Peter Parker.
Te miro dormir, la poca luz colándose entre el ventanal dándome una tierna vista de ti: tus facciones envejecidas, tu cabello alborotado combinándose entre el castaño y el gris, tu pecho subiendo y bajando lentamente. Subo mi mano hasta tu mejilla con suavidad, esperando no despertarte, me es difícil mirarte sin que mi corazón mire hacia atrás...
El sonido de la tormenta y las gotas golpeando constantemente en el ventanal de la torre nos acompañaron, tú mirándome para que te permitiese tocarme, yo asintiendo, cediéndote el control de mi cuerpo, entregando mi alma y corazón, teniéndome absolutamente ante ti, desnudando todo lo que era y representaba como muestra de la confianza que te tenia.
—No tengas miedo... —Susurraste.
Yo te sonreí, para que supieses que no lo tenía, no te temía, tú ya eras el lugar seguro al cual corría cada día cuando el miedo se esforzaba por vencer y derrumbar mis muros. Todo se desvanecía cuando el sonido de tu voz se infiltraba inundando mis sensaciones, ahogando mis miedos y guiándome en susurros.
Con cautela, tus manos subiendo de mis muslos a mis caderas, las sensaciones nerviosas se pusieron en marcha cuando me tomaste, la rasposidad combinándose con la suavidad de mi piel, la delicadeza con la que recorrías y descubrías cada parte de mí.
Te metiste entre mi cuello, dejando pequeños besos mientras bajabas hacia mi torso, provocando gemidos que suavemente ahogaba. Me permití tocarte, y fue cuando supe que no era yo el único nervioso, sentí el efecto en tu cuerpo con mi roce. Siendo tímido, acaricie tus brazos, los baje lentamente por tu torso en caricias, siendo satisfactorio para ti, tu sonrisa reflejando la misma felicidad que albergaba en mi corazón. Dejando un suspiro en el aire, tomaste mis manos y las pusiste sobre mi cabeza, solté un gemido, sonriendo.
—Desestabilizas cada parte de mí. —pronunciaste antes de besarme, de que mi lengua danzara a la par de la tuya, mientras tu cuerpo se posicionaba sobre mí, tus manos volviendo a recorrerme y nuestros nombres siendo pronunciados entre gemidos y jadeos.
Comenzaste a prepararme, y sintiendo la combinación de dolor y placer me permití viajar al camino recorrido a tu lado: mi bálsamo, mi refugio, siempre siendo esa cuerda y calidez que me impulsaba a creer en mí mismo. Siempre corriendo a tu lado, tomando tu mano, jalándome hacia el abismo, siendo libre cuando el viento corría entre nosotros, siendo la calma en aquellas noches cuando la luna nos observaba, siendo amigos cuando el sol nos cubría.
Nuestros momentos en el taller conectando nuestras mentes en una, siendo igualmente un equipo, tendiéndonos la mano. En la azotea cuando solíamos salir a vislumbrar el cielo, sentados sobre la cornisa, abriéndonos y conociéndonos, solo ser tú y yo, sin testigos. Aquellos días donde tú corrías tras de mi cuando hacia alguna travesura, no olvidando las peleas cuando veíamos alguna serie y accidentalmente se me soltaba decirte como terminaría.
Fue en aquellos días donde era evidente que te amaba, donde podía ser tomado en serio como un adulto, y ser consentido como si fuese un pequeño, me hacías sentir un alma libre entre tanto encierro, fuiste aquel sabor a libertad que no conocía.
Fuiste aquel lugar donde todo me era mejor, aquella persona a la cual fui conociendo capa tras capa, el héroe de hierro que me mostro su humanidad y vulnerabilidad, como una muestra de lo que juraba sentir por mí. Ese hombre que llego a mi vida de la forma más inesperada y el cual se estaba convirtiendo en el aire que tanto necesitaba.
La oscuridad se desvanecía cuando tu sonrisa hacia presencia, se iluminaba dejando al descubierto el recorrido a todo lo que podía desear y soñar. Porque en tus brazos podía sentir que todo me era posible.
Con todo en mente, en aquella cama, mientras mi respiración se agitaba y tu mirada se dilataba, posicionándose para unirnos, no evite pronunciarlo.
—Te amo —lo solté, y tu mirada se intensifico más, te abalanzaste sobre mí para besarme, y cortando el beso, me correspondiste.
—Te amo. —Y sonreí, mis latidos se estaban sincronizando con los tuyos, mi alma se enlazaba a la tuya.
Y una vez que unimos nuestros cuerpos, y el vaivén aumentaba de velocidad, supe que no necesitaba nada más que no fueses tú.
Mi genio, millonario, filántropo y narcisista hombre de hierro, me comenzaste a tener a tu merced, y yo estaba feliz con eso, te amaba, lo hacía desde antes, y no me arrepentía de ninguno de mis errores de vida, porque todo me había llevado a ti.
Y cada momento de dolor, tristeza y soledad ahora se veía acunado por lo que sentía por ti. Entendí cada tropiezo, cada grieta vista y descubierta, cada bache en el camino cobro sentido.
Cuando el placer nos terminó cubriendo a ambos, caíste sobre mi pecho, agotado, subí mis manos hasta su espalda acariciándote suavemente, suspire y te abrace, al pasar unos segundos trataste de hacerte a un lado, y lo impedí, no quería soltarte, y sé que tampoco querías hacerlo.
Ahora te pertenezco, han pasado años desde aquella primera vez, y cada que te miro, aun siento el amor crecer entre ambos.
¿Así se siente, no? Creo que sí, así es como se siente el amor.
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ᴀᴍᴏʀ ɪɴꜰɪɴɪᴛᴏ. | ꜱᴛᴀʀᴋᴇʀ
Fiksi PenggemarDos escritos dedicados a expresar el amor existente entre dos almas solitarias que dejaron de serlo al encontrarse. Lo mucho que Tony Stark ama a Peter & lo mucho que Peter Parker ama a Tony. - Dos escritos. - Pertenecientes a Antología Starker.