Capítulo 4. Omega en apuros

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Al llegar la noche a la ciudad las luces se encendían y daban paso a la vida nocturna. Restaurantes, cines, discotecas, pero sobre todo bares entraban en su apogeo.

Y era en uno de estos últimos donde se podían ver dos omegas pasando el rato, uno de cabello morado y ojos rubí y otra rubia de ojos rosas. Ambos parecían estar discutiendo seriamente sobre algo.

– Te está cortejando– insistía la rubia con una mano sobre su cabeza y la otra sujetando un vaso de cerveza recién empezado.

– Que NO me está cortejando– negaba el peli morado una y otra vez, nuevamente tratando de autoconvencerse.

– Mira, repasemos los recientes acontecimientos de nuevo– dijo ya exasperada de la negación de su amigo–. Este muy guapo Alfa que esta SOLTERO– quiso remarcar la chica– pasa enviándote regalos durante toda la semana, ¿y dices que no te está cortejando?– miró al contrario con el ceño fruncido que se encogía de hombros–. Sólo faltó que te enviara materiales de anidación o una de sus camisas, ¡¿y tú dices que ESO no es cortejo?!

– Ya te dije que solo estaba siendo agradecido– repitió Bonnie por enésima vez sintiendo sus mejillas rojas al pensar en todos esos lindos detalles que su alumno favorito estuvo dándole en nombre de su padre.

– ¿Y cómo explicas lo de su número de teléfono y encima su teléfono personal?– Ann seguía intentando que viera las pruebas delante de sus narices.

– Que es solo para emergencias por si Connor se vuelve a enfermar– la omega lo miró con cara de querer ahorcarlo, no podía creer lo muy ciego que era su amigo.

– ¿Ah, sí? ¿Entonces por qué te lo dio solo a ti?- dijo ella triunfante.

– Porque yo soy el maestro de Connor, ¿que no es obvio?– ella estaba harta y se pegó en la frente con la mano.

– ¡Un Alfa rico y muy guapo te está cortejando, YA ACEPTALO!– gritó la rubia ya hastiada de la actitud negativa de su amigo.

Bonnie estaba agradecido de que en The Pirate's Cove (que así se llamaba el bar) siempre hubiera música lo suficientemente alta como para que nadie oyera los asuntos de los demás. O eso creía él, porque alguien si escucho el grito de su amiga y no tardó en acercarse a la mesa.

– Pero bueno, miren qué tenemos aquí– ambos omegas voltearon y ahí estaba un Alfa que los miraba de soslayo.

Un hombre muy alto, casi de dos metros, con cabellos rojos como la sangre y ojos ambarinos que combinaban con un brillante colmillo de oro que asomaba por su boca en una sonrisa socarrona. Este Alfa era Foxy Sanders, Fox para los amigos, el dueño de este bar y viejo conocido del pelimorado.

– Oh, hola, Fox, ¿cómo estás?– Ann, siendo siempre tan alegre y amigable, no dudó en saludar al pelirrojo, mientras que Bonnie simplemente se limitó a saludar con la mano al Alfa.

– He estado bien, gracias– su mirada se fijó rápidamente en el pelimorado y su sonrisa se ensanchó–. Vaya, hacía tiempo que no te veía, Bonnie, ¿cómo has estado?– el pelimorado solo dio una sonrisa algo incómoda tratando de que no se notara a pesar de que sabía que su olor ácido podría delatarlo.

Él y Fox habían salido durante la secundaria, pero las cosas empezaron a ponerse algo feas y tuvieron que terminar por el bien de los dos, o así lo había dejado claro el omega. Aun así, después de unos años volvieron a ser amigos, aunque sería más fácil si Fox simplemente dejara de hacer esas insinuaciones hacia Bonnie sobre volver a intentarlo, ese zorro era más terco que una mula.

– Hola Fox– dijo al fin soltando el aire retenido–. Pues he estado bien, ya sabes el trabajo y eso... – dijo intentando ser amable.

– Ah, al final lograste el trabajo en esa guardería, ¿qué tal los mocosos? – el omega frunció el ceño al oír aquello, sabía que no iba con maldad, pero no iba a dejar que llamara "mocosos" a sus angelitos.

Unexpected Family (BxB Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora