El hijo del número dos

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- No andes por delante de mí, bastardo.

- Como digas. – pero el estúpido no frenó ni un poquito.

- ¿Seguro que sabes dónde está ese gimnasio? – ya empezaba a dudar de que fuera cierto, llevabamos un rato andando.

- ¿Dudas de mí, Kats? – algo me recorrió el cuerpo.

- Tsk, no dije eso.

- Me parecía.

De repente dejó de caminar y me agarró bruscamente del brazo para arrinconarme detrás de una columna.

- ¡¿Pero que mierda estás ha...!? - no pude terminar la frase porque me tapó la boca con su mano.

- Shh, ya sé que eres ruidoso, pero estate calladito un momento. – me susurró cerca de mi cara y se asomó un poco por la columna sin quitarme la mano de la boca.

Hice silencio solo para poder escuchar qué era eso tan importante que no podía vernos.

- Sí Endeavor, Shōto ahora mismo está haciendo unas prácticas con All Might. No sé si podrá verte en estos instantes – se escuchó decir a Aizawa.

- ¿Endeavor? ¿El héroe número dos? ¿Por qué quería saber dónde estaba Shōto, digo el bastardo? ¿Y por qué el bastardo se escondía de él?

- No importa iré a ver la práctica y después hablaré con él. – dijo firmemente el héroe número dos.

- Como quieras.

Ya no se escucharon más, creo que se fueron al gimnasio.

- ¿Qué demonios fue eso? – pregunté mientras tomaba su mano por la muñeca para sacarla de mi boca, era muy molesta.

- Eso fue mi padre. - ¿su padre? ¿Qué mierda?

- Eso explica muchas cosas. – dije en un medio suspiro.

- ¿Qué quieres decir con eso? – insinuó levantando una ceja y encorbándose levemente hacia mí.

Ahora fui yo quien lo miró de abajo arriba, quedandome fijo en sus ojos. Esta vez no ibas a intimidarme bastardo.

- Que sois i-gua-li-tos. – le respondí con una sonrisa muy muy burlona.

- Con que esas tenemos, ¿no Kats? – llevó su mano que aún yo le sujetaba de la muñeca y me levantó el mentón, mientras que su otra mano se situaba al lado de mi cintura pegada a la columna, encerrándome.

No tuve otra que mirarle a los ojos, esos ojos que decían cosas distintas, pero que, en ese momento, solo decían una cosa, deseo.

- Dime Kats, ¿por qué me estás provocando? - ¿qué yo le estaba provocando? Pero, ¿quién fue el pervertido que me acorraló cual gata en celo? ¿Eh? ¿Quién fue?

- No te estoy provocando egocéntrico. No te hagas una idea equivocada.

- Oh no, te puedo asegurar que lo estás haciendo. – y sin apartarme la mirada. Llevo mi mano que tenía sujeta su muñeca, para así, dirigirla lentamente hacía su pantalón.

En cuestión de segundos se me subieron todos los colores habidos y por haber. Pude notar perfectamente el bulto que se escondía debajo de estos. Y no pude evitar apartarle la mirada.

- ¿Por qué te escondes Kats? Esto lo has provocado tú. – hizo una pequeña pausa para acercarse a mi oído y susurrar – Y debes hacerte cargo.

¿Qué yo tenía que hacerme cargo? Ah no, eso sí que no. Yo no tengo la culpa de que seas un pervertido. Te las apañas tú solito.

- ¿Y qué si no lo hago? – dije volviéndolo a mirar a los ojos.

Algo en él llamó mi atención © - [ Todobaku ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora