Día 1. Amigos con beneficios

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Hace meses, nunca hubiera esperado que luego de su típico encuentro casual con Mikey, este se quedará a pasar la noche y despertara por causa de sus típicos arrebatos de ternura durante el tiempo que dormía. Aunque extraño, le complacía contemplar el rostro del chico haciendo sus muecas extrañas y murmurando por comida.

"La almohada amortiguaba sus gemidos desesperados. Mientras los dedos y la lengua de Mikey daban directo en su punto."

Suspiro ante el inminente despertar de su miembro, con premura bajo su mano por su pecho hasta su vientre donde se llevaba la mezcla de temperaturas. Quería jugar, pero seguía sin entender por qué seguía ahí, con él, cuando tiempo atrás, al inicio de su extraña relación Manjiro le dejó en claro lo que eran.

"Será solo sexo, Takemitchy".

Lo acepto, sabiendo que sería tal vez lo único que recibiría luego de su inminente rechazo. No costó nada acostumbrarse, la tensión entre ambos era tanta que luego de las primeras veces, entendió que si se hubiera negado, jamás estaría disfrutando de ese placer inmenso que Mikey le entregaba.

—Ahh...

Comprende que en ese momento su querido compañero de cama estaba despierto. Solamente observaba sus acciones y esperaba el momento justo para actuar. Se acarició un poco más, antes de bajar con cierta suavidad y juguetear en círculos alrededor de su aún sensible entrada.

—Takemitchy —la suave voz del chico le causó escalofríos, enviando una corriente por todo su cuerpo—. ¿Qué te dije de hacer estas cosas tú solo?

En vez de responder, lo observó con sus grandes zarcos. Y sonrió.

—Entonces castígame... Manjirou.

Después de todo, una sesión matutina no se le niega a nadie.

—---------

Las semanas siguientes se pasaron con lentitud, gracias a las reuniones de emergencia que tenían por la repentina aparición de una nueva pandilla. Finalmente, no fue un problema tan grande, y pudieron recuperar parte de su territorio. Sin embargo, lo que sea que tuviera Manjirou en la cabeza, estaba confundiendo sus sentimientos como nunca antes.

Llegaba a horas inexactas, a veces lo llevaba a salidas improvisadas y hasta le compartía sus dorayakis. Bueno, Mikey siempre era así, haciendo y deshaciendo todo como quería. Pero lo último sí que era preocupante junto con el hecho de que cuando podía lo llevaba y recogía de la escuela. Digo, no todos los días tu amigo con derechos se portaba tan atento (que lo empalagoso ya era parte de su personalidad).

Lamentablemente, su corazón no ayudaba en nada siendo que parecía querer un vals con su estómago cada que Mikey se portaba como caballero. Todo era un misterio. Un misterio que lo ataba de pies a cabeza a ocultar sus sentimientos en un cofre mientras su sucio secreto ocurría sin ningún problema.

Cuando sentía que todo estaba en su límite y explotaría. Frente a todos, el de ojos ónix reanudaba su trato normal y pocos llegaron a ser testigos de todas esas acciones que el comandante hacía su persona.

Y como decía el dicho: tiempos desesperados, requieren medidas desesperadas. Por lo que recurrió a la magnífica sabiduría de Mitsuya.

—Me estás diciendo que ese... amigo tuyo no entiende lo que hace su amante —asintió, evadiendo los orbes calculadores de Takashi—. Takemitchy...

—¿Hmmm?

—Dile a tu amigo que no sea tan tonto —escucho las cadenas de los columpios acompañando su discurso—. Si el otro chico está haciendo lo que está haciendo es porque también le gusta... solo que no saben cómo confesarse sin creer que lo van a destruir todo.

Una sensación de calidez inundó sus mejillas y su estómago; las palabras de Mitsuya siempre daban al punto, no por algo era el más cuerdo de los fundadores. Bien, ahora únicamente quedaba hablar con Mikey esa misma noche. La decisión estaba tomada.

