Capítulo 13

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— ¿De que estás hablando viejo demente?— los presentes se sorprendieron pero nadie dijo nada por el amor al drama.

— el tutor legal de la señora Pacífica, soy yo claro— volvió a hablar Stan— tiene nuestro apellido.

Priscilla estaba incrédula ¿Qué clase de broma era esta?

— ella es una Northwest viejo idiota— rodó los ojos con indiferencia— nació Northwest y así será hasta el fin de sus días.

— creo que esta equivocada, tengo un papel que afirma que Pacífica es una Pines ustedes pueden ser sus padres biológicos pero yo la crié cuando pasábamos un momento de vida a muerte lo que me da ventaja— sonrió malicioso.

— ¡Quiero ver dicha hoja, ahora!— ordenó y Stan sacó un documento sellado por el gobierno.

— ¿Hay algún especialista que lo compruebe?— preguntó Stan haciendo enojar más a Priscilla. Preston se hizo presente en esta conversación y pidió que se le entregue el papel.

Stan muy confiado fue hasta él entregándole el documento, efectivamente todo estaba en regla y a Preston no le podía dar más felicidad eso.

— todo está en regla, Pacífica no es una Northwest— comentó con seriedad, su esposa casi se desmaya si no fuera por la ira que estaba sintiendo posiblemente eso hubiera pasado. Ella misma vio el documento rompiéndolo en miles de pedazos.

— ¡Ya no tienes nada!— rio.

— eso era una copia, el verdadero lo tengo yo mismo— sonrió— yo no autorice esta boda ni nada por el estilo, así que cancelo todo y me llevo a mi familia.

Los guardias dejaron a Dipper y este cayó al piso tosiendo y respirando con dificultad. La rubia corrió hasta el tratando de levantarlo con cuidado.

— oye, no te dije que ese vestido es muy bonito— comentó con dificultad, la chica se sonrojó y negó con la cabeza sonriendo.

— ¡Por cierto!— se detuvo Stan— ¡La cabaña del misterio es el mejor lugar para turistas, no se olviden de darle un vistazo que los dejará sin dinero , digo, sin habla!— los tres salieron por esa puerta y esta vez nadie los detuvo.

En el camino de regreso Stan les contó sobre el documento de tutoría legal, está claro que es falso y que cualquiera con inteligencia pudo haberlo notado pero los padres de la rubia no lo eran así que sería pan comido.

— gracias por ayudarme— susurro la rubia sonriente.

— no es nada niña, todo fue idea de Dipper aunque no fue su idea que le den una paliza pero eso era de esperarse— Dipper fulminó con la mirada a Stan y luego volvió su vista a la rubia.

— no podíamos dejar ir a una de nuestras estafadoras— sonrió— además se iba a sentir muy solitario no tener a quien molestar.

Espero que la rubia lo golpeara o algo pero ella solo le sonrió y abrazo su cuerpo pegando su rostro a su pecho sintiéndose tranquila.

— gracias nerd— se acurruco más quedando dormida al instante sin aflojar el agarre. El castaño se sonrojó y con cuidado le acarició la cabellera sedosa y brillante de la chica.

***
Bill ya no tenia más fuerzas para continuar, en estos últimos momentos había pasado miles de veces por lo mismo... Miles de veces que pudo salvarla y que la perdió.

Dejo de sentir alguna emoción, portándose indiferente si la situación se volvió a repetir p no. Ya no quería continuar con esto.

Había sufrido de tantas maneras pero esta sin duda era la más insoportable y dolorosa. Parecía que le cortaban la piel dejándolo sangrar hasta que su cuerpo se quede sin nada por completo.

Sintió que le clavaban miles de cuchillas por todo el cuerpo cosa que parecía ser verdad sino fuera porque estaba alucinado ¿O no?

— pe-perdón— había repetido miles de veces hasta ahora esa palabra junto a lágrimas saladas que salían sin control, sus ojos hinchados y rojizos, sus labios secos y su piel pálida le daban un aire escalofriante.

Cerraba sus ojos lentamente queriendo ponerle fin a todo esto y la única imagen que podía ver era a su castaña sonriente, sin embargo, antes que pudiera terminar de cerrar sus ojos vio un pequeño y débil destello.

— es cálido— susurro esbozando una pequeña y débil sonrisa.

No te duermas, por favor, no te duermas

Escucho a lo lejos pero no podía identificar la voz ¿Por qué le pedía que no se durmiera? Estaba muy cansado y pedía una siesta.

Estaré siempre en tu corazón, Bill, por favor no te duermas todavía

¿Corazón? No, él ya no tenía un corazón aquella castaña se lo había llevado junto a su alma.

Debes ir a California ¿Recuerdas? Y ver la nieve, debes hacerlo por mi.

nieve..— pronunció abriendo un poco más sus ojos sintiendo el frío de los copos de nieve cayendo en su rostro— ¿Por qué está nevando? Estábamos en verano.

Una silueta estaba a su lado acariciando su cabellera sintiendo paz con cada caricia, no quería que se detenga.

Aguanta un poco más ¿Vale?

Sus manos se detuvieron y pronto un eco se escuchó, su nombre era mil veces mencionando pero no había una dirección donde mirar.

Parece que había temblor pues su cuerpo se agitaba y con pocas fuerzas se sostenía, aquel pequeño resplandor le hicieron cerrar sus ojos con fuerza y al abrirlos nuevamente veía caras conocidas.

Llamaban desesperados su nombre.

«¿Por qué hacen tanto escándalo?» pensó.

— ¡Bill!— identificó las voces con más claridad y su vista mejoró con el panorama— ¡Oh Dios! Despertaste.

— ¿Qué sucede?— preguntó el rubio débilmente.

— maldito lunático intentaste matarte— exclamó Stan desde el volante.

«¿Matarme?» no entendía lo que decían.

— Bill no te esfuerces en recordar por ahora, luego te contamos lo sucedido— comentó Pacífica siendo la más calmada en el auto. Dipper quería vomitar por la sangre y Stan trataba de no atropellar a nadie.

El rubio vio sus brazos que estaban vendados con una extraña tela que no era una venda, estos estaban manchados con sangre en abundancia.

— yo no fui— logró pronunciar— y-yo no la mate— seguía balbuceando— Pino, perdóname.

Dipper regreso lo poco que había comido en el día y vio a Bill con lágrimas en sus ojos sintiéndose triste él también.

— ¿De que te disculpas? Solo nos diste un buen susto, estúpido— se quejó.

— la dejé ir... Estrella fugaz, la dejé ir— la rubia le pidió que no se esforzara en hablar poco a poco apagando su voz.

Dipper reposo su cabeza contra la ventana mirando sus manos entrelazadas.

«No fuiste el único que la dejo ir»

La luz eternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora