Extra 4

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Cipher Pines

¿Qué era tener un hogar? Tal vez era estar rodeado de personas con un mismo lazo sanguíneo o el lugar donde vives.

Bill nunca había experimentado lo que era esa extraña pero a la vez tan significante palabra. Creía que nunca podría encontrar algo tan absurdo y fantasioso como eso, creyendo firmemente que eso no estaba hecho para los demonios.

Hasta que un día, lo encontró.

💫

Mabel podía jurar que los cereales habían sido su desayuno favorito durante todas sus vidas, y si se supone que seguía siendo así, no entendía por qué rayos sentía tanto asco por ellos.

Solo faltaba que ella llevara su bowl a la mesa pero no quería ni tocar lo que con anterioridad había amado comer.

Todo había estado bien, se despertó con ánimos, se sentía descansada y a la vez algo cansada, no podía evitarlo. Bill despertó después e iniciaron una pequeña lucha libre entre risas y cosquillas.

Incluso cuando preparó su desayuno no había tenido problema alguno, hasta que vio el bowl y el aroma a frutilla le dio nauseas. No sabe cuánto tiempo habría estado en la luna cuando sintió cómo jalaban ambos brazos.

— tía Mabel, ¿estás bien?— preguntó la pequeña Violet de tres añitos.

- mesa esperar por ti, tía— comentó a la par, Vincent, igual de tres añitos.

Sus pequeños sobrinos la veían desde abajo con ojos brillantes e inocentes. Mabel les sonrió quitando la mueca que antes tenía su rostro para calmarlos.

— perdón por tardar, mis pequeños— les acaricio la cabeza a ambos y agregó— me dan un minutito más, me he olvidado de algo— ambos asintieron y regresaron donde sus padres avisándoles lo que la castaña les había comentado.

Mabel miró el bowl otra vez y su sonrisa se volvió una mueca.

"No, definitivamente el cereal está caducado" pensó.

Dejó el bowl a un lado y sacó unas cuantas tostadas con mermelada y miel. Sonriendo victoriosa por el rico aroma que estos desprendían, regreso a la mesa disculpándose por el retraso.

Desayunaron tranquilos, al ser muchas personas, siempre había un tema de conversación así que la pasaron entre comiendo y hablando.

En el trabajo todo transcurrió normal, bueno, casi normal. Tenía unos cuantos mareos al moverse de sitio, en sus pensamientos solo había combinación de comidas, entre otros cambios que no le tomo mucha importancia.

Era hora del almuerzo y los profesores estaban reunidos en su mesa en la cafetería dialogando sobre las clases y sus vidas.

— me gustaría compartirles una noticia— dijo el profesor de ciencias, sonrojado y nervioso pero a la vez emocionado. Los presénteles lo observaban esperando que continuara— mi esposa está esperando un bebé.

Le dieron unos aplausos y algunos se levantaron a abrazarlo y felicitarlo. Relató como después de muchos intentos y suplicas, al fin, la prueba tenía dos rallitas.

— los bebés son tan lindos— decía el profesor de artes.

— sí, cuando están durmiendo— respondió la profesora de matemáticas, causando que rieran los demás— ¿Verdad, Mabel? Apóyame.

La luz eternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora