Capítulo 1.

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"Verte por primera vez fue como ver un gran tornado a lo lejos; no me percaté de que te dirigías hacia mí hasta que fue muy tarde y tu vendaval ya me había despegado del suelo."

Un "guau" gigante escapó de la boca de su hermana apenas fue visible desde la camioneta el sitio donde se celebraría la recepción de la boda. Isabella pegó la cara al vidrio polarizado, completamente encantada. Nora tenía que admitir que la vista del Golden Mountain Garden lo merecía. La estructura ubicada entre las montañas bronce típicas del este de la región de Monzuana era simplemente mágico, abierto, de techos altos, pisos de mármol y modernos candelabros de cristal, la decoración un sano equilibrio entre lo elegante y el lujo.

Mami Mónica manejaba la camioneta haciendo fila detrás de otros autos que entraban por los portones plateados del lugar. En el asiento del copiloto se encontraba Mamá Sirena, gesticulando animadamente con las manos. Su padre, por supuesto, ya debía estar adentro con el equipo que su novia –ahora esposa- había contratado para hacer de esta noche la noche. Nora retrocedió en su cabeza al momento de la boda en la iglesia, casi explotando en carcajadas al recordar la cara del sacerdote al ver a su padre lleno de tatuajes de calaveras, arañas y murciélagos en las manos, brazos y cuello, vestido de esmoquin para la ocasión, con una corbata a juego, un delineado en sus párpados que hacía resaltar sus ojos felinos, y una sonrisa traviesa dirigida hacia Joanna que la hizo sonrojar durante toda la ceremonia.

Nora se alegraba de haber heredado esos ojos del color del musgo. Gracias a ellos la gente solía espantarse si les miraba fijo mucho tiempo, razón por la cual lo hacía cada vez que tenía oportunidad. Tal vez fuera el hecho de que la cara que los portaba estaba llena de pesado maquillaje de estilo gótico, o tal vez fuera la vestimenta digna de un día de Halloween. De cualquier forma, era infinitamente gracioso para ella.

Mami estacionó frente a la entrada principal del lujoso hotel. Enseguida un mozo encargado del valet parking pidió amablemente las llaves del auto, permitiendo que las dos mujeres y las dos chicas pudieran bajarse y entrar a la vez. Apenas habían puesto un pie en el lobby cuando una señorita las alcanzó y se presentó como asistente de Lucía Catepulli.

―Hola, mi nombre es Natasha, ustedes deben ser la familia del novio ―señaló con una libreta en la mano y una sonrisa educada―, por favor, sigan por este camino para la sesión de fotos, el sr. Martínez las está esperando ―dichas las instrucciones, la asistente las guió por un pasillo aparte sin mucho tráfico de personas. Sirena, quien iba directamente detrás de Natasha y tomando a su esposa de la mano, volteó hacia sus hijas con una sonrisa, casi dando saltos, la tela de su vestido violeta oscuro, el único de todas ellas que no era negro, fluyendo con cada movimiento.

―¡Qué emoción!

Nora inspeccionó la gran terraza que se vislumbraba a través de la pared hecha de cristal a su derecha; la recepción sería parcialmente al aire libre, aprovechando la temperatura cálida, sin ser sofocante, de esta época del año. Era obvio para ella que su padre había dejado a Joanna completamente a cargo de la ambientación: las luces y los colores suaves lo revelaban.

Oh, pensó con sorpresa cuando pasaron junto a la zona del pastel. Al parecer su padre sí había decidido dejar toques de su esencia. Nora no resistió emitir una risita, deleitada. Su hermana, por otro lado, no tuvo reparos en dar un chillido y sacar su teléfono.

―Este pastel es hermoso ¡hermoso! ―comentaba Isa a la vez que le sacaba foto tras foto al postre de cinco pisos recubierto con fondant negro, flores de chocolate verde y morado, con un diseño en crema que emulaba un encaje gótico clásico, en su tope una figurita que representaba a Javier Martínez, con una calavera por cabeza y sujetando una guadaña, besando tiernamente en la mejilla a la figurita con alas de ángel que representaba a Joanna.

Ella de negroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora