capítulo 3

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Agosto 26 del 2023

Tomo mi café cotidiano por la mañana, estoy sentada en el sillón de mi pequeña sala viendo el televisor apagado, la verdad es que no tengo ganas de ver algo. Cruzo las piernas y agarro mi café con la mano izquierda de la ruedita que tiene a un lado  y con la otra mano lo agarró de la boquilla para llevarlo a mi boca y tomar un poco. Sabe rico, ni tan amargo, ni tan dulce, tal como me gusta.

Oigo sonar mi celular en la pequeña mesa que esta a la orilla de el sillón.

Número desconocido... Contesto

—¿hola?
—Hola, Amanda—me quedo paralizada. Es él, después de tanto tiempo, es él. Joder, el día mas feliz que... —Bien, creo que ya sabes quien soy.

—S-si, claro. Hola, Daniel—estoy nerviosa y no solo por el hecho de que sea él, si no, porque... Hay dos posibilidades: La primera: Me habla para juntarnos. La segunda: Me habla para tomar un café

—¿Como has estado, pequeña? —"Pequeña" siento mi corazón encojerse, hace años que no escuchaba esa palabra. Siento mis ojos humedeserse.

—Bien, Dani. ¿Y tú?

—Dime la verdad. Sabes que odio las mentiras. Yo he tenido mis bajones y sabes como son. Pero, si, he estado un poco bien. Lo normal. Ahora, ¿Como has estado, Amanda? —Me conoce tan bien.

—He estado esperando a que me llamaras.—Asi, directa.—Y no he estado tan bien.

— Bueno, han pasado 5 años.

—Si, cinco.—Cinco años sin ti.

—¿Vamos a tomar un café? —No, no, no, no. Esto... No. No me esta pidiendo eso. No. Me paralizo y siento correr por mis mejillas las gotas de lágrimas.

—Ya estoy tomando uno.—Amanda, Amanda, ¿que vas a hacer?

—¿Puedo ir y tomarme uno contigo? —Su voz, se ha hecho un poco gruesa y delicada.

—Claro.

—Bien, llego haya en 5.

—¿En cinco? Estas...—colgo. ¡Como te atreves!

A ver, va a venir a tomar café y... Es su despedida. Amanda, no lo vas a soportar. Pero sobre todo. Estoy sólo con la blusa. Voy a mi cuarto y cojo un short pequeño y un bra. Me hago un chongo. A él no le gustan los chongos. Me hago una cola de caballo. Me veo en el espejo por ultima vez y... Estas pálida, amanda. Me pellizco un poco las mejillas para agarrar color.

Tocan la puerta.

Cuando abro la puerta ahí esta él. Con unos jeans grises, una camisa negra y vans negros, la cadena de su cartera le cuelga. Joder, se ve tan bien, ha bajado de peso y tiene músculos. Los ojos cafés le resaltan y ya no esta tan moreno como antes. Siento mi corazón derretirse cuando encuentro su mirada. Si, viene a despedirse.

—Pa-pasa—le hago la indicación de que pase con la mano.

—Gracias—pasa y  se queda parado en frente de el sillón mirándome.

Nuestras miradas se clavan una a la otra y es imposible no notar la oscuridad que viene de él. Y este no es mi Daniel. Este es él. Sus  ojos me miran detalladamente el cuerpo. Si, he bajado mucho de peso, mi amor. 70 kilos para ser exacta. Sus ojos se vuelven a encontrar con los mios y... Mi Daniel esta de vuelta. No resisto mas y lo abrazo. El mide 1.82 y yo 1.58. Lo abrazo y él me responde. Lo aprieto y el me aprieta. Joder mis ojos se humedecen. Extrañaba tanto esto. Su olor sigue ahí, en su pecho. El huele mi cabello y suelta el aire.

—Te extrañe—dice él—pero ambos sabemos a lo que vengo. Vamos por ese café.

Lo suelto y sin decir una palabra voy a la estufa y pongo el café.

—Sabes que hoy es el día, ¿verdad?

—Si—digo volteando a verlo —No dejare que lo hagas.

—Hemos hablado miles de veces de esto, Amanda. No hay vuelta atras—mis lágrimas empiezan a salir. —Es hora de irme.

Salto de la cama con la cara empada de lágrimas y la almohada mojada, mis cobijas en el piso y... Son las 3:40 a.m. Fue un sueño, solo un sueño Amanda. Me acurruco en mi cama, abrazando al oso que me regalo papá a los 7 años.

4:50

Suena el celular y es que le estoy marcando a Alexia. No puedo dormir, necesito hablar con alguien  y... Alexia es mi única amiga.

—¿Amanda?—la desperté.

—Lo siento— suelto el llanto. No podía.

—¿Que pasa, amiga? —esta preocupada. —¿Los sueños de nuevo?

—Si—apenas logro decir. A decir verdad, me esta dando un ataque de llanto, es un llanto incontrolado.

—Fue solo un sueño, cariño. Todo estara bien.—Lo dice para consolarme. Como normalmente lo hace. Esto ya es rutina. Me pasa tres o cuatro  veces a la semana. Siempre a esa hora.

Después de 9 minutos de llanto incontrolado me calmo.

—¿puedes dejarme dormir? —dice ella. Inmediatamente me hace sonreír.

—Eres una estúpida—le digo para divertime.

—Esta estúpida tiene que dormir.

—Te amo.

—Te amo más —y cuelga. Agarro mi almohada y prendo el aire. Me tapó con mi cobija blanca y caigo rendida.

(...)

10:50 a.m.

Tocan la puerta. Joder ¿quien toca a estas horas y en sábado?  Me pongo un short y el bra para ir a abrir.

Abro la puerta y... Me quedó paralizada.

—Hola, Amanda—dice con una sonrisa de oreja a oreja.

No hago mas que abrazarlo. Oh, extrañaba estos abrazos.

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