CAPITULO 5 ¡Goodbye Barcelona!

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Una vez nos despedimos definitivamente de nuestros respectivos familiares nos adentramos en el avión y por suerte nos sentábamos una al lado de la otra, con lo cual el viaje se haría más ameno. 
Nunca le he contado a nadie mi pánico hacia los aviones, bueno básicamente a las alturas, con tan solo decir que cuando me tuve que subir a una silla para colocar mis libros en la estantería me maree, creo que con eso ya os podéis hacer una idea. Aun así intento disimular lo menos posible mis nervios, aunque eran demasiado evidentes.
Ya estábamos sentadas cuando el avión empezó a moverse y yo me aferre aún más fuerte al asiento.  Mar vio mi postura y sin pensarlo dos veces me cogió la mano, fuerte, tan fuerte que incluso dolía pero aun así le devolví el gesto con una gran sonrisa. Cuando mire sus ojos brillaban, decían tantas cosas, todas aquellas que con palabras es imposible decir.                                

El avión empezó a coger altura y mis nervios aumentaban por cada metro que aquel aparato subía. Intente dormirme, pero no lo conseguí.
Mar me pidió que le hiciera caricias en la espalda, pues ella también estaba muy nerviosa. Yo sin ningún problema comencé a mover mi mano de arriba abajo por toda su espalda, hasta que finalmente nos dormimos las dos.
"Desconecten sus aparatos tecnológicos en breves aterrizaremos en nuestro destino, gracias, y esperemos que hayan tenido buen viaje" escuche mientras me despertaba de mi maravilloso sueño abrazada a ella. Desperté cariñosamente a Mar y ella me sonrío. Faltaban apenas 10 minutos para aterrizar, mire por la ventanita, ¡Dios que paisaje más bonito! Todo era verde, casas, jardines, parques... Lo único que me gusta de volar, es que al mirar hacía abajo las personas parecen hormiguitas, tan insignificantes que tu logras sentirte más grande de lo que ya eres.
Finalmente aterrizamos. El viaje ha sido más tranquilo de lo que me imaginaba, por suerte sin ninguna complicación, es más hemos llegado antes de lo previsto.
Al bajar del avión fuimos directamente a coger las maletas, y a partir de aquí, a buscar a nuestro referente para encontrar nuestro maravilloso piso.
En la salida del aeropuerto había un hombre, de más de 60 años, con una apariencia muy dulce y familiar, el cual sostenía un cartel donde estaban escritos nuestros nombres: "Aléxia Weikert" y "Mar Abroui". Nos dirigimos hacia él y ella tomo la iniciativa de comenzar a hablar, ya que su ingles era mucho mejor que el mío. Pero aun así logré entender a la perfección toda la conversación que mantenían.
Logré entender que el hombre se llamaba Willy el apellido también lo dijo, pero me distraje cuando Mar se colocó bien su hermosa melena castaña haciendo que el olor de esta me diera en toda la cara. Supe que estaba casado y tenía dos hijos,  y poco más pues el solo nos acompañaría al piso y nos entregaría las llaves, a partir de ahí, nos tendríamos que buscar la vida nosotras solitas.

Innolvidable adolescenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora