Me desperté de una pesadilla sudando y las sábanas empapadas de este.
Era yo, en una habitación blanca y de pronto los rojos labios de Syd destacaban en toda la habitación. Pareciera lo único en lo que yo me pudiera fijar.
Se acercaba peligrosamente y yo estaba inmóvil, quería que ella desapareciera, que los labios rojos con los que me besó una vez se fueran.
Pero no lo hicieron, se acercó a mi oreja y me susurró: ¿Me vas a besar ahora?
Para después soltar una carcajada, y esa pequeña carcajada se volvió inmensa. Se aumentaba cada vez más que el momento revivía.
Todos sus amigos, toda la preparatoria se burlaba de mí.
Del pobre chico delgado sin cuerpo varonil que estaba perdidamente enamorado de la reina de la escuela.