PRÓLOGO

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Descripción adolescente.
Ser adolescente es realmente complicado. Esos malditos e incomprensibles cambios de humor a los que intentas sacarle algún sentido, pero nada, es inútil. Las decisiones de última hora que ponen histéricos a tus padres, que incluso a veces nos gusta hacer solo para ver su reacción. ¿Y qué me dices de los interminables problemas que sueles tener con el mundo en general? Los odio con todo mi corazón, parece que todo sale mal, que los planetas se han alineado y el universo está conspirando contra ti.

Y no hablemos de los miles de complejos, quejas y reproches que llegamos a tener hacia nosotros mismos. Ese absurdo sentimiento al que llaman amor, es horrible. Realmente no se sabe que es estar enamorada hasta mucho después de los 18, cuando más o menos has sentado la cabeza. Los amores adolescentes son extraños y complicados.
Un día puedes estar enamoradísima de un chico, pensar todo el rato en su sonrisa, en la primera vez que te miro y después se hizo el despistado, y sobre todo, en cuándo volverás a verlo de nuevo, y al día siguiente no te acuerdas de quien es, porque supuestamente te ha roto el corazón.

También están los celos, esos celos que surgen de la nada, por ver que una chica que no eres tú le pide la hora, o simplemente le mira. El amor és difícil y más teniendo 15 años y las hormonas revolucionadas.

En tema estudios no es muy diferente en referencia a lo personal, pocas cosas nos parecen bien. Miles de noches en vela estudiando para el examen del día siguiente que con suerte sabes de que tema es, y si el karma está a tu favor incluso tienes algo de idea de esas palabras escritas en el libro que para ti parecen jeroglíficos. Levantarte a esas horas de la mañana casi inhumanas, y hacer el mismo ritual de cada día: ir hacia el baño y mojarse la cara con un intento inútil de quitarte el sueño, vestirse con la ropa que preparaste la noche anterior, que no sirve de nada ya que siempre te acabas poniendo una cosa muy diferente de la que habías pensado, desayunar sin hambre porque tu madre siempre te sale con la frase "no puedes ir al colegio con el estómago vacío", lavarse los dientes, y salir casi corriendo hacia el querido instituto, y digo corriendo porque no sé cómo, pero aunque te levantes con cinco horas de antelación siempre llegas tarde. Esas clases de una hora, una hora que parece interminable, ya que si te pones a pensar son 60 minutos, es decir unos 3.600 segundos que no recuperarás.
Y esos profesores que parece que no saben que es la palabra diversión o felicidad, ya que desde el primer momento su cara es un panorama, y tu feliz e inocente tienes el pensamiento de contar las mil y una aventuras que te pasaron ayer por la tarde a tu compañero, que realmente no le importa, pero él hace ver que esta interesadísimo por el tema. Justo ese momento que intentas decir una palabra lo más flojo que alcanza tu voz y el profesor te hecha fuera de clase. Y así ocho horas consecutivas con un solo pensamiento, que suene el timbre de fin de clases.

Y por fin llegas a casa. Dejas la mochila en el suelo, vas a la cocina, coges toda la comida puedas y te tiras al sofá. Pero claro tú que eres tan inteligente te has dejado el mando justo al lado del televisor. En ese momento la distancia entre donde tú estás sentado y donde quieres llegar parece de kilómetros y kilómetros, cuando en realidad no llega ni a un metro. Te levantas, haciendo un esfuerzo sobre humano porque parece que tu cuerpo es plomo y logras coger el mando. Y ya, después de todo, tranquilidad, pero no por mucho tiempo porque llegan las extraescolares, ese maravilloso invento que crearon algunos padres para deshacerse de sus hijos durante aún más tiempo del que pasan en el colegio.

Al finalizar, llega el momento de la cena, mejor dicho, el interrogatorio del día. Es el momento en que tus padres te acribillan a preguntas inútiles, que tu respondes con monosílabos como: si, no, ya o alguna palabra simple: no sé, puede, quizás. Y llega la hora de dormir, pero no porque como he dicho al principio, te acuerdas del examen del día siguiente.

Innolvidable adolescenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora