La profesora de castellano ha empezado hablando de la literatura de la edad media.
No han pasado ni dos minutos y ya nos ha hechado tres broncas consecutivas. Siempre dice que no avanza, que en cada sesion explica lo mismo, y no me extraña, se enrrolla más que una persiana. Pero como es la directora, no puedes llevarle la contraria, más vale tenerla de amiga que de enemiga.
Debe tener unos cincuenta años, es bajita, rubia seguramente teñida por las enormes raíces que le asoman justo en medio de la cabeza, viste realmente mal, bueno como visten las señoras de su edad, y tiene un carácter muy poco agradable.
Esta me suspendio el curso pasado, el último trimestre, y desde entonces le tengo un especial sentimiento entre asco y rencor.Finalmente acaba la clase, no ha ido tan mal. Ahora toca matemáticas.
Las odio con todo mi corazón. Tanto por el profesor, como la materia en si. No soy una chica a la que le guste razonar, y en eso consisten los problemas.
Entra el profesor por la puerta, y todo el mundo esta hablando. Este alza la voz, y pide silencio. Todo el mundo ha pegado un bote del susto, nadie se lo esperaba.
El tambien debe rondar los cincuenta, es bajito, canoso, y es un tanto despistado, es decir, se pierde con sus propias explicaciones. Puede estar en la pizarra corrigiendo un ejercicio y derrepente para en seco, se la mira, y dice no no, esto esta mal, fatal, borra todo y comienza de nuevo.
Es un caso perdido, pero nos habla de temas interesantes como la economia del país en el que vivimos, lo chorizos que son, han sido y seran los políticos, de como el precio de los productos sube cada día un tanto por ciento más, y muchos temas más, que por lo menos a mi me interesan.
Esta vez ha empezado a explicar el interés simple y el interés compuesto. Estamos en la página veinte. No veo más que números, operaciones y simbolos que no había visto nunca, y me empiezo a agobiar. No entiendo ni entenderé nunca esta maldita matéria, la odio.Por fin acaba la clase. Nos ha puesto más de diez ejercicios, porque como siempre dice, las matemáticas se aprenden practicandolas. No lo soporto. Cada vez que sale por la puerta me planteo quemar el libro, tirarlo por la ventana o destruirlo de cualquier manera, pero recapacito, qudan más de seis meses de clases.
Tan solo queda una hora para el patio. Toca inglés.
El profesor y la asignatura ni me agradan ni me desagradan. Pero eso sí, las clases se hacen interminables, son demasidado aburridas y monotemáticas.
Es un hombre de entre cuarenta o cuarenta y cinco años, de estatura media, gran corpulencia, pelo claro y unos andares un tanto peculiares.Estamos estudiando el present simple vs present continuous. Es bastante complejo, cuando los verbos estan en tercera persona son diferentes a los demas, despues el orden de las palabras es el contrario que cuando hablas o escribes español, y la pronunciación, oh, como la detesto. Además este profesor habla tanto en catalán, castellano o inglés como si tuviera una patata en la boca.
Miro el reloj, solo falta un minuto para bajar al patio. Me muero de hambre. Mi madre creo que me ha preparado un bocata de queso, tan solo de pensarlo se me hace la poca agua. Y al fin suena el timbre. Todos se levantan sin miración de que el profesor sigue explicando, da igual todo. Sacan sus bocadillos y van como una bala, unos hacia las taquillas, otros hacia las escaleras que van al patio o al baño. Yo me dirigo hacia mi querida taquilla, que se abre cuando quiere y como quiere. Y como no, esta arriba del todo, y por mi estatura a duras penas llego a ver los números y tengo que ponerme de puntillas.
Que raro, no hay nadie de mi grupo por aquí. Deben estar abajo ya, cada día me sorprende más la velocidad que pueden llegar a tener cuando quieren. Bajo tranquilamente las escaleras, para no tropezarme, porque conociendome, con lo torpe que soy puedo quedar en ridiculo delante de todos.
Al llegar a bajo sigo sin ver a nadie. Me empiezo a mosquear, alomejor se han quedado arriba, donde nos ponemos siempre que llueve o hace frío. Pero igualmente tengo que ir al baño, subiré después.
Entro al baño y oigo un grupo de gente que empieza a cantar detrás mio, son todos los de cuarto. Me han preparado un pastel de chocolate con lacasitos por encima, que, no es por presumir, pero tiene una pinta deliciosa. Me cantan el cumpleaños feliz, y de nuevo vuelvo a pasar una vergüenza impresionante. Pero se lo agradezco con todo mi corazón. El pastel está delicioso.Se ha acabado el patio, tengo ética y examen de educación física.
Ética es una de las pocas materias que de verdad me gusta hacer. Te planteas problemas de la vida que se pueden presentar en cualquier momento, situaciones morales, lo que puede llegar a pensar en un momento de riesgo la mente humana y mil cosas más. Lo único que no me acaba de agradar de esta asignatura es la profesora.
Es una señora de entre unos cuarenta y cinco y cincuenta años, argentina y estatura media. No es antipática, ni mucho menos, pero tenemos pensamientos bastante contrarios a la hora de trabajar estos temas de "psicología". Aun así, intento llevarme lo mejor posible con ella, y así ser su mano derecha.
Hoy ha empezado a hablar de los dilemas morales. Nos ha planteado este problema: "Un hombre tiene a su mujer enferma y el antídoto es muy caro y no tiene suficiente dinero como para comprarlo. Así que se plantea robarlo. ¿Qué debería hacer este hombre?" Yo me planteo que debería robarlo, se trata de su mujer, de la persona que supuestamente, está enamorado. Pero la profesora, dice que no, que robar es delito y seria penado por la ley.
Y así empieza otro debate, donde parece que de veinte y tres niños solo estemos ella y yo en la sala.Ya se ha acabado la clase, ahora educación física. Dios mío, toca examen de la condición física.
La verdad es que no tengo mucha idea de nada en general, apenas me he leído el tema entero, pero creo que aprobaré, o eso espero. Me entrega el examen el compañero de delante y el profesor dice: las preguntas tipo test restan medio punto. ¡MIERDA! Así seguro que suspendo. Empiezo a leer el examen, ¿Qué entiendes por entrenamiento? El entrenamiento es... y así hasta la última pregunta. Creo que me ha ido bastante bien.
Al acabar bajamos al gimnasio. Ahora estamos haciendo vóley. Siempre me ha parecido un deporte divertido, ya que nunca he jugado, me siento intrigada. La hora se me ha pasado muy rápido, como siempre. Me cambio y hacia a casa a comer.
Siempre cojo el 60, digo el autobús de la línea 60. Es el único que me deja justo delante de casa de mis abuelos. Hoy tengo la intuición de que mi abuela me habrá hecho mi plato preferido. Coliflor con bechamel. Cada año, me hace uno diferente porque cambio más de opinión que otra cosa, además con mi abuela de "cheff", es imposible no cambiar, cada año se supera a si misma con nuevos e increíbles platos.
Al llegar ya puedo oler el aroma, un tanto asqueroso, de la coliflor. Que por cierto, es increíble la diferencia que puede haber entre como huele y como sabe una comida.
Mi abuelo me ha dado veinte euros, y mi abuela otros treinta. Son los mejores. Me los quiero con locura a los dos. Sin exagerar les debo una parte de mi vida.Toca volver al colegio, por fin las dos últimas horas. Creo que me toca catalán y sociales. Nada del otro mundo, dos horas más de apuntes y ejercicios. Me han pasado volando. Tan solo faltan dos minutos y seré libre.
Se huele la tensión, las ganas de que suene de una vez ese maldito timbre que al mismo tiempo te da i te quita la libertad. Y finalmente, es la hora. Todos se levantan eufóricos, salen corriendo de las clases, y de golpe hay un gran colapso en el pasillo. Al final acabas saliendo más estresada aún de lo que te han dejado las clases, pero por fin estas fuera, eres libre.Al llegar a casa me encuentro que están mis padres sentados en el sofá. Con una sonrisa entre malvada y de alianza entre ambos. Sin pensármelo dos veces pregunto ¿pasa algo? Mi padre es el primero en hablar, siempre quiere llevar la iniciativa en todo, me pone muy nerviosa. Nada hija, siéntate, me dice. Hago lo que me dice, y me siento cuidadosamente.
Mi madre es ahora la que habla, cariño, ¿qué te parecería si te dijéramos que irás de intercambio un año a estados unidos para aprender el idioma y además, visitarlo? Por un momento no me lo creí y no dije nada, me quede totalmente en blanco. A los dos segundos reaccione con un ¡genial! Rotundo. Mi padre prosiguió y me dijo que el sábado mismo salía hacia allí, que me hospedaría en Boston, en el barrio de Mattapan, en un piso por él centro, pero eso sí, compartirás habitación con una chica de tu misma edad. Oh dios, no me lo podía creer, en tres días estaría en los grande E.E.U.U. es como un sueño hecho realidad. Llena de emoción he dado las gracias a mis padres, mejor dicho mil gracias por ese magnífico regalo.
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Innolvidable adolescencia
Teen FictionUna història de dos mejores amigas que viajan al extrangero para realizar un año de intercambio. Cumpliendo el sueño de cualquier adolescente de 16 años, ir a estudiar a los grandes EEUU. Las dos chicas, Mar y Aléxia, creen que todo saldrá sobre lo...