El magnate

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Hecho un último vistazo al desorden que han dejado en el apartamento.
Con lágrimas empiezo a recoger lo que queda sin romper. Rabia, frustración, decepción es lo que siento en estos momentos. Mi padre comenzó a beber mucho más tras la muerte de mi madre, no era que antes no lo hiciera pero supongo que se le fue de las manos, con lo que nos quedó nos mudamos a un pequeño apartamento de tres habitaciones. Yo trabajaba día y noche para pagarme las clases nocturnas y así poder graduarme.

A mi padre, a parte de beber le encantaba apostar... Una combinación fatal y esos juegos fueron los que lo llevaron a tener una gran deuda y marcharse dejándome todos sus problemas a mi.

¿Como se supone que voy a pagarlas? La conversación con Donald Thompson, un conocido prestamista, aún resuena en mi cabeza.

- Tu padre me debe mucho dinero, así que si el no está...tu debes de pagarla por el.

- Si...si me da tiempo, puedo ir pagándole cada mes... hablar en el trabajo y que me adelanten algo.

- Acéptalo, sabes que aún trabajando horas extras no lograrías pagarme ocho mil dólares y claro está que tengo que cobrar intereses por el tiempo que va pasando... así que por qué seguir perdièndolo, cásate conmigo y la deuda estará saldada.

Todo en su ser me repugna. Es mucho más vejo que mi padre y su asquerosa barba y barriga me hacen sentir arcadas, odio el rechinar de sus cadenas y anillos que lleva en cada dedo.

- ¡Jamás me pienso casar con usted! A demás no hace falta, yo encontraré la manera de pagar la deuda.

- ¡Bien!..Se acabaron los juegos tienes dos semanas para pagarme, si no tienes el dinero para entonces, atente a las consecuencias, sabes que soy muy poderoso en esta ciudad.

Él y sus matones salen por la puerta y enseguida me echo a llorar.

Cómo mi propio padre pudo meterme en esta situación.

Llego a el edificio de Lion's Enterprise, la compañía para la que trabajo cómo gerente financiera hace poco más de tres años, al llegar a mi escritorio me encuentro con la mirada de escrutinio de mi compañera.

Ely, comenzamos juntas en la empresa. Ella era una rubia hermosa, si bien al principio era tímida después que la conocías no parabas de reírte con ella. Siempre que llegaban unas flores a la oficina no hacía falta decir para quien era.

- ¿Te sientes bien? Te veo mala cara.

- Si.. si solo no he podido dormir bien por la noche.- mis ojeras estaban más marcadas que nunca, aún cuando hice todo por taparlas incluyendo pegarme dos cucharas frías.

- Está bien... te deje los documentos que hay que entregar esta tarde, solo falta que los firmes y los mandaremos al piso de arriba.

Asiento con la cabeza y me pongo con ello.

El tiempo se me paso volando, cuando vi mi reloj eran las dos de la tarde, hora del almuerzo.

- Hoy iré a comer al restaurante de la esquina, he quedado con un chico que conocí ayer en el bar.-saca un espejo pequeño y se mira retocándose los rizos rubios.- ¡Hola! Tierra llamando a Aria.... Holaaaaaa.

- Perdona, no... gracias no me apetece comer fuera, he traído algo de fruta.

- Muy bien Aria Michell, no me pienso mover de aquí hasta que me digas lo que te pasa, llevas toda la mañana como si estuvieras en trance, te has equivocado tres veces y no me estás escuchando.

Sus manos estaban sobre sus caderas a modo de jarra, lo que me daba a entender que no se movería de ahí hasta que le diera una razón.

- No hace falta que te quedes de verdad, seguro que ya te están esperando.

- Me da igual, ya le diré que no puedo ir. A demás tengo su número así que no pasa nada.

Como un Click que se enciende en mi cabeza, empiezo a llorar, quiero parar de hacerlo pero no puedo. La angustia de no saber lo que va pasar me está matando.

- Mi... mi padre se ha marchado y se ha llevado el poco dinero que tenía ahorrado...y anoche vinieron unos hombres a cobrar la deuda que él ...debe.- Trago grueso y ella me anima a que siga.- pero no puedo pagarla Ely... así que Donald Thompson al que él le debe el dinero me ha dado hasta dentro de dos semanas para pagárselo .... O.. o si no quiere que le pague con otro tipo de favores.

Por primera vez en tres años veo a Ely quedarse sin palabras.- Joder... a ver yo tengo algo ahorrado no es mucho pero te puede servir y si no ya preguntaremos a ver quien nos puede ayudar, tú no te preocupes todo estará bien.

***

El lunes entro corriendo a la oficina, he llegado media hora tarde, así que no me da tiempo de hablar con Ely hasta la hora del almuerzo.

- Lo siento muchísimo Aria, he hablado con todos los que conozco y solo he podido reunir mil dólares... sé que no es mucho, pero ya tengo un préstamo que he pedido y...

- No te preocupes - la interrumpo y le doy un abrazo - gracias por hacer todo lo posible por ayudarme, es mucho más de lo que yo podría reunir sola, pero este problema es mío.

Suena el teléfono y ella lo coge- Aja...aja...aja...muy bien.- cuelga.

- ¿Aria que has hecho?- Me mira preocupada.

- ¿Yo? Nada... por qué lo preguntas.

- Han llamado para decir que subas al despacho del "León", te está esperando.

Así le llamaban a él "el león" era el dueño de la empresa tras la sucesión de su padre. Nunca lo habíamos visto, tenía su propio ascensor por la parte de atrás que lo llevaba directamente hasta la última planta donde se encontraba su despacho. Corrían rumores de tener un mal carácter, de ser tan frío como el acero y de molestarle los errores y la impuntualidad.

- No...no sé de qué va esto... yo no hice nada.

Nerviosa, me encuentro en el ascensor pulsando el botón que me llevará hasta la última planta. Lo último que me faltaba es que fuera a perder mi trabajo.

Por favor, por favor Diosito que no me vayan a despedir. No podría soportarlo.

Al abrirse las puertas, una chica embarazada se me queda viendo desde su escritorio.

- Buenas tardes - digo nerviosa - Vengo a ver al señor Maximiliano.

- Si no tienes cita, no puedes entrar - me mira de arriba a bajo con desdén.

- Trabajo aquí, me ha mandado a llamar, me llamo Aria, Aria Mitchell.

Arquea una ceja mientras mira una hoja - Pasa.

Toco las grandes puertas negras y entro.

Pero estoy tan nerviosa, que al cerrarse me tropiezo con mis pies y caigo al piso.

- ¿Siempre eres tan patosa?.

Vendida al magnate Donde viven las historias. Descúbrelo ahora