Capítulo 8

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-¿Qué Será De Mí?-

-Las trabajadoras domésticas al ver ese evento, decidieron declararle la Guerra a Candy, ya que el Patriarca con ese insignificativo detalle,  anunciaba que la rubia le importaba más, de lo que el mismo podía admitir.

Albert, quería que el Doctor George Jhonson valorará a Candy, la veía, sumamente débil, y quería verla bien, así que llamó a su amigo, para que la atendiera y evaluará, y pudiera estar con ella, a esas alturas no se fiaba de nadie de su personal; le pidió la cuidara mientras el estaría resolviendo unos asunto en particular.

Tomó las llaves de su Mustang Negro, y se dirigió rumbo a una casa abandonada, su personal y su Mano Derecha Alistair Crownley se encontraba en el lugar, se quito el saco y se lo dío, Albert se doblo las mangas de aquella fina camisa de seda gris, miró a Terry, y le pidió a sus guardaespaldas, que lo soltarán.

Terry lo miró y le dijo: -¡Vaya!, si que te importa esa mujer, tanto para tomarte la molestia, de traerme a este lugar.

El Magnate, le contestó, esto no es solo por Candy, es por todas aquellas mujeres a las cuales tú le faltaste el respeto, les quitaste su dinero, y le impacto el primer puñetazo en su rostro, y esto es por golpear a las mujeres, recibiendo tremendo castigo.

El pelinegro, también uso sus recursos y usando su derecho de réplica le dijó, -¡Anda!, golpeame, pero sabes bien, que no hay diferencia entre nosotros, los dos somos iguales, cual es la diferencia tu las usas y después las desechas.

Albert, no aguanto más y se dejo ir y lo golpeó sin piedad, era cierto, lo que decía su ex asistente, no había diferencia entre ellos, el había asumido la condena de su familia, lo que nunca reveló a nadie, que él al asumir el Patriarcado prometió no enamorarse, para no arrastrar a ninguna mujer a vivir una terrible condena.

Después de tundir a golpes a Terry su ex amigo y ex asistente, El mismo Albert le arranco las uñas una por una de manos y pies, como lección de que a ninguna mujer se le debe golpear.

Al regresar a la residencia habló con su mentor y le contó la situación,  y ambos se prepararon para separación de las  primeras inversiones  de Terry en sus negocios.

George, no era ningun tonto, y se lo dijo -Albert, atrévete a amar, disfruta lo que la vida te ofrece, ella es hermosa y ayer todos disfrutamos de esa química tan especial.

Albert, solo le dijo, no puedo, no puedo romper  mi promesa, yo no debo amar, recuerda soy un Demonio y estaré condenado a la Soledad.

[CONTINUARÁ]

-¿Que será de mí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora