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✼
Hana
—¿Qué carajos te sucede?
—Por favor, no me grites. Vamos a sentarnos y a hablar tranquilamente. —le pedí a Shinichiro, estaba delante mío con la mirada enojada.
—¡No! Explícame, ¿Qué hice mal? —me tomó de los hombros y me agitó violentamente. Sus ojos negros estaban apagados y con muchas lágrimas.
—Nada. No hiciste nada malo. —negué con la cabeza.
—¿Fui un mal novio? —sus preguntas se oían como gritos. Todo el lugar era oscuro, como si solo existiera la luz para reflejar su rostro decepcionado.
—No. No. No.
—¡¿Entonces?! ¿Por qué fuiste una zorra, Hana?
Sus palabras se sintieron como cuchillos.
—Lo siento. —me caí al suelo de rodillas. —Nunca quise lastimarte, te lo oculté porque sabía que me odiarías. Y yo sé que has luchado mucho con el rechazo en tu vida. Eso no es excusa, perdón. Perdóname, por favor. —sollocé sintiendo como el aire se iba de mí por la forma tan brusca en la que lloraba.
—¿Lo amas más que a mí?
Ahora se oía lejano, como si estuviéramos dentro de un túnel.
No le contesté.
—¡Contesta la puta pregunta, Hana! ¿Amas a Wakasa más que a mí?
Permanecí en silencio, las voces en mi cabeza seguían y seguían. No parecían parar nunca. Repetían mi nombre una y otra vez.
Sentí unas fuertes manos sacudirme. Abrí los ojos y palpé el colchón suave de la cama de Wakasa. Lo primero que pude observar fue a él, tenía la mirada preocupada, su cabello rubio y morado estaba completamente suelto. Sus ojos violetas se fijaban en mí atentamente.
—Hana, ¿Estás bien?
—Shin nunca haría eso. —murmuré mirando al techo. —¿Verdad? Él estaría dolido, pero nunca me diría nada para herirme.
—Yo... no lo sé. Las personas pueden ser crueles cuando están enojadas.
—Nosotros no estamos enojados, pero somos crueles con él al no decirle.
—Hana...
—Somos malas personas, ¿no es cierto, Wakasa?
—Lo somos...—pestañeó. —pero no por amarnos, sino por esconderlo.
