Capítulo 21

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Aunque lo mencionado haya sido una noticia fuerte no se escuchaba ni un respiro en el lugar, todos sentían una especie de ira contenida. Muchos de ellos perdieron compañeros en esta misma sala, no se les había dado la oportunidad de defenderse y ahora todo parecía ser un acto cruel de la vida ¿Es esto lo que pagan por ser demonios?

Will abrazo a Bill en el momento que lo vio fuera de aquella cárcel, el rubio seguía sin comprender muy bien lo que estaba sucediendo pero si no decía algo moriría por la curiosidad.

— no entiendo— Bill seguía siendo Bill.

— permítanme explicar— su vista se detuvo en el ser luminoso— las reglas que todos conocían no son verdaderas, fueron modificadas y agregaron algunas— Will sintió la ira crecer en su interior también— ibas a morir por nada.

— Will, basta— tomo su hombro y sacudió un poco para que el peliazul no perdiera la cordura— William.

Sus pupilas volvieron al azul que los caracterizaban, el rojo sangre desapareció de ellos. Will no era de perder los estribos así que no sabía manejarlo del todo, en cambio, Bill ya lo había hecho sabiendo controlarse.

El peliazul le dio una mirada de disculpas, Bill le sonrió y despeino su cabellera recibiendo unas cuantas quejas del contrario.

Volviendo con los mandatos, aterrados de miedo y al descubierto se negaban a confesar. Ford dio un paso al frente para explicar lo que había deducido.

— ustedes dicen que son la ley, entonces no había necesidad de comprobar si lo que decían era verdad porque desde que llegaron les hicieron creer eso, así que si nadie había visto el libro original entonces no había manera que supieran que el que veían era uno falso. Solo los que pertenecen a su grupo, secta, lo que sea, sabían que los juicios no eran validos pues los acusados en realidad no habían hecho nada. Les sirvió para que pudieran incriminar a uno de los príncipes del inframundo y por el tiempo pasado y las reglas conocidas por todos nadie cuestionaría nada y solo admitirían que es culpable. Que Bill se enamorara de una humana solo fue el plato servido en bandeja de plata, aprovecharon la oportunidad y lo sentenciaron pero ¿Cómo sabían que Bill haría eso?

La deducción de Ford tenía sentido, los murmullos comenzaron y ahora todos exclamaban que los mandatos tenían que pagar con su vida todas las vidas quitadas injustamente por mentiras.

— no pueden matarnos, nadie puede, quien podía perdió ese poder hace años. Ahora vivimos y hacemos lo que queramos— comentó el líder con una sonrisa que helaba hasta los huesos.

— ¿Por qué están seguros de eso?— pregunto Will.

— ¿Es malo tenerse mucha confianza?— rio.

Bill se acerco a Will y le susurro algo que hizo sobresaltar al peliazul, negándose ante el pedido del rubio después de varias insistencias accedió, formó una daga de llamas azules siendo clavada en Bill. Percatándose de esto las miradas de asombro y más confusión aparecieron en el rostro de los presentes, el ser iluminado relajo su expresión por unos instantes ante la acción de los jóvenes.

Antes que alguien pudiese decir algo, un nuevo integrante llego jadeando adolorido sosteniéndose el cuello con fuerza. Se tumbo en los pies del rubio con la mirada aterrada.

— ¡Haz que se detenga!— pidió, Bill sonrió satisfecho pero no saco la daga.

— ¿Sabes cómo podemos matarlos?— preguntó con los brazos cruzados, el mandato líder flaqueo su afilada sonrisa— te dejare ir si me dices lo que sabes.

— ¡No se nada, lo juro!— repetía— solo me ordenaron tomar la forma de un cercano tuyo y destruirte, ¡solo eso!

— ¿A que te refieres con solo eso? Muy bien entonces te matare, solo eso— Will frunció el ceño cuando Bill lo detuvo.

— no te hare nada si nos lo dices, ellos ya no pueden hacerte nada así que es mejor que lo digas ahora si no quieres empeorar las cosas.

— ¡Esta bien! Lo diré— hizo una pausa y siguió— realmente no se la forma pero ellos siempre hablaban de proteger su esencia de vida, lo que nadie lo ha visto. ¡Solo decían eso lo juro! ¡Déjame ir!

— ¿No sabes nada mas?— volvió a preguntar.

— ¡Ya te dije lo que sé de eso!— pareciese que había recordado mencionar algo así que volvió a abrir la boca— ¡Me pidieron que la matara! Déjeme ir antes que..

Antes que pudiera continuar sintió la falta de aire y sus ojos se salieron de su lugar colgando de su rostro, la sangre brotaba por todos lados y el cuerpo sin vida terminó en un charco de sangre. Todos se quedaron atónitos, Bill ya había retirado la daga antes que eso le sucediera y aun así, había muerto. Una risa helada provino del mandato líder siendo el punto de todas las miradas.

— eso es lo que les pasa a los traidores, esa escoria ya no tenía nada que decir, les hice el favor de callarlo— su sonrisa se ensancho rompiendo la piel a su paso.

— maldito lunático, ¡tú eres la verdadera desgracia para nuestra raza! Ni siquiera mereces ser parte de nosotros— escupió uno de los presentes.

Ford uso toda su concentración para descifrar lo que querían decir las palabras del fallecido, entonces recordó sus propias palabras y todo fue claro.

— ¡Lo tengo! Es el libro, deben destruir el libro— anunció, el mandato líder se retorció en su lugar y el impulso por salir de esa prisión causo estruendo en la sala, al parecer Ford estaba en lo cierto y debían evitar que destruyeran el libro para seguir existiendo.

El rubio se quedo congelado, no sabía a que se refería con lo último pero debía estar relacionado a algo con él, las escenas de ese día volvieron a aparecer en su mente y la deducción de Seis dedos.

Mabel.

El disparo.

Su muerte.

Y las palabras de Ford.

Camino hacia el libro dorado frente a él y lo sostuvo, al tener contacto con el objeto comenzó a derretirse porque Bill tenía las manos ardiendo de ira. El libro se resistió a ser vencido pero el rubio apretaba con más fuerza el agarre impidiendo la separación de los dos, sus pupilas estaban rojas y afiladas y su vestimenta cambio a una sombría con detalles rojos, su cabellera rubia paso a ser mitad oscura y mitad roja como la sangre. Las lagrimas que caían de sus ojos se esfumaban por el calor del ambiente, pareciese que todo se iba a incendiar.

Los gritos ahogados de los culpables no se hicieron esperar, cuando Bill sostuvo el objeto fueron ellos los que también sintieron derretirse desde adentro causándoles un dolor inmenso, sus rostros se derretían dejando una masa negra al final. El mandato líder perdió su fuerza y sabiendo que estaba acabado no le importo ponerle sal a la herida.

— ¡Sí, yo mande a asesinarla! Si ella no se hubiera enamorado de ti, seguramente seguiría viva ¡FUISTE TÚ QUIEN ME AYUDO A DESTRUIRLA!

Y se consumió por las llamas del dolor y la ira.

La luz eternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora