CINCO | Sensaciones

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- ¿Seguro que llevas todo lo necesario, Matsuno?.

- Si, Shinichiro san. -Respondió como un niño pequeño.

- Recuerda que ya no eres un escuincle, subirte al techo a tu edad ya no es fácil.

- Entonces dígame porque me metí en este lio.

- La escuela que apoyada por la congregación, y nosotros supervisamos todo lo que tenga que ver con ella y sus niños, pero lo que es el edificio lo maneja el municipio, y es el quien te va a pagar.

- Aja...

- Y ese dinerito nos servirá para arreglar la entrada, que esta muy deteriorada y causa accidentes.

- ¡Porque yo Dios! -Gimió Chifuyu, saliendo, sin el habito, si no con unos pantalones, unos zapatos y una camiseta blanca que dejaba a la luz aquellos brazos tan delgados y tonificados.

- ¡Deja de quejarte muchacho! -Grito Shinichiro antes de que se alejara del rubio. -¡Y me saludas a Keisuke!.

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El maestro de la coleta y cabellera larga vigilaba a sus estudiantes en el patio con la ayuda de las hermanas mientras se escuchaba ruido en el techo, siendo interrumpidos solo por algunos gemidos dolorosos que, supuso, que eran del sacerdote golpeándose.

De pronto se le detuvo el corazón al escuchar el sonido de un grito, junto con el de un fuerte golpe llego a su agudo oído, se dirigió corriendo de donde previno el sonido y ver la escena tan espantosa.

Chifuyu intentaba ponerse de pie entre la pila de cemento la cual desafortunadamente cayo después de resbalar del techo.

- ¡CHIFUYU!!! -Levanto la cabeza, adolorido , mirando al hombre que grito su nombre con tanta familiaridad. -¡¡Ay dios!!¿Esta bien?.

- No pasa nada, Baji san, esto no es nada a comparación a otra caídas. -Se sentó, quejándose.

- Necesita que lo chequen. -Se acerco para cargarlo con delicadeza y posarlo sobre su espalda, el aguantando un jadeo. -Lo llevare a la enfermería.

- No es necesario, Baji san. -Estaba totalmente avergonzado con las mejillas con un tono carmesí no sabia porque sentía tanta vergüenza.

- Es mas necesario de lo que cree.

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-     Necesito que se quite la camiseta. Ordeno el mayor, calentando entre sus manos un ungüento.

-     Disculpe, ¿que?.

-     Tengo que checar sus heridas y curarlo. -Explico y el rubio asintió.

Quito su camiseta sucia, dejando ver al maestro su contextura delgada y su piel, pareciera la piel mas lisa y linda, un exquisito aroma llego a su nariz, algo maso menos parecido al caramelo.

Toco con mucho cuidado una parte enrojecida que no le faltaba mucho para amoratarse, colocando una de sus palmas con ungüento, frotando, sintiendo la piel tan suave del rubio.

-     La hermana Yuzuha me matara.

-    No te preocupes por eso. -Coloco un poco mas del medicamento. -Les encargue a los niños mientras lo curaba. -Subió por toda su espalda, llegando a sus clavículas, revisando que no hubiera alguna otra lesión.

-     ¿Donde aprendió a curar heridas? -Pregunto Chifuyu con los ojos cerrados, disfrutando de los toques que le daba el profesor, sentía como su piel erizaba a la fricción con la piel del otro.

𝐅𝐎𝐑𝐁𝐈𝐃𝐃𝐄𝐍 𝐖𝐈𝐒𝐇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora