SIETE | Recuerdos.

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El padre Shinichiro entro silenciosamente a la parroquia, deteniéndose al ver una pequeña figura acuclillada frente a la cruz que parecía murmurar rápidamente un montón de palabras que no se lograban entender.

Se acerco un poco, mirando a Chifuyu rezar desesperadamente, un rosario que tenia entre manos fuertemente apretado contra su pecho, como si casi quisiese enterrarlo bajo su piel.

- ¿Que fue lo que hiciste? -El fraile se sobresalto, poniéndose de pie rápido.

- P-padre digo Shinichiro san. -Se levanto, intento calmarse, el pelinegro con unas cuantas canas mirándolo con el ceño fruncido.

- Parece que hiciste algo que realmente mereciera un castigo. Chifuyu se tenso ante tal actitud del menor, el mayor soltó una gran carcajada. -Tarado, nada puede ser tan grave, ¿Quieres contarme?.

- No puedo. -Soltó en seco.

- Bien, no te obligare a contarme, pero el que quieras dejar tus rodillas pegadas al banquillo con el rosario impregnado en tu piel no me parece. -Chifuyu se sentía el mayor pecador tras esos momentos que vivió con el profesor.

-       Vete a tu cuarto y descansa. -El menor asintió.

- Si padre.

Shinichiro espero a que el rubio saliera para pasar su dedo donde el menor tenia los codos enterrados, mirando con sus oscuros ojos y grises el polvo que se acumulaba.

- Tendré que mandarlo a limpiar. -Farfullo, posando sus brazos sobre su espalda.

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Chifuyu se recostó en su cama, buscando una salida para dejar de pensar en el hombre de pelo largo que rondaba por su mente sin dejarlo descansar, sin dejar de sentir la sensación de sus labios siendo maravillosamente tocados por los labios del otro, ese beso era su mayor perdición, sabia que por los tiempos era imposible amar a otro sin importar el genero y en su posición era peor, cometió un pecado, le fallo a Dios, se sentía miserable pero a la vez feliz, no sabia lo que estaba mal o estaba bien, pensaba que quizás si hubiera sido con una mujer seria menos peor, pero este no era el caso... Deseo pedirle un consejo a Shinichiro pero el mayor no era capaz de comprender o ponerse en su lugar.

Se giro, mirando al techo, las manos sobre su pecho agarrando su cruz, decidiendo que solo fue un momento de debilidad de ambos, que suponía, que algún sacerdote aparte de el le había pasado, algo que pronto olvidaría.

Convencido de esto, cerro los ojos, dispuesto a dormir.

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- ¡Espera!.

- ¿Que es lo que necesita?. -Los ojos claros de la mujer entrecerrados, intentado recordar al hombre rubio delante de ella.

- Hina, ¿Tan pronto te olvidaste de mi?. -Ella pareció confundida. -Soy Takemichi... Hanagaki Takemichi.

- ¡Ya te recuerdo!. -Exclamo sonriendo.

- Quería saber si ya te decidiste con las clases para mi.

- Claro hable con el padre Shinichiro, pero el no esta tan convencido de la idea de que este sola con un hombre, menos con usted. -Takemichi refunfuño, seguro de que el cura sabia de sus intenciones con la monja.

- Yo hablare con el, no te preocupes, Hina.

- ¡Hermana Hina!. -El fuerte grito de la hermana Yuzuha la llamo, la joven volteándose para ver a la otra hermana.

-     Debo irme, Hanagaki, fue un placer cruzarme con usted. -Se despidió entrando a la casa parroquial.

Takemichi no despego la vista de ella hasta que desapareció, su mirada estaba perdida hasta que alguien topo con el.

𝐅𝐎𝐑𝐁𝐈𝐃𝐃𝐄𝐍 𝐖𝐈𝐒𝐇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora