3. Creando una oportunidad

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La tensión del lugar casi era palpable, entrecerró los ojos y maldijo en su mente la situación.

Poso su mirada frente a él y observó a su hermano con la misma incomodidad que él sentía, jugaba con el cubierto en su mano sin saber qué hacer.

—¿Cómo están las cosas en el trabajo? —Cuestionó su padre en un pobre intento de aminorar la tensión. De sus dos padres, él era el menos fijado en la posición social de las personas.

—Eh, están bien.— Respondió Inuyasha sin saber muy bien que decir. —El chef Myoga me ha tomado como su aprendiz. —Agregó tratando de reprimir la emoción en su voz al ver como su madre endurecía su expresión.

—Mi hijo trabajando en un restaurante... que poema. —Escupió con un tono frío la mujer de pelo plateado.

Su madre aún no superaba que uno de sus hijos haya decidido convertirse en chef y darle la espalda al negocio familiar. En cuanto a su padre, no le agradaba del todo la idea pero se abstenía de lanzar comentarios venenosos al respecto.

—Al menos es lo que elegí. No algo que me impusieron. —Farfulló el menor.

Sesshomaru observó como la novia de Inuyasha pasaba su mano por su brazo en un intento de calmarlo.

La cena transcurrió bastante tensa y aburrida. Sesshomaru quería largarse de ahí cuanto antes. Lo único positivo de la situación era la presencia de cierta azabache, cuya incomodidad no le pasó desapercibida y a decir verdad no podía culparla.

•••

Kagome suspiró aliviada de que aquella tortura hubiera terminado. Entró a la cocina con los últimos platos que había en la mesa y se dirigió al fregadero para acomodarlos junto con la pila de trastos sucios que había.

—Deja eso y vete a descansar. —Escuchó a su abuela entrar a la cocina.

Sus ojos se abrieron de par en par.

—Creí que habíamos acordado que yo serviría y me encargaría de la limpieza, la que debe descansar eres tú, abuela. —Le recordó al tiempo que cruzaba sus brazos.

Su abuela era muy terca, aunque no podía criticarle eso, ella era exactamente igual.

—Olvídalo, la abuela Kaede nunca supo quedarse quieta. —Se burló una voz conocida desde la puerta de la cocina.

—Mi muchacho. —Exclamó la anciana con alegría. Tan rápido como se lo permitía su cansado cuerpo, se acercó al joven y lo envolvió en sus brazos. —Creí que ya te habías olvidado de esta vieja.

La mirada de Inuyasha obtuvo un toque cálido y devolvió el gesto.

—No seas tonta, anciana eso jamás. —Farfulló casi ofendido.

Kagome esbozó una sonrisa al ver aquello. Se podía percibir el cariño que su abuela tenía por los chicos de esa familia.

—Tu debes ser Kagome. — Inquirió el menor de los Taisho una vez que se separó de su abuela. — No habíamos podido conocernos, pero la vieja Kaede ya me había contado algo de ti.

—Mucho gusto. —Respondió por inercia.

—Espero que no haya sido tan horrible para ti como lo fue para mi. —Comentó haciendo referencia a la cena y su energía hostil.

Kagome trato de que su expresión no la delatara, pero al parecer falló.

—No... claro que no.

—No te culpo. —Le respondió el peli plata.

Kaede colocó su mano en el hombro del chico brindándole un apoyo silencioso que pareció notar, ya que al instante una media sonrisa se formó en su rostro.

Rompiendo tus reglas-Sesshome Donde viven las historias. Descúbrelo ahora