—Muchas gracias, Mitsuya-kun. Te debo una —le ofreció una reverencia antes de salir corriendo cuál endemoniado.

Ignorante a la mirada burlona, pero orgullosa que el de cabellos lilas le dirigía.

—No hay de que Takemitchy, no hay de qué...

—---------

Sus nervios se lo estaban comiendo vivo. Tan solo unos segundos antes de su última revisión, el reloj marcó las nueve en punto de la noche. Más, eso no evitó que siguiera caminando en círculos alrededor de su habitación.

"Muy bien, le dirás que hay que aclarar las cosas y luego, que pase lo que tenga que pasar."

Abrió la ventana, dejando que el aire fresco inundará su habitación. Inhalo y exhalo buscando la calma en medio de su desastre personal. Cometido que falló en el instante que escuchó el ya conocido rugido de la CB250T de Mikey.

Verlo llegar no hizo otra cosa más que revolverle las entrañas en todos los sentidos. Si estaba nervioso, ahora era el doble. En el buen sentido de la palabra, claro. Porque sencillamente era increíble cómo a pesar de que un segundo a otro Manjirou pasaba de exudar imponencia a lanzarle esa sonrisa con semejante encanto.

Estaba seguro de que si pudieran, se quedarían así, con las estrellas como únicas testigos de una confesión sin palabras. No obstante, hoy tenía un objetivo que cumplir.

Rápido se dirigió a la entrada y lo dejó pasar sin más miramientos.

—Mikey-kun...

Sus labios fueron atrapados por la bestia a la que dejó entrar; a pesar de la rudeza del chico, pudo saborear un toque de dulzura con el que su cerebro quedó conforme. Y su cuerpo siendo apoyado contra la puerta principal, un instante donde la dominancia de Manjiro Sano salía a la luz.

En cuanto los labios de Mikey pasaron a su cuello, recordó finalmente lo que iba a decir.

Ahh, Mikey-kun... para... ¡Mikey-kun!

Se autofelicito por evitar gemir ante los roces apasionados que recibía, como pudo se deshizo del agarre en el que el de orbes oscuros lo tenía, logrando por lo menos mover unos centímetros a su ¿amigo?

—Takemitchy —gruño, apretando sus puños—. ¿Qué pasa?

Tragó con dificultad ante el tono sombrío con el que Manjirou le cuestiono. Uf, era ahora o nunca.

—Mikey-kun, debemos detenernos ahora. Nada de esto es justo —murmuró, encarando por fin al culpable de su mal de amores—. Si tú no sientes nada por mí, excelente. Pero no vayas por ahí ilusionándome y luego haciendo como si nada estuviera pasando...

—Para, no quiero escuchar más mierdas.

Las facciones de Mikey destilaban rabia, regresó unos pasos y lo tomó con fuerza de la cintura sin permitirle realizar otra clase de movimientos.

—Takemitchy —susurro lleno de calma—. Somos unos tontos, creí que con mis acciones era suficiente. En serio, debí hacerle caso a Kenchin...

—¿A qué te refieres?

—Que te amo —confesó sin ningún problema—. Dime... ¿No me di cuenta tarde, verdad?

Pasó sus brazos por los hombros del rubio cenizo, ninguno tenía otra cosa que decir. El mundo parecía detenerse para los dos, las palabras quedaban fuera del juego para lo que sus orbes expresaban. Azul y ónix. Una combinación perfecta para dos almas gemelas.

Sellaron su unión con un nuevo beso. Dirigiéndose con lentitud al piso de arriba en medio de caricias. Entre tanto, lentamente se iban deshaciendo de las estorbosas prendas que iban dejando a su paso.

¿Qué pasó realmente? Solo esas cuatro paredes lo sabían. Y eso, sería uno de los muchos secretos que guardarán para siempre. 

Only - TakeMikey week 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora