Mi barco se hundió.
El mismo que estuve creando con esfuerzo y cariño, donde puse toda mi ilusión y amor, el cual esperaba que debía de aguantar cualquier tormenta, porque lo reforcé y le cubrí. Pero claro me centré muchísimo en él y me olvidé de mí. Llegó un punto que tan solo pensaba en viajar por todo el mundo, ver cosas nuevas y con ellas sentir de verdad. Y mientras viaje disfruté, grité, lloré, corrí, me fui alejando de mí. Yo no estaba ahí solamente mi imagen y mis ideas. Y claro como abandoné al conductor de ese barco, él se hundió, se ahogó entre el agua y la sal... y yo me perdí. No sabía que hacer, así que intenté construir más barcos, pero todos fallaban, me centraba en ocupar el hueco de lo que cree y no de lo que fui.
Fui con más marineros para encontrar alguna forma de llenar ese vacío. Pero no, no había otro igual, porque no era lo que fallaba. Me dejé ir entre las olas y ellas misma me ahogaron entre ilusiones y pensamientos. Así que fui al mar y le dije ayúdame a encontrarme, no quiero estar así, necesito mi estabilidad otra vez... y el mar me dio con el agua en la cara.
Ahí desperté.