Tres horas de vuelo suelen sentirse el doble cuando no puedes estirar los pies y el respaldar no se reclina. Así se sentía Laura, como sardina en lata, en un vuelo de American Airlines en el asiento del medio, y en la última fila de la aeronave. Y ese malestar en la boca del estómago que sentía no eran nada a causa de los pretzel, ni las chucherías que comió en el avión, no. La expectativa le hacían sentirse así.
La decisión de volver no la tomo a prisa. No era una persona impulsiva, y adora Nueva York, y la fácil que era vivir allí, no necesitaba auto, el metro la llevaba a todos lados, tenia su panadería, la cafeteria, todo a unos pasos de su apartamento, pero ahora sin trabajo y con un divorcio bajo la manga, no podia quedarse sola en una de las ciudades más caras de los Estados Unidos.
Inspiro hondo. El avión se estremeció, quizás una señal de que sí, la has cagado Laurita. Su único consuelo tenía un masters en financia lograría encontrar trabajo fácil, no seria difícil. El problema era ese que dejo atrás, pero él no debería de saber que ella estaba de vuela. La última vez que se vieron, años atrás, decidieron que lo suyo no podia ser que ambos habían decidido tomar otro camino. Ahora estaban casados, bueno al menos uno de ellos lo estaban.
La ciudad de Miami es un océano de personas, nunca tendrían que verse, excepto por un pequeñito detalle, María su madrastra era una mariposa social, verse seria solo cuestión de días.
Saco su móvil con la intención de mandar un texto rogándole a su madrastra que callase el pico, pero por supuesto estaba muerto. Ella y su habito de nunca cargar el móvil. María, lo más seguro ya había gritado a los cuatro vientos que su hija volvía de New York con una Maestría en Financia de Columbia, y una millonada en prestamos estudiantiles.
Su mente volvió a él. ¿Cómo sería volverle a ver? ¿Tendría hijos ya? ¿Qué pensarían sus amigos? ¿Su familia? La Elena de Troya que volvía a arruinar un pueblo, bueno no tan así, pero parecido. ¿Creerían que su regreso era una crisis existencial? Quizás hacia una tormenta en un vaso de agua, como solía hacer con todo.
El de seguro estaba feliz, enamorado, contento. Se lo imaginaba con un junior sobre el pecho en uno de esos cargadores o cómo se les llamase, con su esposa del brazo, orgullosa de haberlo escogido como esposo.
El anuncio que aterrizaban pronto. No tenía miedo a volar, pero el aterrizaje le causaba pavor. Dio gracias a dios cuando sintió el empujón de la pista contra las gomas, aunque lanzase su cuello a terapia quiropráctica de por vida: viva estaba.
El capitán anuncio que serían unos minutos para llegar a la puerta, "no tan frío, ni tan caluroso, 22˚, brisa y cielos despejados, definitivamente, un abril de lujo para esos que odian el frio," se escuchó en los altavoces.
Sonrió, porque después de todo, le había echado de menos. A la mierda el miedo, las preguntas, los quizás, y los, y si... Él estaba casado, ¿y ella?, pues ella tendría que: primeramente, buscarse un trabajo, luego un nuevo novio, y tercero rezar un padre nuestro porque eso nunca está de más como siempre decía su abuelo.
Fake it till you make it como dicen los gringos, pero así mismo como sintió euforia, la ansiedad le quemaba a la boca del estómago o seria quizás ese último Popeye que había comido en JFK. Tenía que añadir a su lista: eliminar la comida chatarra.
Su vecino de asiento se preparaba para salir, se levantó, y le sonrió, era joven, y bastante atractivo, ¿Cómo no lo noto antes? Oh sí claro, se pasó todo el vuelo recordando a un ex que seguro ni se acordaba de ella. Laura sonrió de vuelta, pero solo por cortesía,
— déjame adivinar – el ya bajaba las maletas — la tuya es la amarilla con calcomanía de mariposas – se la bajaba del guarda equipajes, y ella le agradeció, pero no tuvo tiempo a decir nada más, la puerta del avión abrió y las personas comenzaron a desembarcar y el momento se volvió humo.
Inspiro hondo.
Dio el primer paso fuera con sus pasos firmes, su barbilla erguida, ya no era la niña que una vez se fue. La insegura e incapaz. No ahora era la segura, la confidente, aunque todo fuera un acto.
*
Laura dio el primer paso fuera del aeropuerto, se puso las gafas oscuras, los zapatones negros de medio tacón, la falda roja ancha de vuelo que le llegaba a por encima de la rodilla, hondeando al compas de sus pasos, la blusa blanca sin mangas que llevaba con esos dos botones desabrochados dejando ver su maravilloso escote, ese que no escondía, y no, sus pasos firmes, su barbilla erguida, ya no era la niña que una vez se fue, la insegura, la incapaz, no ahora era la segura, la confidente, aunque todo fuera un acto.Salió a donde los taxis un Uber seria la mejor opción, pero ... ni tiempo tuvo a pensar cuando unos brazos la apretaron con fuerza por detrás, y le robaron el aire, la alzaron al aire, se relajo al reconocer los brazos, y la colonia. — Casi me matas del susto — dijo ella sonriendo a su mejor amigo cuando este al fin la puso otra vez en suelo firme,— ¿ Cómo sabias que llegaba hoy? No respondas déjame adivinar, Maria.— Exacto, y supe necesitarías un aventón, — guiño Raul— se llevo las manos a la cabeza retirándoselos las gafas dejándolas descansar en su pelo rubio, ojos verdosos que chispeaban, debajo de largas pestañas. El sonrió, y ella no evito sonreír de vuelta, tenia un momento, que le causo a ella puro arrepentimiento, y una voz en su interior le dijo que debió escoger el camino fácil. El menos complicado.
—Vamos que estoy parqueado ilegalmente —la guió a un Tesla parqueado ilegalmente en la zona de carga, la ayudo a entrar al asiento del pasajero, y sin preámbulos beso su mejilla— Te hecha de menos mocosa, cerro la puerta, dandole tiempo a pensar, dejándola confundida. Al sentarse a su lado evito su mirada, quizás avergonzado, puso el auto en marcha,
—yo también te hecho mucho de menos— a esta respuesta el respondió con un chasquido de labio, — en serio, ¿no me crees?
—nunca llamabas,
—lo se, y lo siento, es que,
—ocupada estabas, lo entiendo, yo también estuve ocupado, ahora al fin es que tengo un respiro, ¿ Y Mike?
—me alegro, entonces el restaurante esta a viento en popa,
—si, estamos super ocupados, solo por reservación de llamada, llenos por casi dos semanas.
—Incredible, me alegro — ella cambio la conversación y no hablo de su esposo, ahora ex, que él no sabía, ni nadie, todos creían que Laura venia por una simple visita no a quedarse.
— Te llevo a casa de Maria, ¿ O te quedaras en un hotel estos días?
— No,
— No a un hotel o no a casa de Maria,
— A los dos, ¿ Tienes tiempo?
— Para ti, todo el tiempo del mundo,
Se miraron por medio segundo, gracias que había poco trafico — que se te antoja — pregunto el,
—Un cubano.
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Puntos Suspensivos...
ChickLitEl corazón quiere lo que quiere, y punto. No existe nada que lo frene. Se mentían uno al otro. Se creían curados, adictos en remisión de un amor que casi los mata. Laura ha vuelto, pero tarde. Eros esta casado. Infeliz pero casado.