacaciones a su casa, y no es algo que suela emocionarme, pero al haber escuchado la palabra "sorpresa" realmente no pude aguantar la curiosidad. Hacía mi maleta mientras tallaba mis ojos del sueño que ahún apoderaba mis sentidos. Decidí no llevar tantas cosas porque 1) no me quedaré tanto tiempo como suelo hacerlo 2) porque regresaré con el doble de ropa y no cabrá dentro 3) porque me da flogera. Cuando termino y veo la hora casi me desmayo, 6:40 y tenía que estar a las 7 en punto en la central de autobuses. Me visto como un rayo con una blusa blanca y unos mallones morados. 6:46 bajo las escaleras mientras me pongo mis zapatos con una mano y con la otra sostengo el cepillo de pelo y el maquillaje. 6:50 subo medio peinada y maquillada al auto, aun no amarro mis agujetas y entonses recuerdo que he dejado mi teléfono en mi habitación. Corro lo más rápido que puedo y tomo mi teléfono. 6:54 mi padre sube mi maleta al auto (que porcierto nos lo han prestado) y después sube él y arranca. Vamos a toda velocidad, 6:56 cruzamos la avenida jefferson,
6 :58 bajo del auto con trabajo la maleta y me despido con un gesto de mi mano mientras corro a toda velocidad. 6:59 estoy temblando y logro llegar a la zona de autobuses y muestro mi boleto a la checadora de boleto o como se llame
-lo siento señorita
Mi corazon se detuvo... no podia quedarme sin ir con mi tía, y nisiquiera tenía dinero suficiente parar comprar otro boleto, sentía como mis ojos se ponían cristalinos

-hubo una avería en el motor y me temo que tendrá que esperar una hora como los demás pasajeros en lo que la reparan, y para recompensar éste desafortunado evento el jefe de la central ha dicho que se les reembolsarán $500
Y de un golpe mi corazón volvió a funcionar incluso más rápido que antes
-muchas gracias por la información señorita, se lo agradezco mucho
-no hay de que, ahora puede sentarse de ese lado si gusta
Dijo señalando unos ascientos al otro lado del lugar
-gracias
Digo y me doy la vuelta hacia ahí.

