Todos a juego.

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- Definitivamente no.

Hanma se sintió decepcionado por la actitud de sus supuestos amigos. El ya sabía que tanto Kisaki como Takemichi dirían que no ante la "brillante idea" que había tenido mientras hacía sus nesecidades en el baño de la escuela, pero esperaba que al menos su fiel compañero de locuras, Chifuyu, estuviera en un 20% de acuerdo.

Se sintió traicionado cuando no fue así.

- No será la gran cosa -insistió-. Sólo será un poco de dolor, sangre y lágrimas por parte de Mitchy.

El mencionado le mostró el dedo corazón sin levantar la vista del manga que estaba leyendo.

- Hanma, te quiero, pero está es la peor idea que tuviste después de la de hace una semana -habló Kisaki viéndole seriamente-.

- Oh vamos, eso fue idea de Fuyu.

Sí, hace aproximadamente una semana Chifuyu había tenido la grandiosa idea de liberar de su jaula de exhibición en un zoológico a pequeño leopardo, con la excusa de que sólo era gatito grande que estaba siendo explotado y tenía que salvarlo.

Pero esa es historia para otro día.

- ¿Eh? -se escuchó la voz del de ojos turquesas de fondo, quien estaba haciendo quien sabe que cosa con destornillador, un pan tostado y un conejo vivo y que respiraba-.

- No, es no Hanma -el ojizarco ya se había exasperado-.

Y es que hay que ser honestos, ellos pudieron haber sido los únicos idiotas sobre la faz de la tierra que se atrevieron a romper una banderita de Mikey frente a sus ojos, robar sus dorayakis, incendiar la moto de Draken y adoptar un elefante como mascota, todo el mismo día, pero jamás se harían un tatuaje en la palma superior de la mano, y menos si es el mismo tatuaje de Hanma.

- Pero somos una pandilla y todas las pandillas tienen algo distintivo -los demás le miraron con confusión-. Los kawata tienen sus expresiones faciales y cabello, los Haitani sus habilidades de combate combinados, los de Bonten sus tatuajes.

- ¿Quiénes son los de Bonten?

- ¿Cómo sabes quienes son los de Bonten?

- ¿Y desde cuándo usas más de dos neuronas para pensar?

- ¡Ese no es el punto! -chilló irritado, la única idea buena que tenía había sido ignorada olímpicamente-.

El silencio reinó durante unos minutos en los cuales nadie dijo nada, sólo se escuchaba como Kisaki tecleaba algo en su teléfono, Takemichi pasando de página en su manga y a Chifuyu golpeando quien sabe que contra una mesa.

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Okey, Hanma se irritó.

- ¡Al diablo el consentimiento! -gritó poniéndose de pie rápidamente-.

Cargó a los gnomos que le habían dicho que no hace un momento y salió disparado de su guarida con dirección al local de su tatuador de confianza, ignorando los pataleos y maldiciones que los otros tres le lanzaban.

Hanma se quedaría sin pelotas para cuando todo aquello terminara.

La vista de los presentes estaba plantada en las cuatro personas de característico humor que ingresaban al famoso templo de la toman, tres de ellas con un aura realmente espeluznante

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La vista de los presentes estaba plantada en las cuatro personas de característico humor que ingresaban al famoso templo de la toman, tres de ellas con un aura realmente espeluznante. Draken observó detalladamente a cada uno de ellos buscando el porqué de aquella aura tan macabra que oprimía a los miembros presentes, bastaron unos segundos para darse cuenta que algo había pasado, y ese algo tiene nombre y apellido.

- Oi, Hanma, ¿Qué hiciste? -preguntó, aunque realmente no quería preguntar, "los hanmas" siempre estaban en un lío distinto, los externos estaban bien, pero cuando eran pasadas entre ellos, donde Hanma por lo general era el emisor de las mismas, nadie quería entrometerse, no salía para nada bien-.

- Yo no hice nada -dijo haciéndose el ofendido para luego sonreír maliciosamente-. El tatuador por otro lado...

Y ahí fue cuando lo notó.

Todos llevaban en los nudillos de ambas manos un tatuaje, el mismo tatuaje del de mechón rubio, sus manos aún estaban algo rojas e hinchadas, se veía reciente.

Oh mierda.

- Te quiero matar -se escuchó la voz de Chifuyu resonar irritada-. Lo voy a ahorcar.

- Alcanzame enano.

Baji tuvo que sujetar al menor, quien se abalanzó contra el más grande, el Matsuno de verdad iba a matarlo.

- Me quiero amputar las manos -habló esta vez Kisaki quien miraba horrorizado dichas extremidades-.

- ¿En serio dejaste que Hanma te tatuara? -preguntó Smiley con su típica sonrisa-.

- ¿Y tu en serio quieres morir? -le sonrió dulcemente, Nahoya sintió un escalofrío recorrer su espalda-.

Todo era un desastre, Kazutora se había unido a Baji para tratar de detener al de ojos turquesas de cometer homicidio, Nahoya y Draken, quien había sido testigo de la amenaza del de lentes hacia el algodón de azúcar, temían por lo que era capaz Kisaki, y Hanma había decidido ir a molestar a Mitchy; él era el único que no había dicho nada acerca del dibujo de los kanjis a tinta permanente en sus manos.

- ¿Qué sucede, Mitchy? -el mencionado se quedó en silencio viendo sus antes blancas, lisas y puras manos ahora arruinadas con la tinta de aquel estúpido tatuaje-. ¿No dirás nada? ¿Por qué tan callado?

La intención de vanagloriarse por su trabajo forzado quedó en segundo plano cuando el de ojos zafiros le miró de una forma espeluznante. Hanma tembló.

- Los asesinatos no se planean en voz alta -mencionó con una mirada pérdida, el alto dejó escapar un gritito aterrado que no pasó desapercibido por nadie-.

Si algo todos tenían en común es su miedo dirigido a Takemichi estando molesto, la última vez que se enojó le pateo las pelotas a Muto, lo dejó en el hospital tres días dándole tratamiento para el dolor, fue un golpe de mucha suerte el que aún pudiera tener descendencia.

Ahora Hanma temía por sus pelotas.

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