Big Connection

Capitulo 2

•Analis•

¡Ana trae comida, Ana busca esto, Ana has aquello! ¡Ana! ¡Ana! ¡Ana!. Es que acaso los hombres siempre han sido tan inservibles o solo soy yo la de la mala suerte, por qué ¡Dios!, hoy están insoportables.

Al inicio me sentía única por ser parte de este grupo, ahora comprendo por qué no hay más chicas en el, no es que no tengan la capacidad, sino que no soportan a estos tres idiotas juntos.

— ¡Ya estuvo bueno!, Dejenla en paz — me defiende Brus - mi novio - de esas dos bestias.

— ¡Sabes que tenemos razón!, tu solo la defiendes por qué no quieres terminar durmiendo en el sofá — Austin cruza sus brazos a la defensiva.

— No, lo dice porque yo no tengo la culpa de que a ustedes se les queme hasta el agua— digo señalandos.

— ¡Pero si para eso te tenemos! — está vez es Sebastián quien habla.

— ¡Dios! ¿Tú nacistes así o te creastes en el proceso?, ¡Yo no soy tu chacha!, así que si tienes hambre busca tu propia
comida— me quejo.

"Insoportables"

Dejo de hacerles caso y vuelvo a sentarme frente a mi computadora. Maldigo el día en que se nos ocurrió vivir juntos, en cuanto a  trabajo es muy efectivo porque acondicionamos el sótano para eso, pero en términos domésticos es todo un fiasco ya que ninguno sabe hacer nada, así que se creen que por tenerme estoy obligada a darles de comer y limpiar sus porquerías.

— Chicos...por favor, dejen de molestar y busquen ustedes algo de comer — dice  Brus cansado del tema.

A rregañadiendes salen del sótano en busca de algo comestible.

Está semana estuvimos muy atareados ya que concluimos con nuestro último trabajo antes de tomarnos unos "días de vacaciones".

Aprovecho que los chicos se fueron y la habitación quedó en silencio para   dedicarme a navegar por la red. Luego de un rato viendo vídeos de famosos haciendo ilegalidades y cuan cantidad de tonterías, encuentro un escrito que llama mucha mi atención.

Se trata de una chica contando una experiencia vivida a la corta edad de diez años, de como su padre fue arrestado y matado siendo inocente de cargos imputados, a mano de hombres poderosos ligados a la política de su país. La forma de cómo transmite todo lo vivido me llega de tal manera que siento cada palabra que escribe como una experiencia propia.

— Amor, ven a ver esto — llamo a Brus, quien se encuentra distraído con su celular.

— A ver, que me tienes por aquí — mira sobre mi hombro la pantalla.

Me quedo en silencio expectante a cada una de sus reacciones y gestos conforme va leyendo todo con nombres incluidos.

— Mierda, estás personas son unos miserables — habla al mirarme.

— ¡Miserables es poco! ¡Son unos malnacidos! — gruño enojada.

•Brus•

Era sorprendente como algunos seres humanos teníamos la capacidad de destruir a personas inocentes sin el más mínimo remordimiento, por qué ¡Vamos!, no es que nosotros seamos un pan de dios, pero lo que ellos hacen es rebasar limites, porque dudo mucho que esa haya sido su única azaña perjudicando a gente inofensiva.

Una cosa es estafar o robar objetos materiales sin valor, pero desgraciarle la vida a una familia de ese modo no es algo que deba pasarse por alto, aquí y en la conchinchina ese acto es de personas miserables sin escrúpulos.