Fase 1

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• Título: La odisea de una inesperada amistad.

• Género: Historia corta.

• Tipo de narrador: Tercera persona.

• Personajes: Bakugõ Katsuki y Eri. También se menciona a los alumnos de la clase 1-A, a los tres grandes y a los profesores en general, pero no aparecen en el One-shot.

• Shipps: Ninguno.

• Advertencias: Se habla sobre el pasado de Eri, pero sin muchos detalles.

• Cantidad de palabras: 2,476.

• Bonus extra: Océano, precipicio, llovizna, constelación.

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Ese fue el momento más extraño nunca antes recordado. Fue precisamente el que inició esta odisea. Una que ambos llamarían amistad.

Es curioso cómo el mar de la vida siempre nos empuja con sus olas a lugares que nunca imaginamos llegar, viviendo cosas inesperadas que quizás jamás hubiéramos vivido sino fuera por la agitada marea. Pero así como puede dejarnos en costas tranquilas, a veces puede dejarnos naufragando, igual a la pequeña Eri pérdida en el océano de los dormitorios.

Minutos antes ella estaba en la habitación de Rikido Sato, junto a él y Midoriya. Ambos habían estado enseñando a la niña cómo preparaban las manzanas acarameladas que tanto le gustaban, pero era un proceso delicado y peligroso para que Eri les ayudara, por lo que terminó aburrida con rapidez, decidiendo que era mejor explorar los amplios espacios que aquella monumental construcción le ofrecían. Pero a mitad de su aventura, descubrió que no sabía como regresar junto a ellos.

Entonces, sus oídos captaron el sonido leve de una suave música, la cual provenía de una de las habitaciones. De inmediato se acordó del único concierto al que había ido, rememorando las maravillosas sensaciones que la voz de aquella chica, las luces y el baile provocaron en ella. Pero esta vez era diferente. Esta música era más tranquila y relajante, no la ponía eufórica o alegre, sino todo lo contrario. Por lo que a pesar de haber planeado tocar la puerta de dónde llegaba el sonido, se acomodó frente a esta al sentir que sus párpados empezaron a cerrarse ante la melodía. Y así fue como la encontró Bakugõ, acurrucada en el piso frente a su dormitorio.

— ¿Hah? —Él había decidido tomar un pequeño descanso de sus estudios para ir a comer algo, por lo que no pudo evitar sorprenderse con la niña dormida a sus pies-. Oi, ¿qué haces ahí tirada, mocosa?

La voz de Bakugõ sonó sorprendentemente calmada mientras sacudía con delicadeza a Eri para despertarla. Poco a poco ella fue despertando ante la insistencia del mayor, que paró al ver como se estiraba bostezando.

— H-hola —tartamudeó un saludo al ver a Bakugõ.

— Al fin despiertas —contestó simple y áspero— Yo iba a la cocina a comer algo, ¿vienes, mocosa?

A veces podía ser algo egoísta y argel, pero ni siquiera él era capaz de dejar a una niña en ese estado tan vulnerable sola.

Eri asintió moviendo con lentitud su cabeza. Aún estaba algo adormilada por lo que sin pensar se agarró de la remera de Bakugõ, sujetándose de él mientras frotaba su ojo derecho con su puño cerrado. Una acción inesperada que derritió un pedacito del corazón del rubio ceniza, quien acarició la cabeza de la pequeña, dejando su palma abierta en su coronilla, la cual transmitía una agradable y cálida sensación a Eri. Ella levantó la mirada, y Bakugõ al sentirse observado imitó su acción. Los ojos rojos de ambos se encontraron, sorprendiendo a Eri el color de los del contrario.

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