Casi me daba un tiro cuándo creí que se habia ido el autobús, pero gracias a dios tuve mucha suerte. Me senté en una fila de ascientos de metal, al lado mío se encontraba una señora con un bebé en sus brazos, lo arrullaba con delicadeza e incluso me dio ternura (algo que no suelo sentir a menos que sea un perro) y al otro lado había una chica, de unos 20 años, alta muy guapa y sin embargo lucía infeliz, traía una playera sin mangas y se marcaba en su brazo izquierdo una serie de cicatrices, unas más largas profundas o nuevas que las otras, su cuerpo era muy delgado, lucía como una anorexica, miraba su teléfono nerviosa y ansiosa mientras escribía algo, sus ojos estaban rojos y parecia que romperia en llanto. Estube ahí alrededor de una hora, y me puse a pensar, como es que una linda bebé como la que tenía alado podría terminar como la chica lastimada y herida que tenía al otro lado mío. Me di cuenta de lo duro que puede ser un simple Comentario en la vida de alguien. Pudo haber sido que la chica, que alguna vez fue una bebé feliz fuera herida por el comentario de su madre hacia su padre diciendo que no lo quería, las palabras de su mejor amiga diciendo que esa era una talla de ropa muy chica para ella, o su novio yéndose sin decir una sola palabra. Me sentí triste por la chica, aunque se que no es la única que sufre, yo misma incluso sufro todos los días sabiendo lo infeliz que vivo, lo duro que es vivir y a la vez no hacerlo, pedir ayuda a gritos, gritos silenciosos. Aunque derramé unas lagrimas por mi minucioso analisis sobre mi vida, recuperé la postura, no me gusta que me vean llorar.
A las 8:30 se oye el conocido sonido de una voz fenenina anunciando que el transporte está listo para salir. Me tallo los ojos con las manos para quitarme el sueño que no me deja en paz, me levanto y tomo mi maleta. Subí al autobus y noté que mi tía habia comprado un boleto de primera clase. Sonrio y sigo caminando hasta llegar a mi asciento.
El viaje no fue largo, y aunque lo haya sido no lo sentí porque estube dormida. Al bajar del autobus me topo con la chica del brazo machacado
-lo siento
Dice apenada por chocar comigo con la cabeza agachada, ya no está con los ojos rojos pero su rostro ahún luce desganado.
-no hay problema
Digo y la dejo pasar, me gustaría decirle que se que está sufriendo y que la entiendo, que no se preocupe, que su vida puede mejorar, pero sólo me limito a mirarla
En eso se le cae una carta de su bolso, y corro a darsela, pero es tarde, la busco entre la gente y no la localizo, pobre, pensé, espero que no haya sido muy importante. Sigo caminando ahún mirando los rostros de las personas por si encuentro a la chica, pero en vez de eso veo a mi tía corriendo hacia mi. Lleva un vestido de flores anticuado y su cabello lo lleva recogido con un chongo
-¡Fernanda!
Dice corriendo hacia mi
-Tía
Digo sonrojandome
-nena, cariño, estas muy delgada, ¿Estás comiendo bien? ¿esa señora b-b-b-traga saliva-beatriz, ¿no te está matando de hambre?
-tia, siempre que vengo dices que estoy más delgada, tranquila, si como bien.
-más te vale hija porque no soportaría la idea de que fueras anorexica o algo así
La entiendo perfectamente, a mi no me gustaría tener una hija o sobrina o siquiera saber que un conocido tiene anorexia, porque esas son enfermedades psicológicas y a la vez físicas, y seas quien seas, la única persona que puede ayudarse es el mismo afectado. Pero no puedo negar que no he comido muy bien, además de que en casa no hay mucho que comer, a veces odio comer, porque me siento mal. Lo sé, es paradójico, primero digo que estoy completamente en contra de la anorexia y después ando diciendo que odio comer, yo estoy consiente de que me contradigo a mi misma pero a veces creo que me da igual, estoy hablando conmigo misma, éste es mi cerebro, mi mundo, un lugar donde yo soy la que pongo y quito las reglas, el único lugar donde nadie me critíca y donde puedo decir hasta el pecado más insolito del mundo y nadie se dará cuenta, lo malo es que a veces mi mundo queda sobrepoblado de pensamientos y necesito mandar a muchos de ellos al otro mundo, en el cuál todo es lógica y buen comportamiento si quieres considerarte una buena persona, otra paradoja. Es por eso que prefiero sobrepoblar mi cerebro. ¿que decía? ¿en que momento terminé hablando de mi misma?
-¿Entonses?- dice mi tía confundida
Oh no, ¿acaso hablé en voz alta? Felicidades Fernanda, tu tía creerá que estas loca,¿y ahora que le digo?
-panca
-¿panca?
Cuándo era pequeña "PANCA" era mi palabra cuándo no sabía que decir, para mi, panca significaba lo que sea

-Hay Fernanda estas en la luna, te he preguntado que querías comer?
Uff, por un momento creí que había hablado en voz alta
-emm..no lo se..yo..tu decide
-Hay hija, mira, vamos al auto y ahí me dices, aquí con tanta gente no te podrás decidir

Caminamos varias cuadras y llegamos al auto. Mi tía subía las maletas mientras yo subia al carro. Al llegar a su departamento yo me había decidido por comer ensalada pero mi tía se negó y comimos pollo. Despues me dijo que la sorpresa que tenía para mi estaba arriba en la habitación de invitados. Subí corriendo las escaleras y al abrir la puerta casi me da un ataque de asma.

Todavía noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora