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Los días siguieron pasando y cuando menos lo esperaba, tan sólo faltaba un día para enfrentar su destino. Como toda su vida, Dahyun había hecho frente a los problemas y, completamente resignada, se decidió a pasar ese día en compañía de las menores en búsqueda de esa diversión y felicidad que tanta falta le haría en un futuro.

Momo observaba a metros el juego entre la rubia y la pelinegra, quien reía por el puchero que mantenía la mayor. Ambas jugaban 4 en fila, Dahyun usaba las fichas azules mientras Sana las rojas, sin embargo, al parecer no le habían traído nada de suerte a la rubia, quien había perdido contra la pelinegra las cuatro veces que jugaron.

—¡No es justo! —reprochó, cruzándose de brazos y haciendo un berrinche cual niña pequeña—. ¿Cómo es que eres tan buena? ¿Haces trampa?

—Oh, por supuesto que no —negó rápidamente, sus principios y valores no le permitían hacer trampa o ser injusta—. Solo es cuestión de pensar un poco.

—¿Estás diciendo que yo no pienso?

—¡No, no es eso! Es solo... ¿Estrategia?

—Uhm... Bueno, eso tiene más sentido. Yo no uso estrategias —asintiendo en comprensión, Sana llevó una mano a su mentón y sonrió—. ¡Juguemos otra vez! La que pierda tendrá que hacer un bocadillo para ella y la ganadora.

—Pero-

Dahyun iba a reprochar, porque no estaba segura de si la mayor podría ganarle —no es por ser egocéntrica, pero Sana era sumamente mala en el juego—, cuando la misma habló completamente decidida.

—¡A jugar! ¡Yo empiezo!

Suspirando, ambas iniciaron una partida nuevamente.

Momo tomó un sorbo de su bebida y se apoyó en la barra de la cocina, observando un tanto interesada el juego.

—Dahyun me contó que ayer le llevaste agua y le ayudaste un poco —la voz de Jihyo se filtró por sus oídos, haciéndola suspirar.

—Si se moría de sed o calor, no terminaría su trabajo.

La pelirroja hizo una mueca y volteó a observar el juego también.

—Hizo un buen trabajo —prosiguió, haciendo a Momo levantar una ceja. No entendía qué pretendía con todo eso—. No había visto ese jardín tan limpio y lindo.

—Nunca viviste aquí —replicó la castaña.

—Me refiero al tiempo que permanecí en este lugar, ¿o ya no te acuerdas?

—Como sea.

Jihyo la observó de reojo y entreabrió sus labios para hablar, cuando un grito de alegría resonó y, acto seguido, unos fuertes brazos la apresaron.

—¡Gané! —gritó Sana, estrujando a Jihyo entre sus brazos y haciéndola girar consigo.

La pelirroja rio ante su entusiasmo mientras seguía en el aire.

Dahyun, desde su asiento en el suelo, no pudo evitar sonreír ante la escena. Aunque extrañamente le recordaba a su escena con la mujer de ojos esmeralda que seguía bebiendo algo de un vaso aún.

«¿Qué estás pensando, Dahyun? ¡Por todos los cielos, para ya!»

Un sonrojo inundó sus mejillas y desvió la mirada hacia el suelo, intentando alejar esos pensamientos acerca de ella y la castaña así... Tan cercanas, tan unidas... Tan enamoradas.

Todo el tiempo bajo la mirada esmeralda, quien la observaba un tanto curiosa.

—¡¿Viste eso, Hyo?! ¡Le gané a Dahyun! —murmuró, una vez bajó a la pelirroja de vuelta al suelo—. ¡Yo gané!

Believe in Destiny - Dahmo G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora